El cardenal Edwin O’Brien, cuya Orden trabaja para preservar los lugares históricos en donde Jesús vivió, cree que el papa Francisco está afrontando una situación que ningún otro pontífice ha afrontado nunca hasta ahora. En esta entrevista, el purpurado nacido en Nueva York habla de su estima por el rey de Jordania que considera «un héroe» y explica por qué hay necesidad de defender mejor los monumentos sagrados, aunque esto implique que los turistas tengan menos posibilidades para visitarlos.
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Para aquellos que no están familiarizados con la Orden Ecuestre ¿podría explicar de qué se trata?
— Cardenal O’Brien: La Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén tiene sus raíces en las cruzadas, pero fue formalmente organizada y creada a mediados del siglo XIX. En vez de tener grupos esparcidos por aquí y allá, nos convertimos en una orden papal. Desde las cruzadas hasta el día de hoy, la misión en Tierra Santa siempre ha sido: preservar la fe, apoyar a los que están sosteniendo la fe y mantener vivos esos monumentos de la fe como el Santo Sepulcro, el Cenáculo y los lugares sagrados que corren el riesgo de convertirse en museos, a menos que el mundo católico y cristiano no decida tomar un papel activo en la gestión.
¿Cuál cree usted que es la mayor amenaza en relación con los santos lugares?
— Cardenal O’Brien: La mayor amenaza sería el vandalismo tanto del lado israelí como del musulmán. Hay extremistas en ambos lados, son muy pocos en número, pero pueden crear el caos.
Creo que todos los que persiguen nuestros objetivos –que no son sólo objetivos católicos, sino también cristianos y de otras creencias– se dan cuenta de que deben involucrarse más profundamente en el apoyo a las personas, los lugares y las causas que son tan vitales para la preservación de 2000 años de historia.
¿Cuál es el papel de la Orden Ecuestre en la ayuda a los peregrinos?
— Cardenal O’Brien: La Orden cuenta con 30 mil miembros en 35 países diferentes. Nuestro propósito principal como orden papal es crecer en el amor de Cristo y por las cosas de Cristo, y hacer lo que podamos para alentar la fe y para que los fieles en la Tierra Santa se mantengan fuertes y creciendo.
Ha habido un gran éxodo desde la Tierra Santa en los últimos 20, 25 años. Nuestra esperanza es que nuestras obras de caridad y ayuda financiera –nuestra orden da cada año 13 millones de dólares al patriarca de Jerusalén– ayude a mantener abiertas nuestras escuelas, parroquias, centros de salud y seminarios. Esperamos que no sólo los católicos, sino también todos los cristianos, permanezcan allí en vez de huir.
¿Qué se podría hacer respecto a este éxodo?
— Cardenal O’Brien: Espero que el gobierno israelí se de cuenta de que hay una alternativa al cierre casi total del pueblo palestino en lo que ellos llaman, Cisjordania o en Palestina. Tenemos solo el 5 por ciento de cristianos en Palestina, por lo tanto no es un problema personal o egoísta por parte de los cristianos, sino que es una cuestión de derechos humanos. Hablo de un encierro debido a un muro de más de 130 Kilómetros de largo y 9 metros de alto para mantener alejados a los palestinos y no permitirles entrar en Jerusalén. En muchos casos las autoridades israelíes no permiten a los palestinos ver a sus familiares o atravesar sus campos sin inconvenientes. Puedo entender la necesidad de seguridad, pero no de poner ‘bajo llave’ a buenas personas para tener una seguridad del 100 por ciento. Eso es lo que está sucediendo.
¿Cóme valora el estado actual de Tierra Santa sobre el respeto y la libertad religiosa?
–Card. O’Brien: Hay libertad de culto y estamos contentos por esto. Pero la libertad está todavía limitada cuando se trata de llegar a algunos lugares santos o atravesar las fronteras para visitas de tipo laboral o familiar. Entiendo las razones para los límites y por el miedo del gobierno israelí, pero creo que hay espacio para más flexibilidad. En lo que se refiere a las relaciones entre cristianos y musulmanes, me han sorprendido mucho y estoy contento de mis breves experiencias porque he podido ver que la gran mayoría de los musulmanes están en paz y están ansiosos por resolver todos los problemas que están afrontando sus hermanos cristianos. Pero, una vez más, hay extremos que a veces buscan detener estas relaciones cordiales de esperanza.
Como Gran Maestro, ¿cuál ha sido la mayor dificultad con la que se ha tenido que enfrentar?
— Card. O’Brien: Nuestra orden se fundó como una orden papal para apoyar allí a las obras caritativas y pastorales del Santo Padre. Estamos haciendo eso, nuestros 30 mil miembros lo están haciendo heroicamente a través de la cantidad de ayuda que dan –que no es sólo material– para mantener nuestras 45 escuelas, parroquias y el seminario a pesar de los números limitados. Muchos de nuestros afiliados organizan peregrinaciones cada año, no solamente para orar, sino para mostrar su solidaridad con los que luchan, cristianos o no, y eso es un gran estímulo para ellos. Y ese es nuestro papel. Dejamos en cambio que la Santa Sede y todos los poderes de la parte laica sean quienes deban resolver las diferencias políticas.
¿Hay otras reflexiones que quiere compartir?
— Card. O’Brien: Estoy muy contento de la relación del Santo Padre con el rey de Jordania. Para mí, el rey de Jordania es un verdadero héroe, él está luchando dentro y fuera de su país contra quienes quieren desastres continuos en Oriente Medio. Él ha dado la bienvenida y acoge a miles de refugiados de Palestina y Siria. Él ha buscado de todas las maneras ser un mediador para la paz, construir puentes en lugar de muros en esa parte del mundo donde ya hay demasiados muros. Ha trabajado con los líderes religiosos de otras religiones para llevar a una mayor comprensión y desarrollo en la sociedad de Jordania, que se encuentra bajo presión.