VIAJE DEL PAPA A FLORENCIA Y PRATO
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El papa Francisco parte a las ciudades italianas de Florencia y de Prato
Una viaje de once horas en Italia central, a la capital de Toscana y ciudad del arte, y a la metrópoli industrial en donde se encuentra una numerosa comunidad china
El santo padre Francisco ha iniciado este martes un viaje de once horas a las ciudades italianas de Prato y Florencia, situadas en el centro de Italia en Toscana. La ocasión es el V Congreso Eclesial Nacional organizada por la Conferencia Episcopal Italiana, una cita de la Iglesia italiana, que se abre con el lema: »En Jesucristo el nuevo humanismo».
De acuerdo al programa el Santo Padre ha partido en helicóptero desde la Ciudad del Vaticano a las 7 de la mañana.
Prato es una localidad a 15 kilómetros de la ciudad de Florencia, con una importante presencia extranjera –están registradas 123 nacionalidades distintas– pero es especialmente significativa la presencia china, lo que seguramente no habrá pasado desapercibido a un Papa que su pontificado ya ha viajado a tres países de oriente: Corea, Sry Lanka y Filipinas.
Trabajo e integración caracterizaron siempre a la la ciudad de Prato, donde llegaron inmigrantes del sur de Italia y ahora desde China, y que esta mañana desde temprano vio tantísima gente ya esperándole por la calle.
Papa partió del Vaticano en helicóptero y el cual aterrizará en el campo deportivo de Prato donde encontrará al “mundo del trabajo” en la plaza de la Catedral. Allí pronunciará un primer discurso.
De allí se dirigirá directamente a Florencia, irá a la Catedral para reunirse con los participantes del V Congreso eclesial de la Iglesia italiana y pronunciará su segundo discurso. A continuación legará a la Basílica Santísima Anunciación para un encuentro con los enfermos; después comerá con un grupo de pobres en el comedor de Francisco Pobrecito. Finalmente celebrará la misa en el estadio “Luigi Franchi”.
Francisco en Prato: ‘Salir a buscar a los hombres que no conocen al Señor’
A las 8 de la mañana llega a la metrópoli industrial. Recuerda a las víctimas de la explotación laboral, pide un «pactos de proximidad» y recuerda que «la sacralidad de todo ser humano pide respeto, acogida y un trabajo digno»
El papa Francisco llegó a las 8 de la mañana en helicóptero a la ciudad industrial italiana de Prato, tras haber partido a las 7:00 desde la Ciudad del Vaticano. En el papamóvil el Santo Padre se dirigió hasta la plaza central en donde se encuentra el famoso Duomo de Prato, o sea, su catedral.
Muchas personas habían esperado desde las 4 de la mañana para poder estar en las primeras filas y saludar al Santo Padre y un grupo de jóvenes realizó una vigilia de oración. Una pantalla gigante ayudaba a seguir la visita del Santo Padre en el interior del ‘Duomo’ de origen medieval. Allí en la catedral, Francisco saludó a los enfermos, varios de ellos en silla de ruedas.
En la catedral de Prato se cuentra la reliquia de la ‘sacra cintola‘, el sagrado cinturón, que según indica la tradición, la Virgen María le entregó al apóstol Tomás como prueba de su asunción al Cielo. Poco después, el Santo Padre realizó un momento de oración delante de esta reliquia, y escribió algunas palabras en un libro.
A continuación, cuando el Papa se asomó al púlpito de Donatello, que da hacia el exterior de la iglesia, miles de personas que estaban en la plaza lo ovacionaron agitando pañuelos y banderas con los colores del Vaticano y coreando ‘Francesco‘.
«He venido como un peregrino, de pasada, poca cosa, pero la voluntad está», dijo el Papa, y les recordó que esta ciudad «a través de los siglos tuvo la definición de Ciudad de María», debido a la reliquia «que acabo de venerar». O sea «un signo de bendición para vuestra ciudad».
El Santo Padre indicó algunos pensamientos que le vinieron: «No quedarnos cerrados en la indiferenecia, abrirnos y sentirlos llamados a alcanzar a los otros para compartir la alegría de haber encontrado al Señor», dijo. E invitó a «salir para acercarnos a los hombres de nuestro tiempo».
«Salir significa arriesgar» porque «no hay fe sin riesgo», dijo, pero «una fe que se queda en casa no es fiel al Señor». Y reiteró que hay que buscar la ruta y no el refugio de un puerto seguro porque «el Señor quiere llegar a quien no lo conoce y nos impulsa». E insistió en el tema: «Hemos sido servidos por Dios que se hizo nuestro prójimo, para a su vez servir a quien está cerca de nosotros».
El Pontífice agradeció también a los ciudadanos de Prato por «el trabajo de integración que se contrapone a la cultura del descarte». Así como «a las familias que adoptan» y sin desanimarse delante de las dificultades, «o situaciones difíciles de convivencia». Invitó por ello a crear «pactos de proximidad».
Otro tema que propuso, citando a san Pablo cuando invita a los cristianos a usar la armadura de Dios, las virtudes, fue el de buscar siempre la verdad. «No es fácil –dijo el Papa– pero es una decisión vital que tiene que marcar la existencia de cada uno, de la sociedad, para que sea más justa, más honesta». Y señaló «la sacralidad de todo ser humano pide respeto, acogida y un trabajo digno».
«Me permito recordar los cinco hombres y dos mujeres de ciudadanía china que murieron hace dos años debido a un incendio en la zona industrial de Prato» indicó el Santo Padre, y recordó que ellos vivían y dormían en el interior de la misma fábrica en la que trabajaban, con divisiones de cartón y camas camarote.»Es una tragedia de la explotación y condiciones inhumanas de vida, y esto no es trabajo digno» exclamó.
