Franco Espósito capellán de la cárcel de Poggioreale, que el papa ha vistado en Nápoles este sábado, ha visto nacer verdaderas flores. En una cárcel definida la peor de Italia, hay quien encontró la vocación al sacerdocio, se registró la reconciliación de familias, y ladrones y asesinos que decidieron cambiar de vida y orientarse hacia el bien.
El Papa comió en la mesa con algunos detenidos. «Una escena evangélica –dijo el capellán– que llega más que una catequesis».
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Poggioreale, es una de las cárceles más antiguas de Italia. También una de las más llenas ¿Qué realidad encontrará el Papa este sábado?
— Capellán Espósito: Es una realidad difícil. Hasta hace algún mes atrás la cárcel de Poggioreale sufría de una excesiva población carcelaria. Habíamos llegado a 2900 detenidos cuando su capacidad es de 1400. Tuvimos que limitar los proyectos. Solamente 200 de los 1900 retenidos fijos trabaja y una parte importante de ellos permanecen encerrados durante 22 horas al días en las celdas.
¿O sea que esta cárcel sige siendo el infierno de Italia, como muchos la definen?
— Capellán Espósito: Se registraron mejoras pero sigue siendo una de las peores cárceles de Italia. El problema es que muchos han sido transferidos a otras cárceles y diversas actividades y proyectos de reeducación y de reinsersión social quedaron interrumpidos. Y esto representa un gravísimo problema.
Porque estas actividades son las únicas cosas que sirven cuando uno está en la cárcel. La mejora de la gente sucede cuando tienen contacto con una realidad positiva, con un proyecto que los haga crecer, madura, tomar conciencia del mal cometido. Cuando esto sucede en el ser humano nace el deseo de vivir de manera diversa, de vivir haciendo el bien.
¿Tienen experiencias en este sentido?
— Capellán Espósito: Sí. Sobre todo, en los grupos de evangelización que están presentes en todo los pabellones. Así se reflexiona sobre la propia vida, munchos toman conciencia de sus delitos, de sus pecados, y maduran un deseo de orientar la propia vida hacia el bien. El encuentro con un operador, con el voluntario, es fundamental, porque es una persona que mira al detenido no por el crimen que cometió, sino para aceptarlo como persona. Existen tantos fracasos, pero también tantas experiencias lindas. Por ejemplo, tenemos a un joven que salió hace seis años de la cárcel y que ahora es un voluntario, cuida a otro jóvenes, realiza este servicio compasión. También otros detenidos, una vez que han salido, al encontrar un mínimo de acogida en el exterior y una pequeña inserción laboral, han logrado cortar las relaciones negativas y comenzar una nueva vida.
¿Usted cree que el sistema penitenciario actual es adecuado para hacer frente a este tipos de exigencia?
— Capellán Espósito: No, porque primero se necesita un proyecto político que prevenga. O sea una atención hacia los grupos más débiles. Digamos la verdad, como dijo el papa Francisco, en la cárcel están los peces pequeños, mientras que los grandes están afuera nadando libremente. Por lo tanto, la cárcel como está estructurada ahora es una institución que no da aquello a lo que la persona tiene derecho: reeducación, inserción, afecto.
¿A la luz de todo esto que significado tiene la presencia del Papa aquí?
— Capellán Espósito: El Papa viene personalmente a Poggioreale para comer con los detenidos. Esto es especialmente significativo, porque Francisco no viene a realizar una celebración o una oración. Él viene a sentarse aquí en la mesa con los detenidos. Es un anuncio evangélico: Jesús amaba almorzar con los publicanos y pecadores. Cristo no ha juzgado a esta gente, sino que ha estado a su lado.
¿Cómo han recibido los detenidos la noticia de que el Papa se va a sentar a su lado?
— Capellán Espósito: Ellos han entendido las intenciones del Santo padre y han querido recambiar el afecto preparando con atención y durante meses este evento. Por ejemplo, han trabajado más horas al día restaurando la iglesia, preparando el jardín. Han comprado una estatua de san Francisco y con las manos han realizado una imagen del papa Francisco en hierro batido. Incluso han seguido un curso de cocina para prepararle el almuerzo…
Además, hubo también una preparación espiritual. Todos los detenidos de todos los pabellones han participado en el grupo de oración y catequesis, sabiendo que el Papa viene a confirmar la presencia de la iglesia, que no los excluye sino que los acoge.
Seguramente tenemos que denunciar el mal, las injusticias, la camorra (nombre de la mafia napolitana), también con claridad, pero sobre todo estamos llamados a amar a la persona, porque solamente el amor cambia nuestro corazón. Y esto el Papa no sólo lo enseña, sino que lo demuestra continuamente con sus palabras y con sus gestos concretos.
¿Cómo han elegido a las personas que almorzarán con el Santo Padre?
— Capellán Espósito: Hemos hecho un sorteo de manera que esté un representante por cada pabellón. Por lo tanto hay tóxicos, transexuales y cuatro enfermos de SIDA. Otro comensal es del centro clínico y está en silla de ruedas. Al único que hemos elegido directamente es a un argentino, en la cárcel por transporte internacional de droga, tiene que descontar aún 15 años; le hará una pregunta al Papa. En cada caso habrá solamente detenidos y ninguna autoridad, por deseo del mismo Francisco.
¿Y ellos cocinarán por lo tanto para Francisco?
— Capellán Espósito: Sí. Cocinarán lo que se come cada día, pero con el corazón. También esto es por deseo del Santo Padre: un menú simple, como el de los detenidos cada día. Alguno quería hacer venir un catering, pero la voz llegó a Roma y Francisco bloqueó la propuesta. Por lo tanto en la mesa habrá fideos al horno, rodajas de carne de ternera, coliflor y papas.
El postre será para todas las personas de la cárcel. Ha sido una iniciativa del presidente del Tribunal de vigilancia que quiso ofrecerlo a todos, o sea 1900 dulces.
Estaba mirando esta frase en el cuadro “De los diamantes no nace nada, del estiércol nacen las flores”.
— Capellán Espósito: Sí, hay una flor en particular muy linda, que está aquí desde hace cuatro años, y que dentro de poco saldrá. Es un joven de 27 años del cual no digo el nombre, que una vez afuera iniciará seriamente en camino hacia el sacerdocio. Es una cosa que me conmueve. También comerá en la mesa con el Papa. Hay también otros casos, de personas que se han reconciliado con sus esposas, que no tenían una vida ni reglas, y han comenzado a descubrir un modo nuevo de vivir en sociedad y en familia. Tantas flores en medio también de tantos fracasos.