La nueva evangelización es “tomar conciencia del amor misericordioso del Padre que nos convierte también a nosotros en instrumentos de salvación para nuestros hermanos”. Lo ha dicho el papa Francisco este viernes a los participantes de la plenaria del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, que ha llevado por tema “Relación entre evangelización y catequesis”.
El Santo Padre ha recordado que ha confiado el Año Santo de la Misericordia a este dicasterio para que “aparezca de forma más evidente que el don de la misericordia es el anuncio que la Iglesia está llamada a transmitir en su obra de evangelización en este tiempo de grandes cambios”. La misión es siempre la misma, pero “el lenguaje para anunciar el Evangelio pide ser renovado con sabiduría pastoral”, ha afirmado Francisco.
De este modo, el Pontífice ha recordado que este tiempo tiene grandes desafíos y no debemos tener miedo de “hacerlos nuestros”. De hecho, “solo en la medida en la que nos hagamos cargo, seremos capaces de ofrecer respuestas coherentes porque están elaboradas a la luz del Evangelio”.
El Papa ha asegurado en su discurso que esto es lo que los hombres esperan hoy de la Iglesia: “que sepa caminar con ellos ofreciendo la compañía del testimonio de la fe, que se hace solidaria con todos, en particular con los que están más solos y marginados”.
¡Cuántos pobres esperan el Evangelio que libera! ¡Cuántos hombres y mujeres, en las periferias existenciales generadas por la sociedad consumista, esperan nuestra cercanía y nuestra solidaridad!, ha exclamado.
Asimismo, ha subrayado la importancia de «la catequesis como espacio dentro del cual la vida de los cristianos madura porque hace experiencia de la misericordia de Dios». Pero no con una idea abstracta de misericordia, “sino una experiencia concreta con la que comprendemos nuestra debilidad y la fuerza que viene de lo alto”. Además, ha confirmado que “la ayuda que invocamos es ya el primer paso de la misericordia de Dios hacia nosotros”. Él –ha asegurado– viene a salvarnos de la condición de debilidad en la que vivimos. Y su ayuda consiste en hacernos captar su presencia y su cercanía. Día a día, tocados por su compasión, podemos también nosotros hacernos compasivos con todos.
Por otro lado, ha señalado también que el Espíritu Santo, que es el protagonista de la evangelización, es también el artífice del crecimiento de la Iglesia en el comprender la verdad de Cristo. Es Él –ha proseguido– quien abre el corazón de los creyentes y lo transforma para que el perdón recibido pueda convertirse en experiencia de amor por los hermanos.
Durante su discurso, el Pontífice ha explicado que la pregunta sobre cómo estamos educando a la fe no es retórica sino esencial. La respuesta requiere “valentía, creatividad y decisión de emprender caminos a veces aún inexploradas”.
Finalmente, el Obispo de Roma ha afirmado que la catequesis necesita ir más allá de la simple esfera escolar, para educar a los creyentes, desde niños, para encontrar a Cristo, vivo y operante en su Iglesia. Y “el encuentro con Él es lo que suscita el deseo de conocerle mejor y por tanto de seguirle y de convertirse en sus discípulos”. Por esta razón, el Papa ha reconocido que “el desafío de la nueva evangelización y de las catequesis, por tanto, se juega precisamente sobre este punto fundamental: cómo encontrar a Cristo, cuál es el lugar más coherente para encontrarle y seguirle”.
(HSM)