“Quien día tras día asume su trabajo con seriedad y compromiso, poniéndolo a disposición de la comunidad, y en especial de los que están en peligro o se encuentran en situaciones de gran dificultad ‘sale’ hacia el prójimo y lo sirve. Y actuando de esta manera, realiza la propia vida, también en el caso de perderla, como hizo Jesús muriendo en la cruz”.
Así lo ha indicado el santo padre Francisco esta mañana a los familiares de los miembros de la Policía de Estado gravemente heridos o fallecidos en servicio. El Papa ha agradecido a los presentes su testimonio de esperanza cristiana, su fidelidad a las instituciones y a una misión que “requiere el valor de socorrer a quien se encuentra en peligro y de detener al agresor”. Además, ha asegurado que la sociedad está en deuda con ellos por la posibilidad de vivir con orden y libres de la arrogancia de los violentos y los corruptos.Todo trabajo honesto –ha afirmado– contribuye al bien de todos y si se realiza con dedicación y pasión, favorece al crecimiento de la persona y de la sociedad, dando también los medios necesarios para una existencia libre y digna.
El Papa ha observado que en estos años la Policía ha ofrecido una contribución decisiva, la de gestionar la llegada a Italia de refugiados que huyen de las guerras y las persecuciones. Así, ha observado que están en “primera línea” tanto en la acogida inicial como en la lucha contra los traficantes sin escrúpulos. En esta obra –ha subrayado el Pontífice– se distinguen por el espíritu de servicio y humanidad, sintiendo el impulso, antes incluso que los reglamentos y las disposiciones de las leyes, por el imperativo moral de hacer el bien, de salvar el mayor número de personas y no ahorrar en el donar energías y tiempo para este compromiso.
Por otro lado, ha precisado que entre las diversas profesiones “la vuestra se configura como una auténtica misión y conlleva la acogida y la puesta en práctica concreta de actitudes y valores de relevancia especial para la vida civil”. Con esto el Papa se refiere “al fuerte sentido del deber y de la disciplina, a la disponibilidad al sacrificio, hasta si es necesario, dar la vida por la tutela del orden público, por el respeto de la legalidad, por la defensa de la democracia y la lucha contra la criminalidad organizada y del terrorismo”.
Asimismo, Francisco ha asegurado que “quien sirve con valentía y abnegación a la sociedad, encuentra, junto a las dificultades y a los riesgos unidos al propio papel, una forma de realización de sí muy elevada, porque camina en la vía de Nuestro Señor, que quiere servir y no ser servido”.
El testimonio de los valores cristianos es aún más elocuente en este tiempo, en el cual, “al impulso generoso de muchos, a menudo no le sigue la capacidad de canalizarlo en un compromiso coherente y constante”, ha explicado. En nuestro tiempo –ha añadido– resulta más fácil comprometerse en algo provisional y parcial.
Además, el Papa ha reconocido que “la acción desarrollada por las fuerza de la Policía recuerda algo sólido en el tiempo, que, incluso en las situaciones que cambian, presenta una constante que atraviesa varias épocas: la de garantizar a todos los ciudadanos la legalidad y el orden”.
Para finalizar el discurso, el papa Francisco ha exhortado a los presentes a sentirse orgullosos de su trabajo y a continuar sirviendo al Estado, a todos los ciudadanos y a cualquier persona en peligro. “En la defensa de los débiles y de la legalidad se encuentra el verdadero sentido de vuestro servicio y se da ejemplo al país, que necesita personas que lo sirvan con desinterés, generosidad y continuidad”, ha concluido.