'Francisco ha hecho sentir a los católicos orgullosos de su Iglesia'

Entrevista a Pablo Ordaz, corresponsal en Italia del diario español El País, sobre los dos primeros años del pontificado del papa Francisco

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El 13 de marzo de 2013, desde la logia de la basílica de San Pedro el cardenal Tauran anunció: ‘Habemus Papam’; y que ‘José Mario cardenal Bergoglio’ era el nuevo pontífice con el nombre de Francisco. ¿De allí hasta ahora ha cambiado algo en la Iglesia?, ¿Cuál es la percepción y la realidad? ZENIT se lo preguntó al corresponsal de un medio español en Italia que al Vaticano no le hace descuentos, Pablo Ordaz del diario El País, quien ha sido también corresponsal en México, Centroamérica y el Caribe, y cuyas respuestas compartimos con nuestros lectores.

Desde el inicio del pontificado del papa Francisco, ¿considera que ha cambiado algo en la imagen de la Iglesia?
— Pablo Ordaz: Sin duda. Tanto desde el punto de vista de los católicos como del resto de la  opinión pública. No hay que olvidar que hace sólo dos años el Vaticano estaba sumergido en guerras de poder que desembocaron en la fuga de documentos del caso Vatileaks, la detención del mayordomo de Benedicto XVI, el despido con cajas destempladas del jefe del IOR, los escándalos continuos de pederastia, la renuncia de Joseph Ratzinger… En un tiempo récord, Jorge Mario Bergoglio ha logrado que los católicos en su gran mayoría vuelvan a sentirse orgullosos de su Iglesia –no hay más que ver la plaza de San Pedro cada miércoles y cada domingo o el interés que despiertan sus viajes— y que líderes mundiales como Barack Obama hayan venido a Roma para visitarlo y decir: “Hay que escuchar al Papa”. Su mensaje social en un momento de crisis y sufrimiento para muchas personas en todo el mundo está golpeando con fuerza.  

¿Ha sido solamente un cambio de imagen o ha habido cambios reales?
— Pablo Ordaz: Creo que lo segundo va unido a lo primero. Después de aquella frase inaugural de su pontificado –“cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres”–, Bergoglio está intentando, aunque no sin resistencias internas, arrojar luz sobre las tradicionalmente oscuras finanzas vaticanas, racionalizar los gastos, contagiar a la Curia y a las distintas congregaciones de su estilo sencillo de vida, ir a la búsqueda de los heridos –divorciados vueltos a casar, nuevas parejas, gais…– en vez de quedarse al resguardo de lo cómodo. Pero no es fácil. La inercia de muchos siglos nos contemplan y es más sencillo acostumbrarse a ser rico que a ser pobre… Como tampoco es fácil que después de décadas mirando para otro lado, la Iglesia en su conjunto se esté convenciendo de que la “tolerancia cero” es la única respuesta a la pederastia. Aunque tarde, se empiezan a dar pasos en ese sentido.

¿Cómo considera que ha sido vivido esto en el Vaticano?
— Pablo Ordaz: Muchos aún no se han repuesto a la sorpresa. No tanto a la sorpresa de ver asomarse al balcón a un Papa llegado del fin del mundo, con zapatos gastados, una cruz de plata y pidiendo a los fieles reunidos en San Pedro que rezaran por él, sino a la sorpresa de que no se tratara sólo de gestos, puro marketing, maquillaje para cubrir las heridas… Ya no hay duda de que Bergoglio está dispuesto a cambiar la Iglesia para siempre, que sabe que tiene poco tiempo y que, por tanto, lo va a hacer cueste lo que cueste y pese a quien pese. Ante ello, solo hay dos opciones, o ayudarle en la empresa o exponerse a ser arrastrado por el huracán. Está claro que hay resistencias –y ahí están las filtraciones de los últimos días sobre los supuestos dispendios del cardenal George Pell–, pero creo que en líneas generales se está saliendo con la suya.

De vez en cuando el Papa usa palabras e imágenes claras pero políticamente incorrectas ¿Cómo ve esto?
— Pablo Ordaz: Decía el escritor Ennio Flaiano que, en Italia, la línea más corta entre dos puntos suele ser el arabesco. La Iglesia oficial, tan vinculada a Italia para lo bueno y para lo malo, ha abusado en demasía del arabesco, de los mensajes cifrados, para dirigirse a los fieles. El resultado ha sido demasiadas veces un corte en la comunicación, una distancia insalvable entre los doctores de la Iglesia y los católicos de a pie. El resultado –o uno de ellos– puede verse en la huída, sobre todo en América, de cientos de miles de católicos a otras confesiones. Bergoglio prefiere hablar de tú a tu, hacerse entender, salirse del guión, apelar a la emoción cuando habla de las madres que pierden a sus hijos en el mar de Lampedusa e incluso a la crítica sin tapujos cuando se refiere a la cara de funeral o a la vida mundana de algunos curas y monjas. Y, a veces, alguna de esas frases suyas analizada de forma aislada, sin el contexto adecuado ni el filtro de lo políticamente correcto, puede provocar polémica. Pero me da la impresión de que Francisco prefiere equivocarse y llegar a la gente a elaborar discursos fríos y distantes.

El papa Francisco habla mucho de Jesús, de las parábolas del evangelio…
— Pablo Ordaz: Sí, y a mí me llama mucho la atención que los discursos del Papa –y cuya copia original nos hace llegar la oficina de prensa del Vaticano—están llenos de referencias constantes a las escrituras. El otro día conté 22 en una homilía de dos folios y medio. Me decía hace poco una amiga suya argentina que Bergoglio es un gran conocedor de la Biblia y que jamás lee un texto que no haya trabajado y escrito él mismo. Pero además yo me malicio que también lo hace para despejar, de puertas para adentro, cualquier sospecha: quiere dejar claro que la Iglesia que él sueña y predica –la de la periferia, la de los pastores con olor a oveja—no es otra que la de los orígenes. Que más que una teoría nueva lo que está haciendo es quitarle escombros de encima al discurso de los orígenes.

¿Qué otra consideración podría hacer sobre estos dos años de pontificado?
— Pablo Ordaz: Hay un resultado claro. Independientemente de que el papa Francisco guste a unos más y a otros menos, lo que sí queda claro es que ha colocado a la Iglesia en el centro del debate en todo el mundo. Su mensaje es escuchado por propios y extraños y, por añadidura, está utilizando la poderosa maquinaria diplomática del Vaticano para mediar en conflictos como el de Oriente Próximo o en el exitoso acercamiento entre Estados Unidos y Cuba. A veces hay que separarse de un cuadro para tener una visión más nítida, y las pequeñas guerras de poder que siguen existiendo en el Vaticano son “peccata minuta” en comparación con todos los aspectos interesantes del todavía corto pontificado de Jorge Mario Bergoglio.

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Sergio Mora

Buenos Aires, Argentina Estudios de periodismo en el Istituto Superiore di Comunicazione de Roma y examen superior de italiano para extranjeros en el Instituto Dante Alighieri de Roma. Periodista profesional de la Associazione Stampa Estera en Italia, y publicista de la Orden de periodistas de Italia. Fue corresponsal adjunto del diario español El País de 2000 a 2004, colaborador de los programas en español de la BBC y de Radio Vaticano. Fue director del mensual Expreso Latino, realizó 41 programas en Sky con Babel TV. Actualmente además de ser redactor de ZENIT colabora con diversos medios latinoamericanos.

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