Y recordó que la vida de cada comunidad exige «que se combata el cáncer de la corrupción», de la «explotación humana y laboral» porque es el terreno de la ilegalidad.
Al concluir sus palabras Francisco animó a todos, especialmente a los más jóvenes: «Me dijeron que han hecho una vigilia de oración, gracias, gracias», y les invitó a «no ceder al pesimismo y a la resignación».
Y recordándo la reliquia de la Virgen que la ciudad custodia en el ‘Duomo’, les recordó: «María en un silencio operoso transformó el sábado de la desilusión en el alba de la resurrección». E invitó que si alguien «se siente oprimido por las circunstancias de la vida se confíe a María, que es nuestra madre que nos anima a poner confianza en Dios». Porque «su hijio no traicionará nuestas expectativas y sembrará en nuestros corazonas una esperanza que no desilusiona».
Desde la ciudad de Prato situada a 15 kilómetros de Florencia, en donde hay personas de 123 nacionalidades distintas, en particular de China, Albania, Rumanía y también una comunidad latinoamericana, partió a la metrópoli de Florencia, a la Catedral, para reunirse con los participantes del V Congreso eclesial de la Iglesia italiana.
El Papa en Florencia: “nuestra alegría también es ir contracorriente”
En la misa celebrada en el Estadio Artemio Franchi, el Santo Padre recuerda que los discípulos no deben caer nunca en la tentación de asumir actitudes desapegadas
Mantener un sano contacto con la realidad, con lo que la gente vive, con sus lágrimas y sus alegrías, es la única forma de poder ayudarla, formarla y comunicarse. Son palabras del Santo Padre en el Estadio donde ha celebrado la eucaristía en la ciudad italiana de Florencia, acompañado por miles de fieles, hasta donde ha viajado este martes con motivo del V Congreso Eclesial Nacional.
Haciendo referencia al Ev
angelio de hoy, Francisco ha indicado que Jesús pregunta a sus discípulos ‘¿quién dice la gente que es el Hijo del hombre?’, no para acontentarse con lo que la gente piensa, sino para poder comunicarse con ellos. “Sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aísla y comienza a juzgar a la gente según sus propios pensamientos y sus propias convicciones”, ha advertido. Asimismo, ha asegurado que la única forma de hablar al corazón de las personas es tocando la experiencia cotidiana: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios… “Es la única forma de abrir su corazón a la escucha de Dios”, ha afirmado el Papa. En realidad –ha recordado– cuando Dios quiso hablar con nosotros se ha encarnado.
De este modo, el Santo Padre ha asegurado que los discípulos de Jesús no deben olvidar nunca de dónde han sido elegidos, es decir, de entre la gente, y “no deben caer nunca en la tentación de asumir actitudes desapegadas, como si lo que la gente piensa y vive no les afectase y no fuera importante para ellos”.
A continuación, ha planteado la segunda pregunta que Jesús hace a sus discípulos en el Evangelio de hoy, ‘y vosotros, ‘¿quién decís que soy yo?’ Pregunta que –ha observado el Papa– resuena hoy en la nuestra conciencia, en la de sus discípulos, y es decisiva para nuestra identidad y nuestra misión. De este modo, el Pontífice ha asegurado que solo si reconocemos a Jesús en su verdad, “seremos capaces de mirar la verdad de nuestra condición humana, y podremos llevar nuestra contribución a la plena humanización de la sociedad”.
A propósito de la respuesta que Simón da a Jesús ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’, el papa Francisco ha explicado que esta respuesta encierra toda la misión de Pedro y resume en lo que se convertirá para la Iglesia el ministerio petrino, es decir, custodiar y proclamar la verdad de la fe; defender y promover la comunión entre todas las Iglesias; conservar la disciplina de la Iglesia.
Por otro lado, el Santo Padre ha asegurado a los fieles presentes en la celebración eucarística que “nuestra alegría es también ir contracorriente y superar la opinión corriente que, hoy como entonces, no logra ver en Jesús más que un profeta o un maestro”. Nuestra alegría –ha añadido– es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del Padre, el Hijo venido para hacerse instrumento de salvación para la humanidad.
Además, el Pontífice ha explicado que en la raíz del misterio de la salvación está de hecho la voluntad de un Dios misericordioso, que no se quiere rendir frente a la incomprensión, la culpa y la miseria del hombre, sino que se dona a él hasta hacerse Él mismo hombre para encontrar cada persona en su condición concreta.
“Esta verdad de la fe es verdad que escandaliza, porque pide creer en Jesús, el cual, aun siendo Dios, se ha despojado, se ha abajado a la condición de servicio, hasta la muerte de cruz, y por eso Dio lo ha hecho Señor del universo”, ha precisado Francisco.
Solo a partir del corazón de Cristo –ha observado– podemos entender, profesar y vivir su verdad. En realidad, ha asegurado el Papa, “la comunión entre divino y humano, realizado plenamente en Jesús, es nuestra meta, el punto de llegada de la historia humana según el diseño del Padre”. Es la alegría del encuentro –ha explicado– entre nuestra debilidad y su grandeza, entre nuestra pequeñez y su misericordia que colmará cualquiera de nuestros límites.
Al finalizar la homilía en el Estadio, el Pontífice ha asegurado que Dios y el hombre son los dos extremos de una oposición: “se buscan desde siempre, porque Dios reconoce en el hombre su propia imagen y el hombre se reconoce solo mirando a Dios”.
El Papa escucha atento los testimonios en la catedral de Florencia
Una mujer bautizada ya adulta, un matrimonio en segunda unión tras las respectivas nulidades y un sacerdote albanés que llegó a Italia con 16 años buscando una vida mejor
El papa Francisco ha llegado esta mañana a la catedral de Florencia, para reunirse con los participantes del Congreso Eclesial Nacional. Antes de pronunciar su extenso y profundo discurso, el Pontífice ha escuchado las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Angelo Bagnasco, quien ha asegurado que este Congreso “quiere expresar y expresa la sinodalidad de la Iglesia italiana”.
