Mientras Ucrania pide que intervengan los cascos azules de la ONU para vigilar la tregua firmada el 15 de febrero, la cual ha sido violada diversas veces, los obispos del país realizan su visita ad límina a Roma que inició el lunes 16 y concluye este viernes en la audiencia con el santo padre Francisco.
La visita ad Limina Apostolorum, la realizan al menos cada cinco años los obispos diocesanos de un determinado país para rezar en la tumba de san Pedro y para actualizar al Papa sobre la situación de las propias diócesis.
Este jueves por la tarde, ya en Roma, el arzobispo mayor de la Iglesia Griego Católica Ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, junto a los cuatro metropolitas y a otros obispos eparquiales, ha celebrado en la basílica papal de Santa María la Mayor, una liturgia pidiendo por la paz en Ucrania,
Al concluir la ceremonia, el cardenal Leonardo Sandri recordó que “el primer signo de la salvación de Dios que ya opera entre nosotros es haber sido reunidos como pueblo, como Iglesia, a invocar y a suplicar”. E invitó, con la ayuda de Dios, a salir de la “desesperación que podría tomarnos al ver tanta violencia, y delante de la guerra que ya ha cobrado demasiadas víctimas en la amada nación ucraniana”.
El cardenal mostró satisfacción ante la noticia dada por los obispos, que indican “el esfuerzo solidario de la población, destinado a ayudar y acoger a los hermanos más necesitados que provienen desde las regiones más expuestas al conflicto”.
Invitó también a “empeñarse para ser constructores de paz y reconciliación”. Además recordó que “el odio solamente destruye, no ha nunca construido y no construirá nunca nada”. Por ello exhortó a estar en guardia delante de “todo lo que nos podría llevar hacia aquel odio, y a defender a la gente de los que luchan con odio y divulgan el odio, como si fueran verdaderos enemigos”.
