El Santo Padre lo prometió en su visita a Caserta, el 26 de julio del año pasado. Y así ha sido. Este sábado 21 de marzo, Francisco pasa la jornada en Pompeya y Nápoles. Horas antes de la llegada del Pontífice, la ciudad ultima los preparativos para recibirle.
Será un día intenso, como es habitual en los viajes del Santo Padre. Carteles, pancartas y fotografías en las casas y las plazas anuncian la llegada de Francisco. Unos dos mil voluntarios están preparados para garantizar que todo salga según lo previsto.
Scampia, uno de los barrios más conflictivos de la ciudad, será la primera parada del Pontífice. Allí le recibirán 6100 personas, con 500 niños y 800 fieles de las comunidades parroquiales con distintas categorías sociales representadas: del mundo de la cultura, laboral, marginados, inmigrantes… El Papa dará allí el primer discurso del día y a continuación se dirigirá a la plaza del Plebiscito donde celebrará la eucaristía.
En el Plebiscito está prevista la presencia de unas 30 mil personas de pie y unas cuatro mil sentadas. Además, estará presente la Asociación nacional de intérpretes de lenguaje de signos que dará la posibilidad de seguir la misa a las personas sordas.
Los presos de la cárcel Avellino han confeccionado los trajes que llevarán los jóvenes componentes de las siete bandas musicales, que tocarán en la celebración de la tarde en el paseo marítimo. Son 350 jóvenes procedentes de las periferias napolitanas, seleccionados por la diócesis y que están siguiendo un recorrido educativo a través de la música.
Asimismo, en el encuentro en la Catedral con el clero, está prevista la presencia de 66 monjas, 150 diáconos, 100 seminaristas, 200 religiosas, 50 personas de la curia y unos mil fieles. Mientras que en el acto de la Basílica de Jesús Nuevo participarán 800 personas enfermas, además de 20 en camillas y 30 en silla de ruedas. También estarán presentes 20 capellanes hospitalarios, 120 de la comunidad parroquial de Jesús Nuevo y 40 padres jesuitas. Mientras tanto, en la Rotonda Diaz están previstos 600 asientos, de los cuales 150 están reservados a los ancianos y 150 para niños y jóvenes enfermos.
El último encuentro del Pontífice en Nápoles será con los jóvenes, en el paseo marítimo. Al finalizar la jornada, un espectáculo de fuegos artificiales despedirá al Santo Padre antes de que emprenda su viaje de regreso al Vaticano.