El obispo de Cheju y presidente de la Conferencia episcopal coreana, mons. Pietro Kang U-il, en entrevista a AsiaNews inidicó que su país ha “alcanzado grandes metas en todos los campos, pero es necesario transformar el desarrollo mecánico logrado hasta ahora en un desarrollo humano: en campo político, económico y también misionero". Añadió que “ahora necesitamos parar y reflexionar sobre nuestra madurez también como Iglesia católica”.

Sobre el anuncio de la llegada del Santo Padre, indicó que “hoy el pueblo coreano, no sólo los cristianos, sino también tantos que no pertenecen a la Iglesia católica, esperan en modo sincero esta visita, con gran esperanza y tantas diversas expectativas”.

En particular todos esperan que “el Papa pueda abrir un nuevo momento, una nueva fase para la reconciliación y la unidad entre las dos Coreas, la del Norte y la del Sur”.

Recordó que se ha vivido en los últimos 64 años, con aprensión y bajo la perenne amenaza de la guerra y que “son innumerables las personas divididas en las propias familias de la Zona desmilitarizada, que por más de medio siglo no lograron encontrarse de nuevo desde la separación. Aquellos que han dejado su propia casa durante la última Guerra de Corea (1950-1952) esperan desesperadamente un reunificación, dado que muchos están muriéndose ya sea por la edad avanzada ya por las enfermedades”

Sobre la situación en Corea subrayó que se ha vivido “en los últimos 50 años un desarrollo tan rápido que a otras naciones les hubiesen requerido al menos 100 años”. Y en el campo económico, “si bien la nación ha logrado sucesos importantes (como lo demuestra el Pib), la diferencia entre ricos y la masa pobre es casi insuperable”.

Por lo que se refiere a laevangelización, la Iglesia obtuvo grandes sucesos desde el punto de vista de las conversiones. “En el último medio siglo la población católica aumentó de 500 mil unidades a más de 5 millones. Pero hoy iniciamos a preguntarnos sobre la cualidad de la evangelización” indicó.

En ese sentido, dijo, “hoy nuestra sociedad debe hacer un paso adelante; del desarrollo económico mecánico debe alcanzar un desarrollo que integre realmente al ser humano; la democracia de fachada debe pasar a una democracia del espíritu, que respete realmente los derechos humanos y los valores de cada individuo; de las actividades misioneras dirigidas sólo hacia los exterior debe alcanzar una madurez evangélica en la Iglesia”.

Y concluyó manifestando su esperanza de que “el Papa provoque una verdadera oportunidad para mitigar la confrontación hostil, abriendo el camino a la paz. Y recemos para que pueda estimular a la sociedad coreana a alcanzar una verdadera madurez humana en todos los niveles”.