El Santo Padre ha criticado una vez más el sistema económico mundial que no pone en el centro al hombre y la mujer sino al “dios dinero”. Un dios –ha explicado el Papa– que destruye y provoca la cultura del descarte. Descarta a los niños porque no nacen, se les explota o se les mata antes de nacer. Descarta a los ancianos porque no tienen una atención digna, no tienen medicinas y tienen pensiones miserables. Y descarta también a los jóvenes porque no pueden trabajar. Este es “el sacrificio que esta sociedad mundana y egoísta ofrece al dios dinero que está al centro de nuestro sistema económico mundial”, ha precisado. Lo ha hecho durante la audiencia con las Asociaciones Cristianas de Trabajadores Italianos, en ocasión del 70 aniversario de su fundación.
Durante su discurso, el Papa ha llamado la atención sobre la amplitud y la velocidad de reproducción de las desigualdades y esto ‘¡no podemos permitirlo!, ha exclamado. Debemos proponer –ha asegurado– alternativas justas y solidarias que sean realmente practicables.
A propósito, Francisco ha asegurado que la extensión de la precariedad, del trabajo negro y de los chantajes, hace experimentar, sobre todo a las jóvenes generaciones, que la falta de trabajo quita dignidad, impide la plenitud de la vida humana y reclama una respuesta rápida y con fuerza.
Por eso, el Papa les ha invitado a realizar un sueño que vuela “aún más alto”: Debemos hacer que a través del trabajo el ser humano exprese y aumente la dignidad de la propia vida. Tras esta breve introducción Francisco se ha detenido a explicar cuatro características del trabajo.
En primer lugar ha hablado del trabajo libre. El Santo Padre ha observado que la verdadera libertad del trabajo significa que el hombre hace que el mundo encuentre su fin. Por eso Francisco ha condenado que demasiado a menudo el trabajo oprime a distintos niveles, “de un hombre hacia otro”, “de nuevas organizaciones esclavistas que oprimen a los más pobres”, en particular “muchos niños y muchas mujeres se someten a una economía que obliga a un trabajo indigno”. De este modo el Papa ha pedido hacer que el trabajo no sea instrumento de alienación, sino de esperanza y de vida nueva.
A continuación ha hablado del trabajo creativo. “Cada hombre lleva en sí una capacidad única y original de sacar de sí mismo y de las personas que trabajan con él el bien que Dios le ha puesto en el corazón”, ha afirmado. No podemos –ha proseguido– cortar las alas a quienes, en particular los jóvenes, tienen tanto que ofrecer con su inteligencia y capacidad.
En tercer lugar ha hablado del trabajo participativo. “Para poder incidir en la realidad, el hombre está llamado a expresar el trabajo según la lógica que más le es propia, esa relacional, es decir, ver siempre en el fin del trabajo el rostro del otro y la colaboración responsable con otras personas”, ha observado el Pontífice.
Finalmente ha hablado del trabajo solidario. Francisco ha recordado a los presentes que cuando atienden a personas que han perdido y están buscando trabajo deben “ofrecer la propia cercanía, la propia solidaridad”. También es necesario “dar instrumentos y oportunidades adecuadas”, ha añadido.
El Santo Padre ha continuado su discurso explicando otros tres aspectos. El primero, la presencia de la Asociación fuera de Italia. Recordando los numerosos jóvenes que emigran para buscar un trabajo apto a su formación, Francisco ha exhortado a los presentes a animarles y acogerles, apoyarles en su recorrido. En sus ojos –ha añadido– podéis encontrar un reflejo de la mirada de vuestros padres o de vuestros abuelos que fueron lejos para trabajar.
Además, el Papa ha recordado que la Asociación está afrontando el tema de la lucha contra la pobreza y el empobrecimiento de las clases medias. Así, ha reconocido que la propuesta de un apoyo no solo económico a las personas por debajo del umbral de la pobreza absoluta puede llevar a beneficios de toda la sociedad. Al mismo tiempo –ha añadido– se debe evitar que caigan en la pobreza aquellos que hasta ayer tenían una vida digna. Tal y como ha advertido “hace falta muy poco hoy para convertirse en pobre”. Desde la pérdida del trabajo hasta la llegada de un hijo, ha observado. Y finalmente, el Pontífice ha invitado a los presentes a que su compromiso tenga siempre su principio y su unión en lo que ellos llaman “inspiración cristiana”.