VER
La Suprema Corte de Justicia de la Nación, que se debería llamar Corte de Constitucionalidad, o de Legalidad, analiza la permisividad del cultivo, venta y consumo de marihuana, no por razones médicas y terapéuticas, que en algunos casos ayuda a mitigar el dolor, sino lúdicas y recreativas; es decir, sólo por el gusto y placer de sentirse superhéroe, conquistador, valiente y poderoso.
Quienes se sienten fracasados, rechazados, acomplejados y sin afecto familiar, se compensan con alcohol o drogas, en vez de enfrentar su situación y crecer en personalidad integral. Autorizarles legalmente que se droguen, es condenarlos a compensaciones esclavizantes de por vida.
Supongo que ninguno de los ministros de la Corte ha sufrido los efectos de esta droga en una persona cercana. Si conocieran el dolor de una madre, un familiar, un amigo, ante un marihuano, votarían en contra de esa posible legalidad. Quizá ellos pueden pagar grandes cantidades mensuales para intentar curar a un adicto en un centro de rehabilitación; pero la mayoría no lo podrían hacer, y tendrían que soportar a quien se sienta ahora legalmente autorizado a embrutecerse. Es un sufrimiento muy doloroso. Se sienten impotentes para reconstruir una personalidad afectada por estas adicciones.
El hecho de que en algunas partes de Estados Unidos o de Europa esto ya se haya permitido, no es razón legal. En los lugares donde más se consume, es donde hay más crímenes sin sentido, más desintegración familiar, donde se tienen que aplicar más medidas policiacas para controlar a adictos incontrolables. La venta de armas en Estados Unidos es libre, y ¡cuántos desastres ha causado!
Se argumenta que consumir marihuana es un derecho de la persona, que es una parte de su libertad, para que logre su desarrollo a satisfacción. Esto significaría que perder la razón y el control de sí mismo, por el alcohol o una droga, es un signo de libertad.
Significaría aprobar, como un derecho de su libertad, que los anarquistas y terroristas hicieran cuanto les viniera en gana, destruyendo vidas y bienes ajenos, pues impedírselo sería una violación a sus derechos. Eso no es libertad; eso es esclavitud, eso es una cadena de la que es muy difícil desatarse. La debilidad humana necesita ciertos controles, para evitar los abusos que puede generar el mal uso de la libertad. Incentivar el uso de la marihuana, es un daño a la libertad personal y a la sociedad, pues habría que tener más policías para controlar a los ingobernables. ¿Sería legal darles marihuana a los policías y a los militares para que le entren a lo duro de las acciones que deben realizar? Por favor…
PENSAR
El Papa Francisco ha definido a la droga como un “flagelo que sigue golpeando en formas y maneras impresionantes, alimentado por un mercado oscuro, que supera las fronteras nacionales y continentales”. Y advirtió por ello que “sigue creciendo el peligro para los jóvenes y los adolescentes”.
Ante tal fenómeno, dijo: «Siento la necesidad de manifestar mi dolor y mi preocupación. Quiero decir con mucha claridad que la droga no se vence con la droga. La droga es un mal, y con el mal no puede haber concesiones o compromisos. Pensar que se pueda reducir el daño consintiendo el uso de psicofármacos a aquellas personas que siguen usando drogas, no resuelve el problema. La legalización de las llamadas ‘drogas livianas’, también las parciales, además a ser discutible en el plano legislativo, no produce los efectos prefijados. Las drogas sustitutivas, además no son una terapia suficiente, sino un modo velado de rendirse delante del fenómeno. Quiero reiterar lo que he dicho en otra ocasión: ¡No a cada tipo de droga! Simplemente no, a cualquier tipo de droga. Para decir este no, es necesario decir sí a la vida, sí al amor, sí a los otros, sí a la educación, sí al trabajo, sí a más fuentes de trabajo. Si se realizan estos ‘sí’, no hay lugar para la droga, para el abuso de alcohol, para las otras dependencias” (20-VI-2014).
ACTUAR
Cuidemos la armonía familiar y la educación cristiana de niños, jóvenes y adultos, que son el mejor antídoto ante esta plaga invasora.