Francis in the Palmasola prison

CTV - SAT2000

El Papa a los presos de Palmasola: reclusión no es lo mismo que exclusión

9.30 El Santo Padre visitó la carcel más conflictiva de Bolivia situada en Santa Cruz de la Sierra. Alentó a los reclusos a luchar por salir adelante, a no tener miedo de ayudarse entre ellos y les pidió que no le hagan el juego al demonio

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«La convivencia depende en parte de ustedes. El sufrimiento y la privación pueden volver nuestro corazón egoísta y dar lugar a enfrentamientos, pero también tenemos la capacidad de convertirlo en ocasión de auténtica fraternidad. Ayúdense entre ustedes. No tengan miedo a ayudarse entre ustedes. El demonio busca la pelea, la rivalidad, la división, los bandos. No le haga el juego. Luchen por salir adelante». Con estas palabras alentó el Santo Padre a los reclusos de la cárcel Palmasola que visitó este viernes en Santa Cruz de la Sierra. A esta “mini-ciudad” llegó el Pontífice a las 9.30 de la mañana de su último día en Bolivia, ya que esta tarde pone rumbo a Paraguay. Allí fue acogido por el director de la cárcel, por el capellán y por el obispo responsable de pastoral penitenciaria, monseñor Jesús Juárez Párraga, SDB, arzobispo de Sucre. Unos niños entregaron unas flores al Papa que él a su vez depositó ante una imagen de la Virgen de Copacabana.

Después de hacer un breve recorrido en un pequeño papamóvil, se dirigió al campo deportivo, donde le esperaban los presos, con globos amarillos y blancos, que levantaban con alegría mientras cantaban. Caminando hacia el escenario, el Pontífice pudo dar la mano a algunos de los presos y bendecir a algunos niños que sus madres cargaban en brazos. No tenía prisa, Francisco se detenía y miraba a los ojos de los privados de libertad.

Antes de dar su discurso, el Pontífice escuchó los testimonios de tres presos, un hombre, una mujer y un joven. Los tres denunciaron los abusos que se viven en este lugar, recordaron que “también somos parte de la sociedad” y que “tenemos derechos”. Incluso la mujer habló de “constantes violaciones a nuestros derechos fundamentales” de “sordera de los administradores de justicia de nuestro país” que convierten “la justicia boliviana en terrorismo jurídico direccionada a personas de escusos recursos económicos”. El joven quiso señalar que cuando llegó a Palmasola le resultó extraño ver tanta gente durmiendo “como animales sobre el piso” pero que con el tiempo “ya me parece normal”.  

Tras los emotivos testimonios, Francisco tomó la palabra e interrogó a los presentes ¿Quién está ante ustedes? “El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados”. Y así es como se presentó. Reconociendo no tener mucho más para darles, les ofreció lo que tiene y lo que ama: Jesucristo, la misericordia del Padre.

“Un amor que sana, perdona, levanta, cura. Un amor que se acerca y devuelve la dignidad. Una dignidad que la podemos perder de muchas maneras y formas”, aseguró. Y añadió que Jesús dio su vida por “devolvernos la identidad perdida”.

El Pontífice recordó que Pedro y Pablo también estuvieron presos. Y lo que los sostuvo en esa circunstancia fue la oración, personal y comunitaria. “Ellos rezaron y por ellos rezaban”, indicó.  

Del mismo modo, el Papa recordó a los presos que cuando Jesús entra en la vida, “uno no queda detenido en su pasado sino que comienza a mirar el presente de otra manera, con otra esperanza”, “es capaz de llorar y encontrar ahí la fuerza para volver a empezar”. A propósito les invitó a mirar el rostro de Jesús crucificado cuando estén “tristes, mal, bajoneados”. Y recordando que Jesús “murió por vos, por mí, para darnos su mano y levantarnos”, les exhortó a charlar con los curas y las personas que vienen a la cárcel a visitarles.                     

Por otro lado, subrayó que “reclusión no es lo mismo que exclusión, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad”. El Papa insistió en que “no podemos dar todo por perdido. Hay cosas que hoy ya podemos hacer”.

También quiso dedicar un saludo a sus familias, cuya “presencia y ayuda” es “tan importante”. La familia, aseguró el Santo Padre, “nos recuerdan que merece la pena vivir y luchar por un mundo mejor”.

Para finalizar, Francisco dedicó unas palabras a los que trabajan en este centro. Afirmó que “cumplen un servicio público fundamental”, que “tienen una importante tarea en este proceso de reinserción”. Y especificó: tarea de levantar y no rebajar; de dignificar y no humillar; de animar y no afligir. Y esteo proceso pide “dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona”.

Por su parte, monseñor Jesús Juárez destacó en su discurso de bienvenida al Papa que “es un escándalo en Bolivia la retardación de justicia que hace que el 84 por ciento de las personas privadas de libertad no cuenten con una sentencia ejecutoriada y que el hacinamiento supere el 300, entre otros hechos que niegan la dignidad humana y colocan en cuestionamiento los fines de la justicia y el régimen penitenciario”.  Pero añadió que, lejos de condenar y buscar culpables, “deseamos unir nuestros corazones y esfuerzos con las autoridades públicas y las instituciones de la sociedad civil, para buscar juntos las soluciones coyunturales y estructurales de los problemas de la justicia en general y la justicia penal en particular, orientados por la justicia restaurativa y nuestra utopía de una sociedad sin cárceles”.

Finalmente, el Santo Padre recibió los regalos elaborados a mano por los reclusos: una hamaca con los colores de la bandera vaticana, un retrato y dos tallados en madera.

 

 

 

                

            

        

 

                

            

        

 

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Rocío Lancho García

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