Han hablado también ante el Santo Padre una mujer bautizada cuando era adulta, un pareja casada tras obtener ambos una nulidad matrimonial previa, y un sacerdote albanés que emigró a Italia siendo muy joven para buscar una vida mejor.
Francesca Masserelli, bautiza ya de adulta, ha tomado la palabra para contar que se siente afortunada por haber “recibido los sacramentos, junto a mi hija, en la Pascua del 2015 porque ha sido como renacer ‘a una vida nueva’”. De este modo, ha explicado que “hacerse cristiana es una alegría, pero también un compromiso que conlleva cansancio”. Por eso ha dado las gracias a la Virgen María que “como mamá siempre ha velado sobre mi pequeña niña, don del Señor”.
A continuación, ha llegado el turno de Pierluigi y Gabriella Proietti, del Centro de formación y pastoral familiar Betania, en Roma. Entre ambos, han hecho un recorrido de sus historias personales. Se conocieron en 1992, después de sus respectivas separaciones de unos matrimonios que habían durado unos 10 años. “Después del terremoto de la separación, ambos estábamos buscando una orientación y un fundamento de sentido para nuestra vida y formas de aliviar los sufrimientos de nuestros hijos”, ha explicado Pierluigi. En esta búsqueda conocieron a una pareja que se hizo cercana a ellos, quienes derramaron «sobre nuestras heridas el bálsamo de la acogida y después nos ha ‘entregado’ a la Iglesia, la posada de la humanidad herida, para que nos curase”, ha recordado Gabriella.
Finalmente, y tras recibir las respectivas nulidades se casaron en el año 2000. Y desde el año siguiente comenzó para ellos “como apoyo a las dificultades de nuestra nueva situación, un recorrido formativo que desde entonces no ha terminado: Palabra de Dios, sacramentos, oración, estudio, trabajo sobre nosotros mismos”. Pierluigi ha asegurado que han podido experimentar y tocar con la mano “cuánto la misericordia de Dios y la confianza que tiene en cada uno de nosotros, supera la pobreza de nuestra creaturalidad herida”.
El Centro de formación en el que trabajan desde hace años, “sostiene y acompaña a las parejas heridas, a través de la escucha amorosa y el descubrimiento de la relación y de la alianza en la pareja”. Y ofrece un recorrido formativo para los cónyuges que integra “antropología cristiana, ciencias humanas y trabajo sobre uno mismo, proporcionando así instrumentos para una pastoral familiar incisiva y eficaz que las parejas formadas podrán desarrollar en sus propias parroquias”.
Para concluir, ha dado su testimonio Bledar Xhuli, sacerdote albanés que llegó a Italia como refugiado. Con 16 años decidió ir a Italia para trabajar. Llegó con un pasaporte falso y atravesando el Adriático en un barco pensaba que encontraría fácilmente trabajo y casa. Pero no fue así. Viajó por Italia, dormía en estaciones de tren. Pero finalmente llegó a Florencia, donde le habían dicho que era posible dormir y comer gratis. La situación cambió cuando conoció a don Giancarlo Setti, sacerdote de san Gervasio que al conocer su historia decidió acogerlo diciéndolo: “para mí ha llamado a mi puerta Jesús, por eso ven y quédate en mi casa”. El ahora sacerdote ha asegurado “fue mi primer encuentro con Cristo aunqu
e no fui consciente”. Gracias a don Setti, este joven pudo encontrar trabajo y continuar sus estudios.
Comenzó a ir a la iglesia para no quedarse solo. “La misa me gustaba mucho, especialmente las lecturas que no conocía, y los cantos que me alegraban el corazón y me recordaban a los seres queridos lejanos”, ha recordado. De este modo, decidió bautizarse e inició la catequesis. Su vocación sacerdotal la descubrió durante el jubileo del 2000. Después de licenciarse entró al seminario diocesano “donde he vivido 7 años maravillosos de oración, estudio y fraternidad”, ha indicado el sacerdotes albanés.
Ahora, ya como párroco, ha explicado que “como todos los sacerdotes trato de servir al Señor y a los hermanos en la alegría y en el cansancio cotidiano de vivir el lema recibido el día de la ordenación diaconal, cuando el obispo, entregándome el Evangelio ha dicho: ¡vive lo que enseñas!”.
El Santo Padre asegura que la doctrina cristiana se llama Jesucristo
En la catedral de Florencia, reunido con el Congreso Nacional de la Iglesia italiana, ha reflexionado sobre los sentimientos de Jesús: humildad, desinterés y felicidad. Y ha advertido sobre dos tentaciones: el pelagianismo y el gnosticismo
“La doctrina cristiana no es un sistema cerrado incapaz de generar preguntas, dudas, interrogantes, sino que está viva, sabe indicar, animar. Tiene un rostro no rígido, tiene cuerpo que se mueve y se desarrolla, tiene carne tierna: se llama Jesucristo”. Así lo ha indicado el Santo Padre en su discurso en el encuentro con los representantes del Congreso Nacional de la Iglesia italiana, en la catedral de Florencia. Allí estaban presentes los 2.500 participantes reunidos del 9 al 13 de noviembre con el tema “En Jesucristo el nuevo humanismo”.
