Después de que la Conferencia de Obispos Cubanos (COCC) anunciara el 11 de noviembre los cambios en el liderazgo para los próximos tres años, los medios de prensa han hecho notar la ausencia del nombre del Cardenal Jaime Ortega Alamino como indicio de que Roma aceptará pronto su jubilación como arzobispo de La Habana. Pero quizás no sea tan pronto.
El Arzobispo ya había presentado al papa su carta de dimisión en 2011, al cumplir 75 años. Entonces la Iglesia Cubana preparaba la celebración de un Año Jubilar Mariano por los 500 años del hallazgo, en 1612, de la imagen de la Virgen de la Caridad en las aguas de la bahía de Nipe. Es muy posible que el Papa no hubiese querido aceptar la renuncia del cardenal antes de dicha celebración y de concluir el Año de la Fe.
El nuevo liderazgo de la COCC incluye la reelección del Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Dionisio García Ibañez como presidente, algo normalmente usual. En el puesto del cardenal aparece como vicepresidente el obispo de Santa Clara, Mons. Arturo González Amador. Los otros cargos se mantienen: el obispo auxiliar de La Habana, Mons. Juan de Dios Hernández Ruíz, continúa como Secretario General y en el Comité Permanente siguen el Arz. de Camagüey Mons. Juan García Rodríguez y el obispo de Holguín Mons. Emilio Aranguren Echeverría. También continúa como Secretario Adjunto Mons. José Félix Álvarez Riera, quien no es obispo.
Ahora que el Año Jubilar ha concluido y que el nombre del cardenal desapareció del liderazgo de la COCC, los analistas consideran que el reemplazo del arzobispo será pronto. Pero no tan pronto, quizás, si se tiene en cuenta que el cardenal cumplirá 50 años de sacerdocio en agosto de 2014 y que en 2015 se cumplen los 500 años de la fundación de la Diócesis de La Habana.
Si su salud se mantiene, el papa Francisco podría respetar esas fechas permitiéndole celebrarlas aún al frente de la Arquidiócesis. Mientras tanto ya se han iniciado en los medios las adivinanzas sobre quien le sustituirá en la diócesis capitalina. Eduardo Mesa es un joven católico que por años dirigió la revista Espacios en la Arquidiócesis de la Habana, lugar que conoce bien. Ahora vive en Miami y en su Blog: Cuba Plural aparecen algunas predicciones sobre el tema. En su opinión, dada la complejidad de la arquidiócesis el sustituto del arzobispo debe ser elegido sólo entre los obispos que trabajan en Cuba. Siempre cabría la posibilidad de nombrar a un obispo cubano de una diócesis fuera de Cuba, pero no es probable.
La Iglesia Católica en la Isla cuenta con ocho obispos, tres arzobispos, entre ellos el cardenal, quienes están al frente de las tres provincias eclesiásticas de Cuba, y dos obispos auxiliares, ambos en La Habana. En la selección del futuro arzobispo de la capital cubana el papa Francisco consideraría distintos elementos: la edad y la salud en todos sus aspectos, el perfil pastoral del candidato, su servicio a la Iglesia y la complejidad del país y de las diócesis implicadas. Variedad de perfiles y experiencia entre los obispos cubanos actuales hay dos que dejaron el país en los años 60, fueron ordenados fuera y regresaron muchos años después. Hay dos que son vocación tardía y ejercieron una profesión antes de ser sacerdotes. Hay uno español. La edad de los candidatos determinará el numero de años de posible permanencia en el cargo y por ello mismo, quizás, el nombre del obispo de Ciego de Ávila, Mons. Mario Mestril, de 73 años, quedaría fuera de las predicciones.
En el caso de que el papa Francisco optase por un obispo de corta duración pudiera nombrar a Mons. Jorge Serpa, de Pinar del Río, de 71 años, quien sirvió 31 años como misionero en Colombia. A su regreso a Cuba en 1999, sirvió en la Habana como Vicario General y Rector del Seminario y por lo tanto conoce la Arquidiócesis. El actual Obispo de Matanzas, Mons. Manuel Hilario de Céspedes, de 69 años estaría en la misma categoría. Nacido en La Habana emigró a Puerto Rico en 1960 convirtiéndose en Ingeniero Electrónico. Ingresó en el seminario para vocaciones tardías en Venezuela y después de su ordenación sirvió en el país por 12 años antes de regresar a su nativa Cuba en 1986. Fue asignado a la Diócesis de Pinar del Río y sirvió como Canciller y como Vicario General antes de ser nombrado Obispo de Matanzas en 2005. Es descendiente del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes y en la opinión del activista Dagoberto Valdés que trabajó cercano a él en Pinar del Río es un hombre con visión de futuro.
Un año más joven es el Arzobispo de Santiago de Cuba. Los analistas señalan que ha cumplido bien en el cargo de presidente de la Conferencia, para el que ha sido renovado. Como otros obispos cubanos, es parte de una generación que creció ya en la revolución lo que le hace conocedor del sistema. Tiene 68 años y su vocación surgió después de años como ingeniero de comunicaciones. Natural de Guantánamo, en la provincia oriental, sirvió como sacerdote hasta su nombramiento, en 1995, como obispo fundador de la Diócesis de Bayamo-Manzanillo. Desde 2007 es arzobispo de la diócesis primada y la segunda más importante ciudad de la Isla.
De la misma edad es el actual obispo d Bayamo-Manzanilo Mons. Alvaro Beyra, natural de Camagüey quien realizó parte de sus estudios sacerdotales en Europa.
