La Policía paquistaní ha arrestado este miércoles a docenas de personas por quemar a un matrimonio cristiano, Shahzad Masih y su esposa Shama Bibi, porque habrían profanado el Corán. La blasfemia es considerada un delito grave en este país de mayoría musulmana, donde aquellos que son acusados pueden sufrir linchamientos.
Los medios locales han informado de que el matrimonio cristiano estaba acusado de quemar una copia del Corán y arrojarlo a la basura en el sur de Lahore el pasado martes. La Policía ha dicho que sus cuerpos fueron quemados en la fábrica de ladrillos en la que trabajaban.
Según Sardar Mushtaq Gill, abogado que visitó el lugar de los hechos, la supuesta blasfemia se produjo tras la muerte reciente del padre de la Shahzad. Shama estaba limpiando la casa de su suegro, y quemó algunos objetos personales y documentos que parecían inútiles. Un musulmán vio lo que estaba haciendo y corrió la voz por los pueblos de los alrededores de que Shama estaba quemando páginas del Corán. Una turba de más de un centenar de personas tomó como rehenes a la pareja. Al cabo de dos días Shahzad y Shama fueron golpeados y empujados al horno para hacer ladrillos. La mujer, que tenía cuatro hijos, estaba embarazada.
El presidente del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el cardenal Jean-Louis Tauran, ha valorado este jueves el trágico suceso. En una entrevista con Radio Vaticano, el purpurado ha reconocido que está «conmocionado» y «sin palabras» ante tal acto de barbarie. Según el cardenal Tauran, «lo que es aún más grave es que se ha invocado específicamente la religión». «Una religión –ha enfatizado– no puede justificar tales crímenes». Además, ha añadido, «existe esta ley sobre la blasfemia, que es un problema». En este sentido, se ha preguntado si la comunidad internacional no debería intervenir.
«Por un lado, están ciertamente las creencias religiosas que deben ser respetadas, pero también es necesario salvaguardar un mínimo de humanidad y solidaridad», ha explicado. «Por lo tanto, creo que se impone el diálogo. Pero, por desgracia, esto no se repite con la suficiente frecuencia», ha lamentado. «Mientras más delicada es la situación, más se requiere el diálogo», ha subrayado.
Preguntado sobre si espera una reacción por parte de los líderes musulmanes ante esta acción, el responsable vaticano para el diálogo interreligioso ha afirmado rotundamente que sí. Para el purpurado de origen francés, «las primeras víctimas de estos crímenes son los musulmanes, porque dan una imagen terrible del Islam». Por lo tanto, ha concluido, «deberían tener todo el interés en denunciar, y también de una manera fuerte».
Los cristianos suponen alrededor del cuatro por ciento de la población paquistaní y suelen tener un perfil bajo en un país en el que los milicianos suníes atacan frecuentemente a los colectivos que consideran herejes (sufíes, chiíes y demás grupos religiosos).
Todas las minorías que habitan en Pakistán consideran que el Estado no hace lo suficiente para defenderlos e, incluso, tolera la violencia contra ellos.
El mes pasado, un hombre británico que padecía una enfermedad mental y había sido condenado por blasfemia a principios de año, fue asesinado en su celda por un guardia de la prisión.
También en octubre, un jurado paquistaní confirmó la pena de muerte a Asia Bibi, una mujer cristiana, madre de cinco hijos, acusada por blasfemia. Un caso que ha acaparado el interés de la comunidad internacional después de que dos reputados políticos que trataron de ayudarla fueran asesinados.