Al inicio de su extenso discurso, el Papa ha explicado que “podemos hablar de humanismo solamente a partir de la centralidad de Jesús, descubriendo en Él los rasgos del auténtico rostro del hombre. Es la contemplación del rostro de Jesús muerto y resucitado que recompone nuestra humanidad, también de esa fragmentada por las fatigas de la vida, o marcada por el pecado. No debemos domesticar el poder del rostro de Jesús. El rostro es la imagen de su trascendencia. Es el misericordiae vultus. Dejémonos mirar por Él. Jesús es nuestro humanismo”. El Papa ha recordado que el rostro de Jesús es similar al de muchos de nuestros hermanos humillados, esclavizados, vaciados. Además, ha advertido que si no nos abajamos no podremos ver el rostro de Jesús. “No veremos nada de su plenitud si no aceptamos que Dios se ha vaciado”, ha indicado. Y por tanto, “no entenderemos nada del humanismo cristiano y nuestras palabras serán bonitas, cultas, refinadas, pero no serán palabras de fe. Serán palabras que resuenen a vacío”.
Francisco ha presentado algunas secciones del humanismo cristiano que es el de los “sentimientos de Cristo Jesús”. De este modo, el Santo Padre ha presentado tres de estos sentimientos.
El primero es “la humildad”. A propósito ha explicado que “la obsesión de preservar la propia gloria, la propia dignidad, la propia influencia no debe formar parte de nuestros sentimientos. Debemos buscar la gloria de Dios, y esta no coincide con la nuestra”. La gloria de Dios “nos sorprende siempre”, ha observado.
El segundo sentimiento del que ha hablado es el “desinterés”. Y ha precisado que más que el desinterés “debemos buscar la felicidad de quien está cerca de nosotros. La humanidad del cristiano está siempre en salida. No es narcisista, autoreferencial”. Por esto ha advertido que “cuando nuestro corazón es rico y está muy satisfecho de sí mismo, entonces no tiene sitio para Dios”. Nuestro deber –ha añadido– es trabajar para hacer de este mundo un lugar mejor y luchar. Nuestra fe es revolucionaria por un impulso que viene del Espíritu Santo.
El otro sentimiento del que ha hablado el Santo Padre es la felicidad. “El cristiano es un bendito, tiene en él la alegría del Evangelio. En las bienaventuranzas, el Señor nos muestra el camino”, ha recordado. Jesús habla de la felicidad que experimentamos –ha precisado- solo cuando somos pobres en el espíritu. Asimismo, el Pontífice ha indicado que las bienaventuranzas que leemos en el Evangelio inician con una bendición y terminan con una promesa de consolación. Para ser “beatos”, para gustar la consolación de la amistad con Jesucristo, es necesario tener el corazón abierto. También ha explicado que las bienaventuranzas son un espejo en el que mirarnos y nos permiten saber si estamos caminando en el sentido justo: son un espejo que no miente.
A continuación, ha especificado que estos tres sentimientos nos dicen que “no debemos estar obsesionados con el poder, también cuando esto toma el rostro de un poder útil y funcional a la imagen social de la Iglesia. Por eso ha advertido que si la Iglesia no asume los sentimientos de Jesús, se desorienta, pierde el sentido. “Los sentimientos de Jesús nos dicen que una Iglesia que piensa en sí misma y en los propios intereses sería triste”, ha afirmado el Papa.
Por otro lado, el Santo Padre ha presentado también algunas de las tentaciones que enfrentamos, en concreto ha hablado de dos. La primera es la pelagiana. Esta “empuja a la Iglesia a no ser humilde, desinteresada y feliz. Y lo hace con la apariencia de un bien». Por esto ha advertido que “el pelagianismo nos lleva a tener confianza en las estructuras, en las organizaciones, en las planificaciones perfectas pero abstractas”. Y a menudo “nos lleva a asumir un estilo de control, de dureza, de normatividad”.
Asimismo, delante de los males y los problemas de la Iglesia es inútil buscar soluciones en conservadurismos y fundamentalismos, en la restauración de conductas y formas superadas que tampoco culturalmente tienen la capacidad de ser significativas.
La reforma de la Iglesia –y la Iglesia es siempre reformada– es ajena al pelagianismo. Esta no se acaba en el enésimo plan para cambiar las estructuras. Significa, sin embargo, injertarse y enraizarse en Cristo dejándose conducir por el Espíritu.
La segunda tentación que hay que derrotar es el gnosticismo. “Esta lleva a confiar en el razonamiento lógico y claro, el cual sin embargo pierde la ternura de la carne del hermano”, ha advertido. Por eso, ha reconocido que la diferencia entre la trascendencia cristiana y cualquier forma de espiritualismo gnóstico está en el misterio de la encarnación.
¿Qué nos está pidiendo el Papa?, ha lanzado la pregunta. “Os toca a vosotros decidir: pueblo y pastores juntos”, ha asegurado. Explicando también que “yo hoy simplemente os invito a alzar la cabeza y contemplar aún una vez más el Ecce Homo que tenemos sobre nuestras cabezas”, refiriéndose a la cúpula de la catedral.
A los obispos les ha pedido que sean pastores: “esta sea vuestra alegría”. Será vuestra gente, vuestro rebaño, quien os sostenga, ha afirmado. Del mismo modo, les ha pedido que nada ni nadie les quite la alegría de ser sostenidos por su pueblo. “Como pastores no seáis predicadores de complejas doctrinas, sino anunciadores de Cristo, muerto y resucitado. Apuntad a lo esencial, al kerygma”, ha añadido el Pontífice.
A toda la Iglesia italiana ha pedido “la inclusión social de los pobres, que tienen un lugar privilegiado en el pueblo de Dios, y la capacidad de encuentro y de diálogo para favorecer la amistad social en vuestro país, buscando el bien común”. Les ha pedido también la capacidad de diálogo y de encuentro. “Dialogar no es negociar. Negociar es tratar de conseguir la propia “porción” de la tarta común. No es e
sto lo que digo. Sino buscar el bien común para todos”, ha explicado.
A propósito les ha recordado que la mejor forma de dialogar no es la de hablar y discutir, sino hacer algo juntos, construir juntos, hacer proyectos: no solos, entre católicos, sino junto a todos aquellos de buena voluntad.
