El papa Francisco ha recibido este jueves en audiencia, a los prelados de la Conferencia episcopal de Letonia y Estonia que acaban de concluir su visita ‘ad Limina’, a quienes les ha entregado un texto, prefiriendo conversar con ellos sobre los temas escritos.
En el texto que les ha entregado, les recuerda que el Señor «los ha elegido para trabajar en una sociedad que, después de haber estado oprimida durante mucho tiempo por regímenes fundados en ideologías contrarias a la dignidad y la libertad humana, hoy está llamada a medirse con otras trampas peligrosas, como el secularismo y el relativismo».
Y les indica que si «ello puede hacer que sea más difícil la acción pastoral, les exhorto a continuar sin descanso, sin perder nunca la fe, a anunciar el Evangelio de Cristo, la Palabra de salvación para la gente de todas las edades y todas las culturas».
Les animó también a cuidar de la formación de los sacerdotes, tanto en el ámbito teológico y eclesial, como en la madurez humana, enraizada en una espiritualidad sólida y caracterizada por la apertura amable y capaz de discernimiento de la realidad del mundo en que vivimos»
Y de saber contar con el apoyo y «la presencia de los hombres y mujeres de vida consagrada» quienes deben entender «que no son apreciados sólo por los servicios que prestan, sino todavía más por la riqueza intrínseca de sus carismas y su testimonio, por el hecho mismo de que existen, difundiendo entre el pueblo de Dios el aroma de Cristo siguiendo el camino de los consejos evangélicos».
»La participación de los fieles laicos –les recuerda el Papa– es indispensable para la misión evangelizadora», pues como dice el Concilio Vaticano II, «están llamados a asumir en ámbito cultural, social y político, y también en el caritativo y catequético». Recordando que «los fieles laicos son el trámite vivo entre lo que predicamos nosotros, los pastores, y los diversos ambientes sociales».
El Papa recordó la necesidad de promover la familia, aunque lamentó que hoy «el matrimonio se considera una forma de gratificación afectiva que puede constituirse de cualquier modo y modificarse según la sensibilidad de cada uno». O sea una «concepción reductiva» que «influye en la mentalidad de los cristianos, y lleva a la facilidad en el recurso al divorcio o a la separación».
«Como pastores –les indica el Santo Padre– estamos llamados a interrogarnos sobre la preparación al matrimonio y también sobre cómo ayudar a las personas que viven estas situaciones, para que los niños no se convierten en las primeras víctimas y los cónyuges no se sientan excluidos de la misericordia de Dios y de la solicitud de la Iglesia, sino que sean ayudados en el camino de la fe y de la educación cristiana de los hijos».
Por último, el Santo Padre recuerda la crisis económica y social que también ha afectado a Estonia y Letonia provocando una emigración cuyo resultado ha sido un gran número de »familias monoparentales que necesitan una atención pastoral especial».
Fuente: Vatican Information Service