La intolerancia y la discriminación contra los cristianos ha sido el tema de la conferencia realizada por la Organización por la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), en la que participaron varios estados de la región, una delegación de las Conferencias episcopales europeas (CCEE), un observador de la Santa Sede y diversas ONGs comprometidas contra la discriminación y la intolerancia.
La OSCE con sede en Viena, está conformada por 57 estados: todos los países de Europa (incluida la Federación Rusa, más los de Asia Central, Estados Unidos y Canadá). Durante tres sesiones, el debate se ha centrado en la necesidad de prevenir y combatir la intolerancia y la discriminación contra los cristianos en la región OCSE, en particular sobre los crímenes inspirados por el odio, la exclusión y la negación de los derechos.
La delegación de la CCEE, presidida por su vicesecretario general, el sacerdote Michel Remery, indicó que se registra un aumento de la intolerancia religiosa en el mundo, y señaló que «está bien documentado que cada año los cristianos son el credo religioso más perseguido y discriminado a nivel global». Y que «en algunas regiones colindantes con la región de la OSCE, se podría incluso hablar de persecuciones con tendencias genocidas”.
En cambio, centrándose en la región OSCE, calificó de “particularmente preocupante” la existencia de una línea de separación clara “entre la fe religiosa y la práctica religiosa”. O sea que a los cristianos les indican con frecuencia, incluso con actos judiciales, que “en privado pueden creer en lo que quieran y celebrar en los templos su culto como deseen pero no puede actuar a partir de esta convicción en público”.
La tolerancia hacia cualquier punto de vista –indicó la delegación de la CCEE– no debería llevar a la intolerancia hacia los otros. Y no se puede ser intolerantes o discriminatorios contra los credos religiosos en nombre de la tolerancia, y cada cosa tiene que ser llamada por lo que es. Negar un lugar en la esfera pública a temas morales religiosamente informados es intolerante, anti democrático y antireligioso.
Por lo tanto, exhortan a los estados participantes a «actuar de forma clara contra tales crímines de odio y a proteger a los cristianos en sus territorios. Además, les animamos a señalar estos incidentes y a comprometerse seriamente para garantizar que todos los ciudadanos, incluidos los cristianos, puedan vivir en paz, profesar y practicar libremente su fe».
(HSM) (RLG)