Asimismo ha exhortado a que la Iglesia sepa también dar una respuesta clara a las amenazas que surgen dentro del debate público: “es esta una de las formas de contribución específica de los creyentes a la construcción de la sociedad común”.
A los jóvenes les ha pedido que superen la apatía, “que nadie desprecie vuestra juventud, pero aprended a ser modelos en el hablar y en el actuar”.
Este nuestro tiempo –ha precisado Francisco– requiere vivir los problemas como desafíos y no como obstáculos: el Señor es activo y trabaja en el mundo.
Para finalizar, el Pontífice se ha permitido dejar unas indicaciones a los presentes para los próximos años: “en cada comunidad, en cada parroquia e institución, en cada diócesis y circunstancia, tratad de iniciar, de forma sinodal, una profundización de la Evangelii gaudium, para extraer de ella criterios prácticos y para aplicar sus disposiciones”.
La comida del Santo Padre con los pobres en Florencia
Tras rezar el ángelus en la basílica de la Santísima Anunciación con los enfermos y discapacitados, acudió al comedor de Cáritas para almorzar junto con 60 personas
El santo padre Francisco en su viaje a la ciudad de Florencia rezó al medio día el ángelus, poco después de saludar a los enfermos y discapacitados de la Obra Diocesana Asistencia, reunidos en la basílica de la Santísima Anunciación. Desde allí, se dirigió al comedor de san Francisco para almorzar con los pobres.
En la basílica rezó delante de la imagen de la Virgen y dejó a sus pies una rosa blanca. Entre los 33 enfermos, estaba Giuseppe Giangrande, el carabinero que fue gravemente herido en el tiroteo delante del Palazzo Chigi en Roma en el 2013. Francisco pidió a los presentes que recen por él y les aseguró su cercanía espiritual, indica una nota de Radio Vaticano.
Tras despedirse de los presentes, acudió al comedor San Francisco, gestionado por Cáritas. Sentado a la mesa con 60 personas, las del segundo turno, comió con ellos ribollita toscana con guiso de carne, en platos de plástico.
Este comedor es punto de referencia para muchos que no se pueden permitir más que esta comida el día. En el servicio se alternan unos cincuenta voluntarios. En el 2014 acogieron a 1.079 huéspedes de 59 nacionalidades diferentes y dieron aproximadamente unas 44 mil comidas.
El Papa en Florencia: “Nuestra alegría también es ir contracorriente”
En la misa celebrada en el Estadio Artemio Franchi, el Santo Padre recuerda que los discípulos no deben caer nunca en la tentación de asumir actitudes distantes de la realidad
El Santo Padre Francisco ha celebrado este martes por la tarde, la santa misa en el estadio Artemio Franchi en la ciudad italiana de Florencia, acompañado por miles de fieles, en el viaje que ha realizado con motivo del V Congreso Nacional de la Iglesia italiana.
El estadio de fútbol construido en los años 30, que tiene una capacidad para 45 mil personas y que se encuentra dentro de ciudad de Florencia, estaba lleno incluso en el palco, lo que indica unas 60 mil presencias. En este día de otoño soleado pero más bien frío, el Santo Padre vistió paramentos blancos con el palio episcopal.
Haciendo referencia al Evangelio de hoy, Francisco ha indicado que Jesús pregunta a sus discípulos ‘¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?’, no para acontentarse con lo que la gente piensa, sino para poder comunicarse con ellos. “Sin saber lo que la gente piensa, el discípulo se aisla y comienza a juzgar a la gente según sus propios pensamientos y sus propias convicciones”, ha advertido.
Asimismo, ha asegurado que la única forma de hablar al corazón de las personas es tocando la experiencia cotidiana: el trabajo, la familia, los problemas de salud, el tráfico, la escuela, los servicios sanitarios… “Es la única forma de abrir su corazón a la escucha de Dios”, ha afirmado el Papa. En realidad –ha recordado– cuando Dios quiso hablar con nosotros se ha encarnado.
De este modo, el Santo Padre ha indicado que los discípulos de Jesús no deben olvidar nunca de dónde han sido elegidos, es decir, de entre la gente, y “no deben caer nunca en la tentación de asumir actitudes distantes, como si lo que la gente piensa y vive no les afectase y no fuera importante para ellos”.
A continuación, ha planteado la segunda pregunta que Jesús hace a sus discípulos en el Evangelio de hoy: ‘Y vosotros, ‘¿quién decís que soy yo?’ Pregunta que –ha observado el Papa– resuena hoy en la nuestra conciencia, en la de sus discípulos, y es decisiva para nuestra identidad y nuestra misión. De este modo, el Pontífice ha asegurado que solo si reconocemos a Jesús en su verdad, “seremos capaces de mirar la verdad de nuestra condición humana, y podremos llevar nuestra contribución a la plena humanización de la sociedad”.
A propósito de la respuesta que Simón da a Jesús ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente’, el papa Francisco ha explicado que esta respuesta encierra toda la misión de Pedro y resume en lo que se convertirá para la Iglesia el ministerio petrino, es decir, custodiar y proclamar la verdad de la fe; defender y promover la comunión entre todas las Iglesias; conservar la disciplina de la Iglesia.
Por otro lado, el Santo Padre ha asegurado a los fieles presentes en la celebración eucarística que “nuestra alegría es también ir contracorriente y superar la opinión corriente que, hoy como entonces, no logra ver en Jesús más que un profeta o un maestro”. Nuestra alegría –ha añadido– es reconocer en Él la presencia de Dios, el enviado del Padre, el Hijo venido para hacerse instrumento de salvación para la humanidad.
