El obispo de Roma se ha encontrado esta mañana con el clero de su diócesis, durante algo más de dos horas. El papa Francisco así ha podido dialogar, charlando y respondiendo a las preguntas de sus presbíteros. El lugar del encuentro ha sido la catedral de la ciudad, San Juan de Letrán.
«Me siento sacerdote», ha confiado el obispo de Roma a los presentes. Y haciendo un recorrido por sus experiencias personales en Buenos Aires, les ha confesado que no ha tenido la tentación de sentirse más importante desde que es papa.
En la primera parte del encuentro, Francisco ha hablado de la «buena fatiga del sacerdote por la misión en medio al pueblo». Afirmó que ser sacerdote significa trabajar mucho porque hoy más que nunca hay muchas exigencias, ha explicado que la sensación de la fatiga para el sacerdote significa también preguntas fuertes sobre sí mismo, sobre la bondad de la propia vocación y sobre las renuncias que ésta comporta, «pero es una fatiga que el sacerdote vive y supera con todo su ser», ha comentado. Cómo antídoto en los momentos de mayor cansancio, el santo padre ha recomendado oración y la cercanía a los otros, para empezar con el propio obispo.
Durante el encuentro el santo padre ha contestado con su estilo directo a las cinco preguntas de representantes del clero romano que han afrontado cuestiones centrales en la vida de la Iglesia.
El papa les ha pedido a los sacerdotes que sean valiente y que tengan una «justa creatividad». Esto no significa hacer nada nuevo si no llegar a la conversión pastoral necesaria. Su recomendación: las parroquias siempre abiertas y acogedoras y posiblemente con sacerdotes dispuestos a confesar. «Es importante buscar nuevas vías, adaptadas y adecuadas a las personas a las que se dirige», ha explicado. Como por ejemplo puede ser la participación a cursos pre-bautismales o implicar a los laicos en misiones del barrio. Al respecto, ha subrayado que «las personas no deben tener nunca la impresión de encontrarse de frente a funcionarios con intereses económicos y no espirituales».
Mantener viva la memoria del nacimiento de la propia vocación, esta ha sido otra de las peticiones del obispo de Roma a su clero. Y le ha pedido que recen por él, especialmente el 21 de septiembre, porque se cumplen los 60 años de cuando él descubrió su vocación al sacerdocio.
Otro aspecto tratado esta mañana por el papa es «decir la verdad sin dejar nunca solas las personas en dificultad» y por eso ha recomendado ser como Jesús con los discípulos de Emaus, acoger al otro y acompañarlo.
Del mismo modo, se han abordado los problemas y los escándalos que afectan a la Iglesia. Al respecto el papa Francisco ha asegurad que la Iglesia no se derrumba, «porque hoy, como siempre, hay mucha santidad cotidiana: hay muchas mujeres y hombre que viven la fe en la vida de cada día. Y la santidad es más fuerte que los escándalos» y recordó la existencia de santos que son reconocidos por quienes incluso no son católicos, como la beata Teresa de Calcuta.
Para dar un ejemplo sobre ello, ha contado el diálogo telefónico que ayer tuvo con una mujer de Buenos Aires que le había escrito en una servilleta de papel y que se la entregó al director de la televisión católica del arzobispado de Buenos Aires. La mujer trabaja en la limpieza del aeropuerto de la capital argentina y tiene un hijo toxicodependiente y sin ocupación. Esta mujer trabaja para ayudarle y espera en el futuro del chico. «Esta es santidad», ha afirmado el pontífice.
Y las pereferias existenciales han ocupado las tres últimas preguntas. El papa ha repetido las palabras que pronunció en el centro Astalli, elogiando la generosidad de Roma pero animando a hacer aún más y «abrir las puertas a los necesitados». Como ya ha explicado en multitud de ocasiones Francisco, nuevamente ha recordado que las periferias no son solo geográficas.
En la conclusión del encuentro el obispo de Roma ha afrontado las cuestiones relativas a la nulidad del matrimonio las que tratará en octubre la comisión de los ocho cardenales nombrada por él y en el próximo sínodo de los obispos. A estas situaciones se ha referido como «una verdadera periferia existencial que exige valentía pastoral, siempre en la verdad y en la justicia».
La diócesis ha reglado a su obispo un icono de san Francisco que sostiene la Iglesia, obra del párroco don Massimo Tellan. Antes de regresar al Vaticano, Francisco encontró a los frailes menores que realizan la labor de penitencieros en la basílica catedral de Roma.