El 18 de noviembre de 1965, el Concilio Vaticano II -que enfilaba ya la recta final- aprobó una de las cuatro constituciones que forman su eje doctrinal: la constitución dogmática sobre la Revelación divina, titulada en latín Dei Verbum -la Palabra de Dios. Si la constitución sobre la liturgia quería acercar el culto cristiano a los fieles, la constitución sobre la Palabra de Dios quería acercar la Biblia a los católicos. Esta era la gran novedad del documento conciliar que se aprobó hace ahora cincuenta años.
Los cristianos debemos leer y conocer la Palabra de Dios. Para cualquier cristiano es primordial conocer más y más la revelación que nos llega por la Sagrada Escritura y por la gran Tradición de la Iglesia, con la interpretación auténtica del Magisterio eclesial. La Palabra de Dios se pronuncia y se escucha en el seno de la Iglesia como su lugar propio, pero con el fin de que la escuche el hombre y la mujer de cualquier parte y época e influya salvíficamente en la historia de la humanidad.
Por ello, la misión de divulgar la Palabra de Dios es una de las más necesarias en la Iglesia de nuestro tiempo. La Biblia es un tesoro de sabiduría divina y humana, viva expresión del designio de salvación del Dios misericordioso que ha salvado a la humanidad en y por Jesucristo.
En la constitución conciliar sobre la Palabra de Dios se lee: «La Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras, como también ha venerado el Cuerpo mismo del Señor. Por ello, especialmente en la sagrada liturgia, nunca deja de tomar el pan de vida de la mesa, de alimentarse de él y de distribuirlo a los fieles, tanto el pan de la Palabra de Dios como el Cuerpo de Cristo.»
La lectura pausada y hecha oración de la Biblia es muy necesaria para el hombre y la mujer de hoy. Aunque tengamos la tentación del desánimo, del cansancio, del abandono, del negarse a nadar contra la corriente, la lectura de la Palabra de Dios, sobre todo del Evangelio, «donde brilla gloriosa la cruz de Cristo, nos invita insistentemente a la alegría» -dice el Papa Francisco en su exhortación Evangelii Gaudium.
Con motivo del cincuenta aniversario de este importante documento del Concilio Vaticano II, invito una vez más a todos los cristianos a amar, leer y conocer la Biblia y a familiarizarse con su mensaje. Y me complace destacar y recomendar una iniciativa de la Asociación Bíblica de Cataluña y el Centro de Pastoral Litúrgica, que consiste en una edición mayor de la Biblia, con el texto de la Biblia Catalana Interconfesional, con el fin de que el libro de la Palabra de Dios tenga en lugar visible y de honor en las iglesias y los hogares cristianos. Por eso, a esta nueva edición le han dado el título de Biblia de la Comunidad.
+ Lluís Martínez Sistach
Cardenal arzobispo de Barcelona