Además, el Pontífice ha explicado que en la raíz del misterio de la salvación está de hecho la voluntad de un Dios misericordioso, que no se quiere rendir frente a la incomprensión, la culpa y la miseria del hombre, sino que se dona a él hasta hacerse Él mismo hombre para encontrar cada persona en su condición concreta.
“Esta verdad de la fe es verdad que escandaliza, porque pide creer en Jesús, el cual, aun siendo Dios, se ha despojado, se ha abajado a la condición de servicio, hasta la muerte de cruz, y por eso Dio lo ha hecho Señor del universo”, ha precisado Francisco.
Solo a partir del corazón de Cristo –ha observado– podemos entender, profesar y vivir su verdad. En realidad, ha asegurado el Papa, “la comunión entre divino y humano, realizado plenamente en Jesús, es nuestra meta, el punto de llegada de la historia humana según el diseño del Padre”. Es la alegría del encuentro –ha explicado– entre nuestra debilidad y su grandeza, entre nuestra pequeñez y su misericordia que colmará cualquiera de nuestros límites.
Al finalizar la homilía en el Estadio, el Pontífice ha asegurado que Dios y el hombre son los dos extremos de una oposición: “se buscan desde siempre, porque Dios reconoce en el hombre su propia imagen y el hombre se reconoce solo mirando a Dios”.
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MUNDO – IGLESIA – RELIGIO
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Arranca el Jubileo de la Orden de los Predicadores
Los dominicos conmemoran sus 800 años de historia con celebraciones por todo el mundo. En España, el acto central tuvo lugar en el monasterio de Santo Domingo el Real
El Año Jubilar de los dominicos, con motivo de sus 800 años de historia, comenzó este fin de semana con multitud de celebraciones por todo el mundo.
En España, el acto central tuvo lugar en Madrid, el pasado 7 de noviembre. Monseñor Carlos Osoro presidió en el monasterio de Santo Domingo el Real las vísperas que abrieron las celebraciones del año Jubilar de la Orden de Predicadores.
Frailes, hermanas de vida activa, monjas, laicos y jóvenes dominicos de toda España estuvieron acompañados por religiosos y religiosas de otras órdenes que se sumaron a esta celebración.
“Gracias, llamados y ocupados” fue el mensaje que el arzobispo de Madrid dirigió a la Orden de Predicadores. “Gracias a Dios; llamados a vivir la fe como peregrinos y ocupados en regalar la Gracia del Señor, el amor y la misericordia de Dios en el lugar concreto donde están los hombres”. Un mensaje, que según Mons. Osoro, los dominicos llevan haciendo realidad desde hace 800 años, siguiendo la huellas de santo Domingo. Pero este Jubileo pretende ser sobre todo una proyección hacia el futuro: “Seguid regalando misericordia en este momento de la vida y de la historia de los hombres donde quizá es más necesario que nunca acercar la novedad y la alegría del Evangelio al corazón y a la existencia de todo ser humano”, dijo.
El domingo volvía a reunirse la Familia Dominicana de España para seguir con los actos de inauguración del Jubileo. Esta vez en la iglesia de San Pedro Mártir de Madrid, con una celebración eucarística retransmitida por Televisión Española, que fue presidida por su presidente, fray Javier Carballo.
El padre Carballo resaltó la misión de los dominicos y dominicas, que como predicadores no es otra que la de poner voz a las palabras de amistad del Evangelio, con una espiritualidad de desprendimiento, sin sentirnos propietarios sino servidores. “Ni siquiera la verdad, lema de la Orden, es ninguna propiedad. Es búsqueda y servicio de misericordia. La verdad, que perdió crédito en el mundo cuando se alió con el poder, solo puede brillar en la pobreza de la predicación. Predicación que se hace diálogo, encuentro y conversación”.
Por su parte, el maestro de la Orden de Predicadores, fray Bruno Cadoré, fue el encargado de dar inicio al Jubileo internacional desde la basílica de Santa Sabina en Roma, que en 1219 fue entregada por el Sumo Pontífice al mismo santo Domingo, fundador de los dominicos.
En el ángelus, también el papa Francisco tuvo unas palabras de felicitación: “Saludo a los representantes de la Orden de Predicadores que ayer ha abierto el 8º centenario de su fundación. Que el Señor les bendiga en este aniversario y muchas gracias por todo lo que hacéis en y por la Iglesia”.
Francisco: la peregrinación es también una experiencia de misericordia
Mensaje del Santo Padre a la Sesión Pública de las Academias Pontificias. La vencedora de la Medalla del Pontificado ha sido Almudena Alba López, de la Universidad de Salamanca.
«El Santo Padre desea vivamente que cuantos lleguen a Roma con ocasión del Año Santo, o vivan la experiencia de la peregrinación hacia las muchas metas propuestas por las Iglesias locales, puedan sentir, como los discípulos de Emaús, al Señor junto a ellos como compañero de viaje».
Así lo indica en el mensaje a la XX Sesión Pública de las Academias Pontificias sobre el tema “Ad limina Petri. Huellas monumentales de la peregrinación en los primeros siglos del cristianismo”. El encuentro ha sido introducido por el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura y del Consejo de Coordinación entre las Academias Pontificias. Antes de entregar el premio de las Academias Pontificias y la Medalla del Pontificado a los vencedores de este año, el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin. ha leído el mensaje enviado por el santo padre Francisco.
Los ganadores del Premio de las Pontificias Academias son la Asociación Portuguesa Campo Arqueológico di Mértola, a través del profesor Virgilio Lopes; y Matteo Braconi por su tesis doctoral. La vencedora de la Medalla del Pontificado ha sido Almudena Alba López, por la publicación Teología politica y polémica antiarriana, de la Universidad de Salamanca.
