Uno de los retos éticos de mayor calado es tratar de sustituir la procreación natural por la producción artificial de niños por técnicas de reproducción asistida.
Esta tendencia se ve impulsada con la ideología de género, que trata de eliminar en la sociedad la familia y especialmente el matrimonio entre hombre y mujer como sustrato natural e idóneo para la generación de la vida. No habría, según esta ideología, por qué limitar la procreación al ámbito de la familia tradicional; se trataría de promover la generación de hijos sin sexo al margen de la unidad familiar. Por tanto, ya no sería necesaria la pareja, y el individualismo más rampante trataría de imponerse.
Ahora se quiere dar un paso más en esta dirección cuando un ginecólogo de Dundee (Escocia) propone crear un banco universal de esperma que pueda ser utilizado preferentemente por varones jóvenes. Afirma que a partir de 35 años y sobre todo a partir de los 40 el esperma puede ser portador de alteraciones genéticas que podrían ser transmitidos a los hijos, por lo que manifiesta que lo mejor sería que los varones conserven congelado su esperma obtenido a la edad de 18 años (BBC News website, 25-junio, 2015).
Esta iniciativa es pareja a la de la promoción de la crioconservación (congelación) de óvulos de mujeres jóvenes que desean retrasar su maternidad, y que serían fecundados e implantados en edades maduras con la finalidad de minimizar los riesgos de alteraciones genéticas asociados a la edad, tal como hemos publicado en un reciente artículo (Aznar J, Tudela J ¿Es ético congelar ovocitos para retrasar la maternidad por motivos laborales? Cuadernos de Bioética XXVI; 141-145, 2015).
En el mismo se analiza la licitud ética del intento de retrasar la maternidad de las empleadas de las compañías Apple y Facebook mediante la asignación de incentivos que incluyen la financiación de los procesos de crioconservación de óvulos junto a otros, con el fin de que la maternidad no interrumpa su actividad laboral en su juventud, postergándola hacia una madurez en la que la fertilidad puede verse comprometida. La utilización de óvulos congelados en esta edad madura minimizaría los riesgos antes mencionados, aunque como se detalla en el artículo, la evidencia científica cuestiona esta afirmación.
Ciertamente, la propuesta de congelación de esperma y su almacenamiento en bancos universales, carece de fundamentación médica y ética. Lo que pretende, sin embargo, es dar un paso más hacia los hijos sin sexo. Todos producidos en un laboratorio.
Diversos profesionales del área ginecológica han ridiculizado la idea entre ellos Adam Balen, presidente de la Sociedad Británica de Fertilidad, que muestra su criterio opuesto a crear un banco universal de esperma, afirmando que esta práctica “no solamente propone una procreación artificial, sino que también quiere transmitir un falso sentido de seguridad, cuando se sabe que la tecnología no garantiza la posibilidad de poder tener un hijo”, a la vez que afirma que el esperma congelado es menos fértil que el fresco, además de que esa práctica avoca a la pareja irremediablemente hacia la fecundación in vitro, con los problemas asociados que ello conlleva y que no deben obviarse.
También Sheena Lewis, presidenta de la Sociedad Británica de Andrología, ha manifestado respecto a la propuesta de Smith «que los hombres deberían pensar en crear una familia siendo más jóvenes, pues la edad idónea es entre 20 y 30 años».
Como hemos comentado, es un paso más en este caso sin ningún fundamento científico, para promover la procreación artificial fuera del matrimonio y de la relación sexual y de esta forma crear el ambiente propicio para que se pueda ir pensando que el matrimonio es una institución obsoleta y que la paternidad-maternidad puede ser ejercida fuera de la relación y el amor conyugal, algo que ni la sociología ni la recta moral apoyan.
Justo Aznar y Julio Tudela
Observatorio de Bioética
Universidad Católica de Valencia