Ofrecemos a nuestros lectores la tercera y última parte de la serie sobre la Iglesia en América Latina, con información de algunos países sud y centro americanos, así como de El Caribe.
Conscientes del interés que viene suscitando el subcontinente del papa Francisco, ZENIT viene difundiendo el valioso estudio del Observatorio Pastoral del Celam (OPC), que nos acerca a la realidad pastoral, social y devocional de los pueblos latinoamericanos.
En esta oportunidad, conoceremos un poco más a la Iglesia de Guatemala, un país ubicado en la zona noroeste de Centroamérica, con una extensión de 108.889 km² que acoge a cerca de 13.276.517 habitantes, de los cuales el 60% serían católicos.
Orígenes de la evangelización
El 18 de diciembre de 1534, el papa Paulo III erigió la diócesis de Santiago de Guatemala y nombró al licenciado Francisco Marroquín como su primer obispo, el mismo que años atrás había sido designado como Cura de la ciudad por fray Juan de Zumárraga, obispo de México. En el OPC se lee también que fue el papa Benedicto XIV quien creó el Arzobispado Metropolitano, el 16 de diciembre de 1743, y nombró arzobispo a fray Pedro Pardo de Figueroa, peruano. El 27 de julio de 1921, Benedicto XV divide la Arquidiócesis y crea las diócesis de Los Altos y el Vicariato Apostólico de Verapaz y Petén.
Comunidad que sirve
El OPC informa que la Iglesia católica guatemalteca está organizada con dos arquidiócesis, diez diócesis, dos vicariatos apostólicos, una prefectura y una prelatura personal. Son dos las provincias eclesiásticas: Santiago de Guatemala con las diócesis sufragáneas de La Verapaz, Zacapa, Jalapa, Escuintla y Santa Rosa de Lima, que además incluye los vicariatos apostólicos de Petén e Izabal y la prelatura de Esquipulas. La Provincia de Los Altos está conformada con la arquidiócesis de Los Altos–Quetzaltenango–Totonicapán y las diócesis sufragáneas de Suchitepéquez-Retalhuleu, Sololá-Chimaltenango, San Marcos, Quiché y Huehuetenango.
Para cumplir con esta tarea, la Iglesia de Guatemala cuenta con dos arzobispos, diez obispos titulares, dos obispos auxiliares y cinco obispos eméritos conforman el episcopado guatemalteco. Existen 404 parroquias y participan en la labor evangelizadora 508 sacerdotes diocesanos, 484 sacerdotes religiosos, 2.743 religiosas y 181 religiosos. El OPC ilustra también que numerosos laicos catequistas ayudan en la evangelización y muchos más en los diversos frentes de la pastoral, ya sea a través de los movimientos apostólicos o las comunidades eclesiales. Cerca de 5.700 Ministros extraordinarios de la Eucaristía colaboran en las parroquias, tanto urbanas como rurales.
La Conferencia Episcopal de Guatemala está organizada en 17 comisiones que atienden los diversos campos pastorales bajo las orientaciones de la Asamblea, el Comité Permanente y se guían por el Plan Global 2008–2016.
Relación Iglesia-Estado
En el OPC se lee que el Concordato entre la Santa Sede y el Gobierno de Guatemala fue firmado en 1852, "luego de arduas y difíciles negociaciones".
Asimismo explica que "la Iglesia católica goza de libertad de expresión y respeto por parte del Gobierno en los puntos en que hay diversidad de opiniones, lo que permite una adecuada acción de la Iglesia en lo pastoral y la elaboración de propuestas para la solución de los problemas que aquejan a la sociedad, como es el caso de la violencia generalizada que afecta al país".
Entre el Estado y la Iglesia existe colaboración subsidiaria en programas sociales, que adelanta el Gobierno a favor de los más pobres.
Presencia en la sociedad
Si bien anteriormente --recoge el Informe--, la Iglesia Católica era el único interlocutor con la sociedad así como con el Gobierno, "hoy se habla de consulta 'a las Iglesias', dentro de las cuales está también la Iglesia Católica".
Según el OPC, esto responde a que las iglesias de corte protestante así como los nuevos movimientos religiosos presentes en el país "han ido gestando su propio puesto en medio de la sociedad guatemalteca".
"Sin embargo --continúa, la Iglesia Católica es vista como una institución que goza de un profundo prestigio ante los demás, especialmente por la labor que ha desarrollado en cuanto a preservar los valores humanos y cristianos así como en la defensa de los más débiles".