En su misiva el Papa destaca entre las iniciativas dirigidas a valorar el camino común de las Academias Pontificias, la del Premio destinado anualmente a jóvenes estudiosos, artistas o instituciones que han contribuido de forma relevante, a través de sus estudios y sus obras, en las varias disciplinas en las que trabajan las Academias, para promover el humanismo cristiano y el desarrollo de las ciencias religiosas.
A propósito de las Sesiones Públicas Anuales, el Santo Padre desea que “constituyan siempre momentos de enriquecimiento cultural e interior, de incitación a un compromiso personal y comunitario cada vez más fecundo y capaz de suscitar en la Iglesia el deseo de un renovado humanismo, a la altura de los desafíos de nuestro tiempo”.
A continuación hace referencia al tema del encuentro, “que nos prepara al inicio del Año Santo”, que llama oportunamente la atención sobre la peregrinación como elemento constitutivo del Jubileo.
Vuestra reflexión –asegura el Santo Padre– contribuirá a profundizar el significado de la peregrinación cristiana, así como se desprende de los testimonios más antiguos, de las huellas dejadas por los peregrinos de la antiguedad cristiana en los santuarios romanos.
Por otro lado, indica que la peregrinación es también “una experiencia de misericordia, de compartir y de solidaridad con quien hace el mismo camino, como también de acogida y generosidad por parte de quien hospeda y asiste a los peregrinos”. De este modo, afirma que volver la mirada a la antiguedad cristiana y a las huellas dejadas por los peregrinos nos recuerda el compromiso de la acogida y del compartir, que en la experiencia de la peregrinación se hace consciente itinerario de conversión y alegre práctica cotidiana.
El Parlamento de Cataluña aprueba el inicio del proceso de independencia
El obispo de Getafe advierte que negar unilateralmente la soberanía de España es moralmente inaceptable
El Parlamento de Cataluña ha aprobado este lunes la Resolución 1/XI que proclama el inicio del proceso hacia la independencia, aboga por desobedecer a las instituciones españolas e insta a la Generalitat a cumplir solo las leyes emanadas de la Cámara autonómica. La votación, 72 sufragios a favor y 63 en contra, ha vuelto a reflejar la división que vive la sociedad catalana.
El obispo de Getafe, Mons. Joaquín María López de Andújar, ha escrito con fecha de ayer una carta titulada “Ante la amenaza secesionista en Cataluña”. En ésta, el prelado asegura que “poner en peligro la convivencia de los españoles, negando unilateralmente la soberanía de España, sin valorar las graves consecuencias que esta negación podría acarrear, sería moralmente inaceptable”.
Asimismo, Mons. López de Andújar invita “a todos los miembros de la Iglesia a elevar oraciones a Dios a favor de la c
onvivencia pacífica y la mayor solidaridad entre los pueblos de España, por caminos de un diálogo honesto y generoso, salvaguardando los bienes comunes y reconociendo los derechos propios de los diferentes pueblos integrados en la unidad histórica y cultural que llamamos España”.
En el texto secesionista, el Parlamento de Cataluña proclama el inicio del “proceso de desconexión democrática” con España para lograr el “empoderamiento” de la ciudadanía. Además, por si quedase alguna duda de su intencionalidad, el documento insta al Gobierno regional a cumplir exclusivamente los acuerdos que surjan de la Cámara catalana. Es decir, se anuncia la desobediencia a las “instituciones del Estado español” y la vulneración de las leyes vigentes, y se señala directamente al Tribunal Constitucional, del que se dice que está “deslegitimado” tras la sentencia del Estatuto catalán de 2010.
Para posibilitar la anunciada “desconexión” de la legalidad española, la Resolución 1/XI indica que en el plazo máximo de 30 días se iniciará la tramitación de las leyes que hagan factible el proceso constituyente de “un estado catalán independiente en forma de república”, así como las relativas a la Seguridad Social y la Hacienda pública. Eso significa que antes de que se celebren las elecciones generales en España, el próximo 20 de diciembre, la Cámara autonómica habrá seguido dando pasos hacia la secesión, pero para entonces el Tribunal Constitucional ya habrá suspendido la citada resolución y habrá advertido al Parlamento de Cataluña y a su presidenta Carme Forcadell de que no facilite ese proceso bajo el peligro de incurrir en desobediencia.
El Gobierno de España, como había avisado, ha puesto la maquinaria en marcha un minuto después de que el Parlamento catalán aprobara la propuesta independentista de Junts pel Sí y la CUP. El presidente Mariano Rajoy ha firmado ayer su petición al Consejo de Estado para que elabore un dictamen con el que podrá interponer el recurso de inconstitucionalidad que el Ejecutivo aprobará y el presidente rubricará el miércoles, en un Consejo de Ministros extraordinario.
La alcadesa de Madrid renueva el Voto de la Ciudad ante la Patrona
Durante la Misa en honor a la Virgen de la Almudena en la Plaza Mayor, Manuela Carmena ha defendido una ciudad integradora en la que se respeten y promuevan los derechos humanos
La Plaza Mayor ha acogido este lunes la solemne Misa en honor a Santa María la Real de la Almudena, patrona de Madrid. Presidida por el arzobispo, monseñor Carlos Osoro, en ella han concelebrado el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo emérito de Madrid; monseñor Fidel Herráez, arzobispo electo de Burgos, y el nuncio apostólico en España, monseñor Renzo Fratini, además de los miembros del Consejo Episcopal, el Cabildo de la catedral, el Colegio de Consultores y sacerdotes diocesanos. Al término de la proclamación del Evangelio, la alcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena, ha renovado el tradicional Voto de la Villa.
Durante su intervención, la regidora ha destacado el compromiso de los madrileños “para hacer del querido Madrid lugar de reposo para el agotado, con techo para el desahuciado, con amistad para el abandonado, con esperanza para los sin techo y con abrazos acogedores para los refugiados”.
