El presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, cardenal Antonio María Veglió, presentó este jueves en la sala de prensa de la Santa Sede, el mensaje del santo padre Francisco con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado que se celebrará el próximo 16 de enero.
El cardenal subrayó que el tema “entra en el contexto del Año Jubilar de la Misericordia, punto de referencia para toda la Iglesia en los próximos meses”. Y precisó que «el fenómeno migratorio no durará solamente uno o dos años y no podemos quedarnos indiferentes ni callados».
Como en todo problema de la vida es más fácil verlo que dar las soluciones, si bien identificarlo es el primer paso, y confesó que le asombra «lo concreto del papa Francisco que invitó a todas las parroquias y estructuras religiosas de Europa para que acojan a una familia”, o sea, consideró el purpurado, “unos 600 mil migrantes podrán encontrar una solución”.
“Delante a una situación –indicó el cardenal– en la cual la migración está asumiendo proporciones inmensas y a tantas tragedias que suceden en todo el mundo, debemos reconocer que este fenómeno en todas sus formas, nos interpela para que demos una respuesta. Porque son personas concretas, con un rostro, una identidad, una familia” y “no son paquetes, ni números o solo estadísticas”.
El primer punto que podemos notar –dijo– es “la crisis humanitaria en el ámbito de la migración”; a la que se suma “el tema de la identidad”, porque escribe el Santo Padre, “la llegada del inmigrante en un nuevo contexto social, solicita un proceso de mutua adaptación a una nueva situación”. Y como tercer punto se ubica el tema de “la acogida”.
Delante de estas cuestiones, el Papa, indica que ‘La respuesta del evangelio es la misericordia‘ y en su mensaje puntualiza tres temas: la solidaridad hacia el prójimo; la cultura del encuentro; y defender el derecho que tiene cada uno de vivir con dignidad, quedándose en la propia patria.
Porque la llegada de los inmigrantes interpela seriamente a las diversas sociedades que les acogen, y por lo tanto “el proceso de inserción y de integración tiene que ser respetuoso de los valores que ponen al hombre en la debida relación con Dios, con los otros y con la creación.
El cardenal además recordó que la Iglesia tiene “una palabra profética para sensibilizar” para favorecer la acogida, “la que resuena con fuerza a través de las diversas acciones y las obras de las que diariamente se encargan las comunidades cristianas”.
Porque la caridad –prosiguió– es el don de Dios misericordioso que, al mismo tiempo estimula el servicio y la solidaridad hacia el prójimo. Si bien reconoció que no es posible quedarse solamente en el ámbito de la asistencia, sino también como dice el mensaje: en ‘la capacidad de superar prejuicios y miedos’, lo que lleva a cultivar la cultura del encuentro.
Y si bien cada persona tiene el derecho de inmigrar, ante todo tiene el derecho de no emigrar y a tener las condiciones de quedarse en su propio país.
Por su parte Mons. Giancarlo Perego, director de la Fundación Migrantes, precisó que en Italia ya 22 mil personas han sido acogidas en las estructuras eclesiásticas, sean casas religiosas, parroquias, o un centros de acogida, cuando el año pasado eran 10 mil. Una acogida muy difundida en el territorio, dijo, si pensamos que en Italia en 10 centros de acogida hay 10 mil personas.