Divorciados y vueltos a casar, “no hay una suficiente claridad para una respuesta simple, y mientras se madura cómo puede esa respuesta creo que quizás sea mejor mantener la actual disciplina de la Iglesia, que obviamente tiene elementos doctrinales. Y entender cómo la Iglesia realmente puede hacer una apertura a todas las situaciones complejas que hay”.
Lo indicó en cardenal arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, este miércoles en una rueda de prensa con los medios de comunicación en idioma español, indicando que será el Papa quien deberá decidir qué se hace.
“Las realidades son muy complejas” dijo, especialmente “en muchos barrios pobres de las ciudades de Latinoamérica, yo hablo por Uruguay”. Y precisó que la Iglesia está muy cerca de estas situaciones, que son muy dolorosas y no se pueden catalogar simplemente en ‘divorciados y vueltos a casar’ y ‘qué hacemos con la comunión…’.
El cardenal uruguayo indicó: “Yo creo que el Sínodo reafirma la vigencia de la Humanae Vitae” sobre la anticoncepción, sin olvidar “las respuestas pastorales concretas”, si bien indicó que esto puede también ser mal entendido.
Se mostró impactado porque “un padre sinodal muy sabio, aunque no voy a decir quién es” indicó de manera muy clara que “una cosa es el ambón, (en donde se hacen las lecturas ) y otra el confesionario”. O sea, “no es que cambie la doctrina, pero una cosa es lo que se predica al pueblo de Dios en general y otra, es atender la situación particular de la persona concreta con su dificultad personal concreta. Y creo que eso es importante”.
Interrogado sobre qué decirle a las familias heridas, el purpurado consideró importante indicarles que “la Iglesia es madre, que la Iglesia tiene las puertas abiertas”. Y que esto lo pudo constatar en las obras en las que ha trabajado: “a nadie se lo discrimina por su situación personal, familiar, etc.
Entretanto precisó el cardenal que “otra cosa es el tema de la comunión”. Y reiteró que “la Iglesia es madre, la Iglesia acompaña, y obviamente seguir acompañando a todas las situaciones humanas que se encuentren, por más complejas y alejadas que estén de la propuesta cristiana”.
Sobre la carta enviada al Papa por una decena de cardenales en la que expusieron perplejidades, el padre sinodal aseguró: “No lo percibí como clima de intriga y lo de la carta lo vi como estupendo que cardenales que sentían algo, tengan la valentía o la fraternidad de haber presentado al Papa lo que pensaban”.
“Está muy bien –aseguró– que lo hayan hecho. Y cuando el Papa habló al día siguiente de algún modo estaba respondiendo a esos cardenales, y que el Papa actuó con libertad”.
Porque “hay un elemento de este sínodo, que al menos lo he vivido así, que es la libertad. Yo lo entendí porque lo viví en los círculos menores, con mucha libertad para expresarse diversamente y poner discrepancias para partir juntos y construir desde allí”.
“En la Iglesia en general –aseguró el purpurado– yo creo que es muy bueno que se discuta, y este hecho hace que en el momento de la discusión si hay posturas encontradas puede haber un cierto acaloramiento. Pero eso es normal en todo grupo humano. Creo que es absolutamente real el hecho que se discutió y hubo fraternidad y que ambas cosas se pueden conjugar perfectamente en un ambiente de familia, que la Iglesia es y espero lo siga siempre siendo».
Sobre el hecho que él trabaje en un país laicista como lo es Uruguay, el purpurado explicó que “la Iglesia en mi país está habituada a trabajar en una sociedad laica y plural. Y también muy democrática porque si bien tuvo una dictadura hay una tradición democrática muy fuerte. La Iglesia en nuestro país anuncia a Jesucristo fiel a sus enseñanzas”. Y añadió que este anuncio no viene impuesto “al que piensa distinto. No, abiertos a la realidad de una sociedad plural”.
Conté en el Sínodo –prosiguió el arzobispo de Montevideo– que a mi me visitaron personas del grupo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), una reunión al inicio tensa, pero la cordialidad abre puertas, y concluyó con cordialidad. “La Iglesia recibe a las personas como ellas son, otra cosa es que la Iglesia anuncia el Evangelio de Jesucristo con las exigencias que el Evangelio tiene”.
Reconoció que en el Sínodo se habló poco del tema de la violencia familiar que en muchos países de Latinoamérica es muy importante, y citó que un cardenal en el Aula abordó el tema abusos sexuales a nivel mundial indicando cifras con un porcentaje abrumador.
Profundizó también sobre el derecho del niño a ser bautizado, porque “si sus padres se comprometen a educarlo en la fe, entonces tengo que bautizarlo”, dijo. “En cualquier condición que se encuentren los padres o responsables del niño”. Y aunque los papás estén casados por la Iglesia, “si sé que no lo van a educar en la fe no puedo bautizarlo, porque se bautiza en la fe de los padres, poniendo una confianza en la pregunta que se les hace a los padres en el bautismo: Si están dispuestos a educar al hijo en la fe”.