El papa Francisco ha propuesto este viernes el ejemplo de san Esteban. "Elegido por los Apóstoles, junto con otros seis, para la diaconía de la caridad --es decir, para asistir a los pobres, los huerfanos, las viudas-- en la comunidad de Jerusalén, se convirtió en el primer mártir de la Iglesia", ha explicado.
Antes del rezo del Ángelus, el Pontífice ha destacado que "con su martirio, Esteban honra la venida al mundo del Rey de reyes, da testimonio de Él, ofreciéndole el don de su propia vida al servicio de los más necesitados. Y así nos muestra cómo vivir plenamente el misterio de la Navidad". "Si no todos están llamados, como san Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide, sin embargo, que sea coherente en cada circunstancia con la fe que profesa", ha añadido.
Así, el Santo Padre ha pedido "ser coherentes, vivir como cristianos. Y no decir 'soy cristiano' y vivir como pagano". "La coherencia cristiana es una gracia que debemos pedir al Señor", ha reiterado. "Seguir el Evangelio es ciertamente un camino exigente --pero bello, ¡bellísimo!-- y el que lo recorre con fidelidad y valentía recibe el don prometido por el Señor a los hombres y a las mujeres de buena voluntad", ha asegurado.
Durante su mensaje, el Papa ha invitado a los presentes a rezar de manera particular "por cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por su testimonio de Cristo". "Quisiera decir a cada uno de ellos: si lleváis esta cruz con amor, habéis entrado en el misterio de la Navidad, estáis en el corazón de Cristo y de la Iglesia", ha enfatizado.
"Recemos también para que, gracias al sacrificio de estos mártires de hoy --son muchos, muchísimos-- se fortalezca en cada parte del mundo el compromiso para reconocer y garantizar concretamente la libertad religiosa, que es un derecho inalienable de toda persona humana", ha proseguido.
Por último, Francisco ha deseado que "san Esteban, diácono y primer mártir, nos sostenga en nuestro camino cotidiano, que esperamos coronar, al final, en la asamblea festiva de los santos en el Paraíso".
San Esteban, protomártir
El 26 de diciembre se celebra la fiesta de san Esteban, el primer mártir de la Iglesia y uno de los primeros diáconos. El relato de los últimos días de su vida ha perdurado en el tiempo a través de las páginas de los Hechos de los Apóstoles.
Esteban, además de administrar los bienes comunes, dedicaba parte de su tiempo a anunciar la buena noticia. Era un gran orador y al oír su prédica, que acompañaba con "grandes prodigios y señales" (Hch 6, 8), muchos se convertían.
Algunos judíos, celosos de la influencia que este ejercía sobre el pueblo, lo llevaron ante el Sanedrín y lo acusaron falsamente de haber blasfemado contra Dios y Moisés. Al oír las acusaciones el rostro de Esteban se iluminó y pronunció un poderoso discurso recordando la historia de Israel y acusó a los judíos de haber desoído a Dios.
Frente a estas palabras los judíos se llenaron de rabia y lo arrastraron fuera de la ciudad donde lo lapidaron. Mientras lo apedreaban, oraba así: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Dentro de la turba que consintió esta muerte se encontraba un joven llamado Saulo, quien tiempo después se convertiría en el apóstol de los gentiles.
Tras la muerte de Esteban, se desató una gran persecución contra la comunidad cristiana en Jerusalén. Muchos fueron encarcelados; otros lograron huir y predicaron la palabra de Dios en los lugares donde se refugiaron.
En el año 415 un sacerdote llamado Luciano supo --por revelación divina-- que el cuerpo del santo estaba enterrado en Caphar Gamala, lugar a alguna distancia al norte de Jerusalén. Las reliquias de Esteban fueron exhumadas y llevadas primero a la iglesia de Monte Sión y luego, en 460, a la basílica erigida por Eudoxia junto a la Puerta de Damasco, en el lugar dónde, según la tradición, tuvo lugar la lapidación.