Banderas de todos los países ondeaban esta mañana en la plaza de San Pedro para recibir al papa Francisco. Como cada miércoles, en torno a las 9.30 de la mañana, el Santo Padre ha llegado a la plaza, donde le esperaban miles de fieles. Previamente, se había reunido en Santa Marta con un grupo de niños enfermos. Durante el recorrido en la plaza, en algunos momentos, Francisco bajaba del jeep descubierto para saludar más de cerca a los presentes, y poder darles la mano. Y así lo ha hecho con un numeroso grupo de chinos, que entusiasmadas agitaban sus banderines. Los niños eran acercados hasta el papamóvil para que el Papa pudiera darles una bendición. Mientras el Pontífice hacía su habitual recorrido por los pasillos de la plaza, una orquesta tocaba los instrumentos, y entre las canciones ha sonado el conocido tango Por una cabeza.
El Papa ha con motivo del 70º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, que se celebra en estos días, ha pedido al Señor, que por la intercesión de María Reina de la Paz, «la sociedad humana aprenda de los errores del pasado». Así como que “frente a los conflictos actuales que están golpeando algunas regiones del mundo, todos los responsables civiles se comprometan en la búsqueda del bien común y en la promoción de la cultura de la paz”.
Tras las catequesis de las últimas semanas sobre matrimonio y complementariedad entre el hombre y la mujer, el Papa ha reflexionado esta semana sobre la belleza del matrimonio. En el resumen hecho por el Santo Padre en español ha indicado: “Queridos hermanos y hermanas: la catequesis de hoy está dedicada a la belleza del matrimonio cristiano, que no es simplemente la belleza de la ceremonia que se hace en la iglesia, sino del sacramento que se hace a la Iglesia iniciando una nueva comunidad familiar”.
El matrimonio –ha asegurado el Papa– es un gran misterio que tiene la gran dignidad de reflejar el amor de Cristo a su Iglesia. Todos los cristianos estamos llamados a amar como Cristo nos amó, pero el marido dice el apóstol Pablo, debe amar a su mujer “como a su propio cuerpo” como Cristo “ama a su Iglesia”. Asimismo ha añadido que “esta radicalidad evangélica restablece la reciprocidad originaria de la creación. El sacramento del matrimonio es un acto de fe y de amor, en el que los esposos, mediante su libre consentimiento, realizan su vocación de entregarse sin reservas y sin medida”.
La Iglesia –ha proseguido– está totalmente implicada en cada matrimonio cristiano: se edifica con sus logros y sufre sus fracasos. Asumamos seriamente la responsabilidad que se desprende de este vínculo indisoluble. “La decisión de ‘casarse en el Señor’ tiene también una dimensión misionera, pues requiere que los esposos estén dispuestos a ser transmisores de la bendición y de la gracia del Señor para con todos”, ha concluido.
A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular “a los Oficiales de la Academia Superior de Policía de Colombia” así como “a los grupos venidos de España, México, Argentina, Guatemala, Venezuela y otros países latinoamericanos. Y ha añadido: “Queridos hermanos y hermanas, pidamos para que el matrimonio y las familias sean un reflejo de la fuerza y de la ternura de Dios en nuestra sociedad”.
Tras los saludos en diversas las lenguas, Francisco ha dedicado unas palabras a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. El Papa ha recordado que hemos iniciado el mes mariano. Por eso, ha pedido a la Madre de Dios que sea para los jóvenes “refugio en los momentos más difíciles. Y que le ayude a los enfermos a “afrontar con valentía la cruz cotidiana”. Finalmente, para los recién casados ha deseado que María sea referencia “para que vuestra familia sea un hogar doméstico de oración y recíproca comprensión”.