Después de la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, el papa Francisco recitó el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Dirigiéndose a todos los participantes en la Eucaristía, el Santo Padre les dijo:
«Al final de esta celebración, saludo con afecto a todos vosotros aquí presentes, en particular a los jóvenes. Queridos jóvenes, os exhorto a proseguir vuestro camino tanto en las diócesis, como en la peregrinación a través de los continentes, que os llevará el próximo año a Cracovia, patria de san Juan Pablo II, iniciador de las Jornadas Mundiales de la Juventud. El tema de aquel gran Encuentro: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios», encaja bien con el Año Santo de la Misericordia. Dejaros llenar de la ternura del Padre, ¡para difundirla a vuestro alrededor!
Y ahora nos dirigimos en oración a María nuestra Madre, para que nos ayude a vivir con fe la Semana Santa. También Ella estaba presente cuando Jesús entró en Jerusalén aclamado por la multitud; pero su corazón, como aquel del Hijo, estaba dispuesto al sacrificio.
Aprendamos de Ella, Virgen fiel, a seguir al Señor también cuando su camino lleva a la cruz.
Confío a su intercesión a las víctimas del desastre aéreo del pasado martes, entre las que había también un grupo de estudiantes alemanes».
Al término de estas palabras, el Pontífice rezó la tradicional oración mariana:
Angelus Domini nuntiavit Mariae…
(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)
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(IDV)