La pasión por los frescos de la Capilla Sixtina ha acompañado a María Ángeles Vitoria desde que llegó a Roma en 1974. «Siempre he visto en ellos una de las obras más eminentes de la civilización universal, y también un mensaje dirigido a la humanidad entera. Esas pinturas tienen un impacto comunicativo que va más allá de las pertenencias culturales», comenta a ZENIT la profesora de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma al hablar de su libro «Miguel Ángel, el pintor de la Sixtina».
Pero el libro no ha sido el producto final de una afición personal, afirma la autora. «La publicación surgió con motivo de la convocación del Año de la Fe por el Papa emérito Benedicto XVI. El cristianismo, que ha encontrado siempre en el arte una vía privilegiada de comunicación de la fe, tiene en Miguel Ángel uno de los artistas más elocuentes», comenta.
El libro no es una obra de carácter académico, sino dirigida al público en general. María Ángeles ha elegido un hilo conductor sencillo: «las visitas que he hecho a la Capilla Sixtina a lo largo de más de 30 años. Desde el comienzo invito al lector a considerarse un visitante más que se une al grupo, caminando desde la extensa fila que bordea la muralla vaticana hasta la entrada a los Museos, para atravesar después las espaciosas galerías que conducen a uno de los lugares más visitados del mundo», explica la profesora.
Por otro lado, María Ángeles comenta que «me atrevo a decir que el aspecto de novedad en el perfil biográfico está en el intento de mostrar al público en general a Miguel Ángel desde dentro, en buena parte a través de sus Cartas y Rimas. Frecuentemente se admira su virtuosismo, su capacidad para lograr escorzos difíciles, las líneas delicadas y, a la vez, vigorosas de sus esculturas. Suele quedar más en penumbra que este artista era un hombre de profundas convicciones cristianas, de gran corazón, magnánimo».
María Ángeles, bióloga con un doctorado en Filosofía, explica su relación con la historia y el arte: «a los estudios de Biología y de Filosofía se sumó al llegar a Roma la afición por el arte. Pienso que el científico, el filósofo y el artista tienen mucho en común. Más aún, me pregunto si puede existir un verdadero científico sin pasión por el arte». Y añade que «artista es quien posee un talento peculiar para intuir reflejos de la belleza que otros no ven, y sabe mostrarlos a los demás en sus obras de arte. El científico es también, a su modo, un artista. Él ve en la Naturaleza una armonía y un orden –y, por tanto, una belleza- que otros no perciben, y la expresa en esa obra de arte que es la fórmula matemática»
De la Capilla Sixtina en concreto, la autora destaca «su valencia antropológica y teológica». Miguel Ángel «ve en el cuerpo humano la exteriorización del alma. El gesto es portador de significado, expresión de interioridad». Pero hay más todavía. Puesto que el Verbo –la Segunda Persona de la Santísima Trinidad- «se ha encarnado, se ha hecho visible en la carne, Cristo es la epifanía de Dios. Los gestos de Jesús, su mirada, su actitud de compasión, su inclinarse hacia los niños y enfermos, el llorar la muerte del amigo, son gestos en los que encontramos inmediatamente a Dios. Miguel Ángel ha tenido la audacia de mostrarnos que retratando al hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, retratamos algo de Dios mismo».