Por Sacramento Rosales
Durante la celebración eucarística nos encontramos con un par de momentos importantes en los que nuestra participación demostrativa se hace indispensable: “la doxología” es una de ellas. Podemos anticipar a los niños que se fijen en las manos del sacerdote, que se elevarán, resaltando el sentido de alabanza que vamos a vivir en la misa.
Del griego doxa (gloria) y logos (palabra) es una palabra de gloria, de alabanza y bendición, por lo general se usa trinitariamente al final de una oración o himno.
Primero en el himno del Gloria. Enseguida y el más importante cuando concluye la Plegaria eucarística, escuchamos entonces esta doxología que recitará el celebrante: “Por Cristo, con Él y en Él a ti, Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos…” y entonces el pueblo reunido la concluye respondiendo con un “…Amén”, que significa, “así sea”.
Cada parte de la misa es especial y más cuando la vivimos con los pequeños. Es por ello muy importante que queramos transmitirles como mejor podamos, con ejemplos sencillos, la importancia y el significado de cada rito dentro de ella. Las respuestas a menudo nos salen al rescate en los ejemplos más cotidianos.
Viendo en catequesis los corazones pintados en la portada del cuaderno de una de las niñas, quise llevarlo a explicar que es la doxología. Tras preguntar a la niña porqué tenía escrito el nombre de un chico en un grandote corazón rojo pintado, me explicó que estaba enamorada y se sentía muy feliz porque el chico también la quería. Algo muy parecido es lo que nos ocurre en la Santa Misa.
Toda nuestra relación con Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo podemos resumirla dentro de un corazón dibujado.
En una sola palabra, en una doxología, una alabanza, glorificación compartida con todos los que en ese momento se sienten igual de bendecidos que nosotros y así lo manifiestan.
Del mismo modo que si veo un corazón como este, sé que lo ha pintado alguien enamorado, que es lo más bonito, lo más grande, la palabra más apropiada para resumir todo lo que Dios nos hace sentir a cada uno en especial y en conjunto todos juntos, por Él y con Él: alabando y compartiendo, así sea.