El Santo Padre ha recibido esta mañana a los participantes del Encuentro mundial de los promotores episcopales y de los directores nacionales de la Pastoral de los Gitanos, organizado por el Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes y los Itinerantes. El tema del encuentro, que se celebra los días 5 y 6 de junio en el Vaticano, es «la Iglesia y los Gitanos: anunciar el Evangelio en las periferias».
En su discurso, Francisco ha observado que en el tema del encuentro está sobre todo la memoria de una relación, la de la comunidad eclesial y el pueblo gitano, la historia de un camino para conocerse, para encontrarse; así como está también el desafío para hoy, un desafío que mira tanto la pastoral ordinaria como la nueva evangelización.
Asimismo, el Papa ha afirmado que «a menudo los gitanos se encuentran a los márgenes de la sociedad, y a veces son vistos con hostilidad y sospecha; son escasamente implicados en las dinámicas políticas, económicas y sociales del territorios». Y ha añadido que «yo recuerdo muchas veces, aquí en Roma, cuando subían al autobús algunos gitanos, el conductor decía: ‘¡Mirad las carteras!’ ¡Esto es desprecio! Quizá sea verdad, pero es desprecio».
El Santo Padre ha indicado que «sabemos que es una realidad compleja, pero también es cierto que el pueblo gitano está llamado a contribuir al bien común, y esto es posible con itinerarios adecuados de corresponsabilidad, en la observancia de los deberes y en la promoción de los derechos de cada uno».
Por otro lado, ha indicado que «entre las causas que en la sociedad actual provocan situaciones de miseria en una parte de la población, podemos individuar la falta de estructuras educativas para la formación cultural y profesional, el difícil acceso a la asistencia sanitaria, la discriminación en el mercado laboral y la carencia de alojamientos dignos».
Al respecto, Francisco ha observado que si estas plagas del tejido social afectan a todos indistintamente, «los grupos más débiles son aquellos que más fácilmente se convierten en víctimas de la nuevas formas de esclavitud». Y añade que «los gitanos están entre los más vulnerables, sobre todo cuando faltan las ayudas para la integración y la promoción de la persona en las distintas dimensiones del vivir civil».
Y es aquí -ha precisado- donde se dedica la preocupación de la Iglesia y «vuestra contribución específica». Ya que «estamos llamados a asegurar nuestra cercanía y solidaridad», «especialmente a los más débiles y los marginados».
Del mismo modo, el Pontífice reconoce que junto a esta acción solidaria a favor del pueblo gitano, es necesario «que haya un compromiso de las instituciones locales y nacionales y el apoyo de la comunidad internacional, para individuar proyectos e intervenciones dirigidos a la mejora de la calidad de la vida».
Ha proseguido afirmado que frente a las dificultades y a las contrariedades de los hermanos «todos deben sentirse interpelados a poner en el centro de sus atenciones la dignidad de cada persona humana».
En lo relacionado con la situación de los gitanos en todo el mundo, Francisco ha indicado que «hoy es más que nunca necesario elaborar nuevos enfoques en ámbito civil, cultural y social, como también en la estrategia pastoral de la Iglesia, para hacer frente a los desafíos que emergen de forma modernas de persecución, de opresión y, a veces, también de esclavitud».
Para concluir, el Obispo de Roma les ha animado a continuar «con generosidad vuestra obra importante, a no desanimaros, sino a continuar comprometidos en favor de quien mayormente pasa condiciones de necesidad y marginación, en las periferias humanas». Y así, «los gitanos puedan encontrar en vosotros hermanos y hermanas que les aman con el mismo amor con el que Cristo amo a los más marginados».
Al concluir el encuentro, Francisco se sacó un foto con los presentes y pidió «la caridad de entender que debía ir a celebrar el rito final en el funeral del cardenal Lourdusamy».