Jesús Resucitado

Jesús Resucitado (Foto ZENIT - HSM)

Dar un escándalo: dejarnos buscar por la verdad

Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. ‘Hay que estar en el mundo, pero hay que hacerlo como lo hizo Jesús’

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El título de la carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, para esta semana es Dar un escándalo: dejarnos buscar por la verdad”. A continuación publicamos el texto íntegro de la misma:

Siempre me ha impresionado el momento en que Jesús se hace presente en su pueblo con algunos discípulos y no tiene rubor en ponerse a enseñar. Nos dice el Evangelio que “la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: ¿de dónde saca todo eso? ¿qué sabiduría es ésa que le han enseñado?” Ciertamente, sus palabras y sus obras eran escándalo evangélico, el escándalo que provoca el amor mismo de Dios en el corazón de todos los hombres. La Verdad es más fuerte que cualquier obstáculo, y siempre encuentra al hombre. A veces este encuentro nos escandaliza, mueve todos los cimientos de nuestra vida. Solos, no podemos encontrar la Verdad, pero la Verdad que es Jesucristo nos encuentra. Busquemos y hagamos espacios en los que todo ser humano pueda experimentar la cercanía y el encuentro con Jesucristo.

En estos meses unos salís a otros lugares diferentes a los habituales en los que vivís, otros os quedáis donde siempre, pero con más serenidad. Os invito a que busquéis tiempos y espacios para pensar, adorar, encontrarnos, salir de nosotros mismos. En esos espacios estoy seguro que escuchamos una llamada y una invitación a vivir siempre en la Verdad. Y sabéis muy bien que ésta tiene un nombre, Jesucristo, quien dijo de sí mismo que era la Verdad, el Camino y la Vida. Él es una verdad ofrecida, no es algo sino Alguien que se acerca para confortar nuestra vida y para impulsarnos a ver cómo con Él la inteligencia humana entra en horizontes inexplorados en los que nos sentimos a gusto y felices, encontramos la paz, el amor, el afecto y cariño que todo ser humano necesita para vivir y dar vida a quienes nos encontremos. La verdad revelada en la plenitud de los tiempos ha tomado rostro humano en Jesús y trae la respuesta última y definitiva a la pregunta de sentido de todo hombre. Jesucristo atrae el corazón de todo ser humano, pues en todos hay un deseo de verdad. Y cuando Él se acerca a nuestras vidas, dilata el corazón y lo llena de alegría. Jesucristo nos libera de las estrecheces del egoísmo y nos prepara para vivir un amor auténtico, descentrados de nosotros mismos y centrando nuestra vida en el prójimo. Ese amor es el que Él nos da gratuitamente.

¡Cuántas veces hemos escuchado estas palabras de Jesús: “id al mundo y anunciad el Evangelio”! ¿Por qué digo que urge dar un escándalo y que la Verdad nos busca? Hay que estar en el mundo, pero hay que hacerlo como lo hizo Jesús. Somos hijos de nuestro tiempo y estamos condicionados profundamente por costumbres y pasiones, por interrogantes y problemas. Pero en lo más profundo del corazón del hombre está inscrita su imagen verdadera, pues es “imagen y semejanza de Dios”. Así ha sido creado y así tiene que vivir. El mensaje de la verdad, de la misericordia, del amor, no se puede replegar a la interioridad, hay que anunciarlo con obras y palabras; los cristianos hemos de ser levadura, sal y luz del mundo, nuestro compromiso ha de ser el de Cristo, a favor de la vida del mundo. Es verdad que la Iglesia entera entrega y realiza ese compromiso regalando gratuitamente lo que ha recibido de Cristo: su entrega, su misericordia, su amor sin medida. El ser humano es peregrino y está en búsqueda, no se contenta viviendo en la mentira que lo descentra totalmente. Sin embargo, la cuestión de la verdad consciente o inconscientemente lo mueve y lo atormenta, lo apasiona y da creatividad, lo hace luz. Nunca podemos olvidar que Verdad y Amor van unidos, son inseparables, forman una unidad.

La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo, es la principal fuerza que impulsa el auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El Amor que recibimos de Jesucristo mueve los corazones de las personas y hace que se comprometan con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. El Amor auténtico tiene su origen en Dios, que es Amor eterno y Verdad absoluta. Todos queremos saber quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos y cómo podemos encontrar la vida verdadera, la correcta, y no vivir a ciegas, sin sentido y sin metas. Por eso, la palabra clave y más verdadera de la existencia humana es la verdad que se realiza y construye en el Amor, la pasión por la verdad se convierte en pasión por amar.

Sería falso decir y menos sostener que para construir el orden económico y social solamente son necesarias cuestiones técnicas objetivas. ¿Por qué sería falso? Porque el orden económico y social afecta a las personas, a la configuración y al cultivo de la vida humana, así como a la convivencia y a la supervivencia. Como nos recuerda el Señor, el pan es necesario para vivir, pero el ser humano no vive sólo de pan. El hombre es algo más que lo que come, necesita afecto y misericordia. Se lo dan los que conviven con él, pero sobre todo se lo da Dios mismo cuando abre su vida a Él. En muchas ocasiones hemos oído o leído que la crisis que experimenta la humanidad es una crisis antropológica y espiritual. Y esta no se supera solamente preocupándonos por el precio de las cosas y por los resultados económicos. Es fundamental que nos preguntemos por aquello que es más valioso para la persona y la sociedad. Esta pregunta y la respuesta acertada hará posible que la crisis disminuya. Sin Verdad y sin Amor terminamos desentendiéndonos del hombre en cuanto hombre. ¿A qué situaciones nos puede llevar vivir al margen de quien es la Verdad y el Amor que es Cristo mismo?

Realicemos la caridad en la verdad, entre otras cosas porque en esa estrecha relación con la verdad es por la que se puede reconocer a la caridad, expresión auténtica de humanidad y elemento fundamental en las relaciones humanas. En la verdad resplandece la caridad. En Cristo, que es la Verdad, resplandece el Amor más grande. Atrévete a ser escándalo transparentando a Cristo que es Verdad y Amor. En el relato de la pasión de Cristo encontramos aquella pregunta que Pilato le hace a Nuestros Señor: “¿qué es la verdad?” No le interesaba responder, busca lo que tenga más éxito y pragmático, pero no la verdad, y por eso condena a Cristo. Hemos de satisfacer la demanda que existe de Verdad. ¿Cómo? Mostrando el rostro misericordioso del Señor y, por tanto, siendo ese rostro en medio del mundo. El ser humano necesita vivir en su “nido”. Y no hay otro para él más que la Verdad.

Con gran afecto, os bendice:

+ Carlos, Arzobispo de Madrid 

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Carlos Osoro

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