Este viernes se cumplen diez años del terremoto de 9,1 grados que sacudió la isla de Sumatra y originó un tsunami en el Océano Índico y arrasó las costas de Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia. «Mirando hacia atrás –ha escrito con motivo de este aniversario el cardenal Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, presidente de Cáritas Internationalis–, hemos logrado dar a las víctimas sus debidos derechos, en un espíritu de promoción de la dignidad y del respeto de las aspiraciones de los que perdieron todo. Aunque nunca podemos deshacer la pérdida de los seres más queridos, como familia hemos expresado la compasión y el amor a los que sufren, a fin de ayudarles a recuperar la esperanza en el futuro».
Una década después, algunos miembros de la red internacional de Cáritas han vuelto a la provincia indonesia de Aceh. Y aunque todavía han encontrado rastros del maremoto, también han hallado huellas del trabajo inmenso que los indonesios han realizado para superar la tragedia y construirse un futuro. Ejemplo de ello es Matakin, que vive hoy en una casa construida con la ayuda recibida, se ha casado, tiene un hijo y un taller de carpintería que le permite mantener a su familia.
Matakin estaba en su casa de Lamlumpu, al norte de Sumatra, en la provincia de Aceh, cuando la ola de diez metros de altura llegó. «No sabía dónde correr, me quedé atrapado en las aguas negras y perdí la conciencia». Cuando la recuperó, estaba colgado de un cocotero, gravemente herido, pero vivo. Doce de sus familiares murieron. Lamlumpu, perdió a tres de cada cuatro de sus habitantes. «El maremoto me dejó sin nada», cuenta este joven. «La ola me arrancó las ropas y la casa, y todo lo que me quedó en este mundo fue un anillo en el dedo y los pantalones cortos que llevaba puestos».
La provincia de Aceh fue la primera costa a la que llegó la ola y la más afectada. Allí fallecieron más de 160 mil personas del total de 230 mil muertos y desaparecidos provocados por el maremoto. La destrucción en esta zona fue inimaginable. Medio millón de personas perdieron su hogar, sus medios de vida, y a sus familiares. La sociedad internacional se volcó con esta región indonesia y con el resto de países afectados por el maremoto. La ayuda llegada desde todos los países del mundo contribuyó a llevar a cabo la que, según el Banco Mundial, ha sido «la labor de reconstrucción más exitosa de la historia» y que permitió edificar 140 mil viviendas, 1.759 escuelas y 363 puentes.
En los meses inmediatamente posteriores a la catástrofe, la red internacional de Cáritas prestó ayuda de emergencia a cerca de un millón de personas y, en los años siguientes, llevó a cabo un ambicioso programa de rehabilitación y desarrollo a largo plazo, que contó con un presupuesto de 390 millones de euros y que permitió construir hogares para 33 mil familias y recuperar los medios de vida de 85 mil personas.
La Confederación Cáritas Española se sumó a esa corriente de solidaridad desde el primer momento, gracias a la respuesta masiva de los ciudadanos españoles, que se volcaron en prestar ayuda a los damnificados a través de la campaña “Cáritas con el Sudeste Asiático”, que se lanzó apenas 24 horas después del impacto del tsunami. «Gracias a las donaciones aportadas, Cáritas Española ha podido destinar desde 2004 más de 16 millones de euros a las Cáritas de Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia para apoyar a las comunidades más vulnerables a través de acciones orientadas en cinco ejes prioritarios: ayuda de emergencia, apoyo psico-social, restablecimiento de los medios de vida, construcción de alojamientos permanentes y rehabilitación de infraestructuras comunitarias, sanitarias y educativas», ha informado la organización en un Comunicado.
La red Cáritas ha vinculado los proyectos de construcción de casas con programas de ayuda económica a las familias, con objeto de que pudieran recuperar su autosuficiencia y reactivar la economía local. Otra de las claves de la reconstrucción llevada a cabo en los países afectados por el tsunami, fue preparar a la población ante posibles fenómenos climatológicos adversos e implementar una respuesta eficaz en el caso de que ocurrieran. Todo ese trabajo se ha realizado respetando las tradiciones culturales de cada una de las zonas y apoyándose en los conocimientos de las propias comunidades y la economía local.