Obispos más jóvenes. Otro grupo de obispos más jóvenes incluye al obispo de Holguín, Mons. Emilio Aranguren Echeverría de 63 años. Nacido y ordenado en Santa Clara, fue nombrado auxiliar de Santa Clara (abril de 1991) y en 1995 obispo de Cienfuegos en la zona central. Desde 2005 es obispo titular de Holguín en la zona oriental. Durante 14 años fue secretario General de la Conferencia de Obispos, con sede en La Habana, cargo que implicó relacionarse con los burócratas de la Oficina del Asuntos Religiosos del Comité Central Partido Comunista. Durante años ha formado parte del Comité permanente de la COCC y también ha servido en la presidencia (Comité Económico) del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe) en donde se relacionó con sus colegas del Continente. En la opinión de Mesa “tiene una gran capacidad de trabajo y la doble cualidad de ser buen administrador y a la vez poseer una gran proyección pastoral”. Su traslado a la Habana sería un nuevo cambio para la Diócesis de Holguín y provocaría cambios en otras diócesis.
También de 63 años son el obispo de Guantánamo, Mons. Willy Pino, original de Camagüey y Mons. Domingo Oropesa, obispo de Cienfuegos y nacido y ordenado sacerdote en España. Sus nombres no aparecen entre los candidatos que barajan los Medios. Entre los obispos más jóvenes está Mons. Juan de Dios Hernández, de 61 años, obispo auxiliar de La Habana desde 2006 y jesuita desde 1974. A diferencia de los obispos ya mencionados esta alternativa no resultaría en cambios en otra diócesis. Como obispo auxiliar de La Habana ya conoce la arquidiócesis, se relaciona bien con el clero y como jesuita tiene muy buenas relaciones con los religiosos y misioneros. Considerado un “hombre de equipo” su nombramiento solamente necesitaría, en su momento, nombramientos de nuevos obispos auxiliares, algo que de todos modos no se puede demorar debido a la edad y la salud del otro obispo auxiliar Mons. Alfredo Petit quien tiene 77 años. De la misma generación de Mons. Hernández es el actual arzobispo de Camagüey Mons. Juan García Rodríguez, de 61 años, a quien rara vez se le menciona como candidato por los analistas. Y sin embargo es un hombre “con olor a oveja” y con el perfil que va marcando el papa Francisco. Conocido por su acción misionera, Mesa le califica como “hombre sereno, muy observador y espiritual, alguien que sabe apreciar el valor de las pequeñas cosas y capaz de conservar la calma en cualquier tormenta”. Ha servido como presidente de la COCC (2006-2009) y representó a Cuba en la reunión de los Obispos Latinoamericanos y del Ca
ribe en Aparecida. Callado y reservado, fue auxiliar (1997) del fallecido Arzobispo de Camagüey a quien sustituyó en 2012. Aunque su traslado a La Habana exigiría buscar un reemplazo para la arquidiócesis, tanto el obispo de Bayamo como el de Guantánamo son producto de aquella arquidiócesis y bien pudieran volver a ella.
Sustituirles, en diócesis más pequeñas, no sería tan complicado como en el caso de otras diócesis. El más joven de los obispos es Mons. Arturo González Amador, de la Diócesis de Santa Clara, que tiene 57 años. Su nombramiento significaría un servicio posible de 17 años antes de cumplir los 75. Su labor pastoral está bien reconocida y además lleva adelante, con tacto, el encargo de las relaciones con los cubanos en la diáspora. Pero su nombramiento para La Habana significaría “pasar por encima” de otros colegas con experiencia más dilatada. Todas estas consideraciones se apoyan en razones prácticas, afirman los católicos cubanos que sólo quieren hablar sin identificarse. También indican que pensando en lo mejor para el futuro de la Iglesia en Cuba quizás habría que ignorarlas.
Amigos de Cuba en el Vaticano. Recientemente varios obispos cubanos, incluido el Cardenal, han viajado a Roma. En el Vaticano pueden encontrarse con antiguos amigos, ahora cercanos al papa Francisco. Uno de ellos es el arzobispo Giovanni Angelo Becciu nombrado nuncio en Cuba en 2009. Fue testigo de las negociaciones de la Iglesia con el gobierno para la liberación de cientos de presos de conciencia. En 2011 Mons. Becciu fue llamado a Roma como sustituto de Asuntos Generales en la Secretaria del Estado Vaticano y como tal tiene acceso directo al Papa.
Otro buen amigo de la Iglesia en Cuba es el Arz. Beniamino Stella, actual Prefecto de la Congregación del Clero. Fue nuncio en Cuba desde diciembre de 1992 a la primavera de 1999 etapa durante la que se crearon cuatro nuevas diócesis en Cuba. Su servicio fue durante los duros años del ´periodo especial´ desencadenado por la caída del bloque comunista y la perdida para Cuba de los subsidios soviéticos. Su discreta y efectiva presencia ayudó a mejorar las relaciones de los obispos locales con el gobierno cubano, especialmente durante los preparativos del la visita de Juan Pablo II a la Isla en 1998.
Es la Asamblea General de la Congregación de los Obispos quien debe dar el beneplácito sobre cualquier candidato al episcopado, antes de presentar el nombre al Papa. Pero tampoco se puede ignorar que los encuentros de estos dos prelados con los obispos cubanos junto a su conocimiento de la Iglesia Cubana y del país pueden también ser de gran ayuda al Papa en esta etapa final del proceso de sustitución del Arzobispo de La Habana.