Inmigración: el cardenal Parolín pide pasar a una cultura de la acogida

El purpurado expone en la cumbre Coloquio México-Santa Sede sobre Migración Internacional y Desarrollo» que se realiza en México

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El cardenal secretario de Estado Pietro Parolín intervino en el “Coloquio México-Santa Sede sobre Migración Internacional y Desarrollo» que se realiza este 14 y 15 de julio en la capital azteca.

El purpurado que vivió varios años en México sirviendo a la Santa Sede recordó que “cada ser humano por pequeño y funcional que sea, posee una dignidad y unos derechos que nada ni nadie le puede arrebatar”.

Las palabras del cardenal fueron pronunciadas en la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, con la presencia del canciller José Antonio Meade. Allí el purpurado italiano reflexionó sobre el hecho de que “el emigrante tiene el deber de integrarse en el país que lo recibe, respetando sus leyes y la identidad nacional, pero que también por otro lado el Estado tiene también el deber de defender las propias fronteras, sin olvidar en ningún caso el respeto de los derechos humanos y el deber de la solidaridad”. Explicó que este problema no puede ser resuelto únicamente con medidas legislativas o adoptando políticas públicas.

“La solución del problema migratorio pasa por una conversión cultural y social en profundidad que permita pasar de la cultura de la cerrazón a una cultura de la acogida y el encuentro”, dijo.

El cardenal Parolín enfatizó en la frase “sin mirar a la persona”, y dijo que esta era la cuestión. “Si sabemos mirar también el rostro de cada emigrante, aprenderemos a encontrar una razón para afirmar que todos somos hermanos. En el fondo, aprenderemos a conocernos mejor nosotros mismos y surgirá el anhelo del cambio”.

Acerca del desafío de la inmigración, el Secretario de Estado Vaticano, explicó que normalmente las causas por las que los migrantes decide de salir de sus países son siempre las mismas: la violación de los derechos humanos más elementales, la violencia, la falta de seguridad, las guerras, el desempleo y la miseria.

“Intentando llegar –precisó el purpurado– a una tierra de promisión en la que sea posible una vida digna, explicó, miles de personas deben pasar hambre, humillaciones, vejaciones en su dignidad, a veces hasta torturas y, algunos, morirán solos entre la indiferencia de muchos. Atónitos, contemplamos en pleno siglo XXI a las víctimas de la trata humana, a los que son obligados a trabajar en condiciones de semiesclavitud, a los que son abusados sexualmente, a los que caen en las redes de bandas criminales que operan a nivel transnacional y que a veces cuentan con impunidad a causa de la corrupción y ciertas connivencias”.

El Cardenal Parolín, recordó también que san Juan Pablo II en su primer viaje a México dijo:“No podemos cerrar los ojos a la situación de millones de hombres que en su búsqueda de trabajo y del propio pan han de abandonar a su patria y muchas veces las familias, afrontando las dificultades de un ambiente nuevo no siempre agradable y acogedor, una lengua desconocida y condiciones generales que les sumen en la soledad y a veces en la marginación a ellos […] Hay ocasiones, en que el criterio puesto en práctica es el de procurar el máximo rendimiento del trabajador migrante, sin mirar a la persona”.

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ZENIT Staff

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