Entre las demás actividades de la Conferencia Episcopal, el OPC informa que "se viene trabajando intensamente en temas como el de la minería de metales a cielo abierto, dadas las terribles consecuencias que la misma genera en el medio ambiente, el del desarrollo rural para lograr una paz estable y duradera, el tema agrario en general así como la solución de conflictos en este campo en particular, la atención de los migrantes, entre otros".
Se resalta en el Informe que en el mundo de la educación, la Iglesia Católica ha estado presente tanto a nivel de colegios, sean parroquiales o propiedad de diversas congregaciones religiosas, como también a nivel universitario. La Universidad Landívar de los padres jesuitas, la Universidad Mesoamericana de los padres salesianos y la del Istmo, del Opus Dei, inciden en la formación humana y cristiana de los futuros profesionales.
Por otro lado, se explica que el papel de la Iglesia Católica a través de los medios de comunicación social, "ha crecido su influencia con los años, aunque todavía no es suficiente: la mayor parte de las diócesis de Guatemala integran una cadena radial que les permite, prácticamente, cubrir el territorio nacional; algunas diócesis cuentan también con canales de cable y algunos obispos y sacerdotes colaboran con diversos medios de comunicación social escritos y de amplia difusión".
Agentes de paz y reconciliación
Como un punto a destacar del OPC, está el hecho de que en los así llamados “años de la violencia en Guatemala”, los años ochenta, "la Conferencia Episcopal de Guatemala asumió unánimemente el compromiso de luchar por la paz y comisionó al entonces obispo de Zacapa, monseñor Rodolfo Quezada Toruño, para que interviniera directamente en las pláticas y encuentros preparatorios para la firma de la paz, los cuales duraron varios años de intenso trabajo".
El Informe menciona a monseñor Juan Gerardi Conedera, --asesinado en abril de 1988, a los dos días siguientes de la entrega de un informe sobre los derechos humanos en el país--, "quien en su tarea de devolver a los guatemaltecos la memoria histórica de los años de violencia, (tomó) muy en cuenta a aquellos que sufrieron tal violencia en carne propia o en sus familiares cercanos, involucrando en esa enorme labor a todos los obispos".
Frutos de santidad
En la devoción del pueblo guatemalteco está el humilde «Hermano Pedro», quien fue un religioso terciario franciscano y misionero español, fundador de la Orden de los Betlemitas.
Este gran apóstol de América central nació en Vilaflor, Tenerife, Islas Canarias, España el 21 de marzo de 1626 y muere en la Ciudad de Santiago de los Caballeros, Guatemala, el 25 de abril de 1667 debido a una bronconeumonía que atacó a su organismo debilitado por las mortificaciones y los ayunos.
Isabel Orellana cuenta que uno de sus biógrafos lo ha calificado «sabio en misericordia». Juan Pablo II lo beatificó el 22 de junio de 1980, y lo canonizó el 30 de julio de 2002. Es el patrono de Guatemala, de las Islas Canarias, de América central, de los catequistas de Guatemala y de los que no tienen hogar.
Santuarios de fe
Entre los lugares de culto más importantes del país está el Santuario del Señor de Esquipulas. Este hermoso templo de estilo barroco alberga la imagen del Señor de Esquipulas, que toma su nombre del municipio de Esquipulas, situado en la parte sur-oriental del departamento de Chiquimula, que a la vez recoge voces originarias indígenas que significarían "paraje o lugar donde abundan las flores".
Cuenta la historia que en el año 1594, en una época próspera para los agricultores del lugar, estos decidieron mandar a esculpir una imagen de Jesús Crucificado de quien tanto les habían hablado sus evangelizadores.
Con el paso de los años las peregrinaciones o “romerías” al Señor de Esquipulas fueron creciendo en número y la pequeña ermita no atender más las necesidades de los peregrinos. Fue monseñor Pedro Pardo de Figueroa, quien luego de su nombramiento como obispo de Guatemala decidió mandar a construir un templo más grande. El día sábado 6 de enero 1759 se efectuó el traslado de la imagen del Señor de Esquipulas a su nuevo Templo, que hoy abre sus puertas ininterrumpidamente a los peregrinos que se cuentan en cerca de cuatro millones y medio al año.
Otros lugares de devoción importantes son el Santuario Nacional Expiatorio del Corazón de Jesús, el Santuario de Guadalupe y la Iglesia de San Francisco el Grande en la Antigua Guatemala, que alberga los restos del Hermano Pedro de San José Betancur o conocido como «San José de Betancourt», entre otros.
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