En el Día Internacional del Migrante, Cáritas Española ha difundido hoy un comunicado en el que señala que «se nos está olvidado integrar y no discriminar». Este es un mensaje cada vez más silenciado: «las personas migrantes ya forman parte del ‘nosotros'» y «su presencia en nuestra sociedad es un hecho incontestablemente positivo», añade la nota. Además, «como sociedad y como Iglesia no podemos dejar de señalar que las razones para migrar son las mismas que buscan hoy muchos de nuestros jóvenes que emigran en busca de nuevas oportunidades y de un futuro más digno».
En su escrito, Cáritas explica que «nuestra sociedad se ha transformado en una sociedad diversa. Y diversa quiere decir distinta, pero también quiere decir mejor». «Somos conscientes, sin embargo, de que la defensa de esta realidad se produce en un contexto de endurecimiento del discurso y las políticas públicas, que tienden a señalar y criminalizar al ‘otro'», lamenta. Por ese motivo, «es necesario avanzar — como señala el papa Francisco –desde ‘la cultura del rechazo, a la cultura del encuentro'», apunta la organización caritativa.
En este momento, recuerda Cáritas, «las políticas de migración, tanto a nivel europeo como a nivel nacional, siguen centradas en unos métodos de control de los flujos migratorios que, bajo el objetivo de reforzar la lucha contra las mafias — que, sin duda, hay que combatir –, no dejan de reforzar los mecanismos de acceso mediante métodos disuasorios que lo único que consiguen es infligir más dolor».
Y como denuncian los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones en su reciente Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014, “a los inmigrantes les abrimos las puertas cuando los necesitamos y se las cerramos cuando su presencia choca con nuestros intereses”.
A fecha de hoy, denuncia Cáritas, «no existen políticas orientadas a explorar otras posibilidades más flexibles de acceso al territorio, ni una apuesta por impulsar políticas de desarrollo económico y social en los países de origen». En lugar de ello, asegura, «no dejamos de constatar dificultades crecientes en los procedimientos de documentación y renovación, y la persistencia en un modelo que supone encerrar a las personas migrantes en centros de internamiento».
Por eso, como recuerda el papa Francisco, “respetando la independencia y la cultura de cada nación, hay que recordar siempre que el planeta es de toda la humanidad y para toda la humanidad, y que el solo hecho de haber nacido en un lugar con menores recursos o menor desarrollo, no significa que vivan en menor dignidad” (Evangelii Gaudium, 190).
Cáritas está acompañando a personas cuyo proyecto de vida se ve interrumpido por falta de oportunidades, familias que, empujadas al retorno a sus países de origen, tienen que sufrir una nueva ruptura, un nuevo duelo migratorio y afrontar un regreso que, lejos de ser voluntario, se convierte en una nueva expulsión. Acompañan también a muchas otras familias, que en este nuevo contexto de precariedad social caen en la irregularidad sobrevenida y, con ello, en la exclusión en el acceso a derechos tan básicos como la salud.
(RED/IV)