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El Papa a los ortodoxos: 'Lo que nos une es superior a lo que nos divide'

El Pontífice ha recibido en audiencia al  patriarca siro-ortodoxo de Antioquía y de todo Oriente, Mor Ignatius Aphrem II, y a su delegación

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 La Iglesia siro-ortodoxa es una Iglesia de mártires desde el inicio y hasta ahora. En Oriente Medio continúan padeciendo, junto con otras comunidades cristianas y minorías, terribles sufrimientos provocados por la guerra, la violencia y las persecuciones. ¡Cuánto dolor! ¡Cuántas víctimas inocentes! ha exclamado el santo Padre Francisco en un encuentro con el patriarca siro-ortodoxo de Antioquía y de todo Oriente, Mor Ignatius Aphrem II, y su delegación. Además, en la Capilla Redemptoris Mater, han celebrado un momento de oración común.

Y frente a esta situación, parece que los poderosos de este mundo sean incapaces de encontrar soluciones, ha advertido.      

Esta visita –ha afirmado el Papa– refuerza los lazos de amistad y de fraternidad que unen nuestras Iglesias, la Sede de Roma y la Sede de Antioquía. A propósito, ha recordado que San Ignacio, maestro de unidad entre los fieles en Cristo, exhortó a ser “una sola oración, una sola súplica, una sola mente, una sola esperanza en la caridad” a converger “todos como al único templo de Dios, en torno al único altar que es el único Jesucristo que procediendo del único Padre ha vuelto unido a Él”.

Del mismo modo, Francisco ha querido recordar que cuando el patriarca Mor Ignatius Jacob III y el papa Pablo VI se encontraron en Roma en 1971, iniciaron conscientemente lo que podemos definir una “peregrinación santa” hacia la plena comunión entre nuestras Iglesias. Y esto continuó con los encuentros entre el patriarca Mor Ignatius Zakka Iwas y san Juan Pablo II, primero en  Roma y después en Damasco,  marcando así nuevos pasos adelante, introduciendo elementos concretos de colaboración pastoral por el bien de los fieles.

En el discurso, el Pontífice ha invitado a rezar juntos “por las víctimas de esta violencia brutal y de todas las situaciones de guerra presentes en el mundo”. Y así ha dedicado un pensamiento especial al metropolitano Mor Gregorios Ibrahim y al metropolitano de la Iglesia greco-ortodoxa Paul Yazigi, secuestrados juntos hace más de dos años. También ha recordado a algunos sacerdotes y muchas personas, de distintos grupos, quienes han sido privados de su libertad. “Pidamos al Señor la gracia de estar siempre preparados para el perdón y trabajar por la reconciliación y la paz”, ha exhortado.

Esto es lo que nos anima el testimonio de los mártires, ha añadido. “La sangre de los mártires es una semilla de unidad de la Iglesia e instrumento de edificación del reino de Dios, que es reino de paz y de justicia”, ha indicado Francisco.

Asimismo, ha invitado a reforzar aún más los lazos de amistad y fraternidad entre las dos Iglesias en este “momento de dura prueba y de dolor”. Y así, ha pedido acelerar nuestra pertenencia a la única Iglesia de Cristo en torno al mismo altar del sacrificio y de la alabanza. “Intercambiemos los tesoros de nuestras tradiciones como dones espirituales, porque lo que nos une es superior a los que nos divide”, ha concluido.                     

    

 

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Rocío Lancho García

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