Asimismo, ha defendido un Madrid “integrador y positivo” en el que se “respetan y promueven los derechos humanos” y donde “se elija resolver los conflictos desde el diálogo y siempre por medios pacíficos”.
“¿Quién es esta mujer a la que el Señor nos da como Madre? ¿Quién es nuestra Madre? Os acerco tres retratos de nuestra Madre: el retrato de su ‘sí’ a Dios; el retrato de su salida aprisa a los caminos por donde van los hombres, y el retrato de su primer encuentro fuera de su casa, en el camino, después de haber dicho ‘sí’”, ha aseverado Mons. Osoro en su homilía.
También ha agradecido a Manuela Carmena el que haya invitado a los ciudadanos de Madrid a asumir el compromiso de construir la cultura del encuentro, de la inclusión, de “crear espacios en los que todos, con respeto y alegría, vivamos y hagamos siempre sitio a quien más lo necesita”.
Representantes de las ocho vicarías de la diócesis, de las congregaciones de la Almudena –Corte de Honor y Real Esclavitud–, de la Real Hermandad de San Isidro y de las casas regionales han realizado su ofrenda floral a la Virgen. La Coral Virgen de la Almudena ha acompañado la celebración con sus cantos.
Al finalizar la eucaristía, la carroza con la imagen de la Virgen ha salido por las calles la capital para ser llevada en procesión hasta la catedral. La Patrona ha sido acompañada en este recorrido por congregaciones, asociaciones y hermandades con sede en Madrid, caballeros de órdenes militares, congregaciones de la Almudena y sacerdotes, así como miembros de la Corporación Municipal, autoridades civiles y militares y fieles en general.
Con motivo de la celebración del 375 aniversario de la fundación de la Real Esclavitud de Santa María la Real de la Almudena, este año ha habido dos novedades: la imagen de la Virgen en la Plaza Mayor ha lucido el manto de Isabel II donado por la Reina en 1856, que no se ha puesto desde 1890. Y el papa Francisco ha concedido indulgencia plenaria. Así, de acuerdo con lo establecido por el decreto de la Penitenciaria Apostólica para este día, monseñor Osoro ha impartido la bendición papal con indulgencia plenaria a todos aquellos fieles que, verdaderamente arrepentidos, han participado en la Santa Misa con ocasión de la solemnidad de Santa María la Real de la Almudena, cumpliendo las condiciones establecidas para ello: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice.
Comentario a la liturgia dominical
Domingo 33 del Tiempo Ordinario Ciclo B Textos: Dn 12, 1-3; Hb 10, 11-14.18; Mc 13, 24-32
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: Vigilar y prepararnos para la venida de Cristo. Sólo así evitaremos la angustia y el miedo.
Síntesis del mensaje: Terminamos hoy la lectura del evangelista Marcos, que nos ha acompañado todo el año. El próximo domingo, fiesta de Cristo Rey, leeremos a san Juan. Termina el año litúrgico y por eso las lecturas nos orientan hacia la escatología, el futuro de la historia, para que nos preparemos para ese día. No necesitamos ni horóscopos ni adivinos para buscar respuestas a los interrogantes del mañana. El futuro nos fascina y nos inquieta a la vez. O porque deseamos tenerlo todo controlado. O porque nos ayudaría a planificar el presente. Lo mejor es confiar en Cristo y en su victoria.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, ¿a quién no atemoriza lo que Jesús narra en el evangelio de hoy? Visiones tremendas, espeluznantes; soberbias imágenes para una película de horror: explosión de las galaxias, apagón del sol, reventón de las estrellas, caída de la luna, desbarajuste de la creación. Hoy día, otro tanto: explosión demográfica, destrucción del ecosistema y de la casa común, como dirá el Papa Francisco en su encíclica “Laudato si’, guerra de las galaxias y, para que nadie escape, en los silos una bombita de 180 kgs atómicos por persona. ¿Consecuencias? Hombres secos de pe
simismo derrotista, agresividad a flor de piel, angustia endémica, depresiones epidémicas. Películas atroces que alertan una neurosis masiva y expansiva –busquen en la internet-, el desbarajuste ético-social –nuevas ideologías en contra del plan de Dios- y el hombre de bruces en el caos. Nuestra ciencia se ha vuelto terrible, peligrosa nuestra insatisfacción, mortales nuestros conocimientos. Es decir, que parece que nos aproximamos al cuadro clínico-psiquiátrico de este evangelio sobre el fin del mundo. ¿Qué hacer?
En segundo lugar, es ciertamente impresionante el lenguaje con el que Jesús describe hoy el final de la historia. Es un lenguaje tomado del género literario “apocalíptico” y “escatológico”, con el que tanto los profetas del Antiguo Testamento como en general la literatura rabínica de la época describen el futuro y la llegada del “día del Señor”. Esta descripción, en labios de Jesús, no quiere ser angustiosa ni angustiante, sino precisamente lo contrario, esperanzadora, porque inmediatamente dice que veremos “venir al Hijo del Hombre sobre las nubes (símbolo de la divinidad) con gran poder y majestad”, y Él viene a salvar. Si somos sinceros tenemos que decir que nadie, ni siquiera la Iglesia, ha sabido explicar el sentido de estos discursos escatológicos. Grupos religiosos aprovechan estos discursos para obsesionar a sus adeptos, inclinados al fanatismo (adventistas, testigos de Jehová) y circulan de casa en casa infundiendo temor con el anuncio del inminente fin del mundo. ¿Qué hacer?
Finalmente, si queremos resumir el mensaje de este domingo, podría quedar así: el Señor ha venido una primera vez y vendrá una segunda vez en el futuro. La segunda venida no nos debe dar miedo; ella es una promesa, no una amenaza. Es la promesa de la que se nutre toda la experiencia cristiana. Eso explica aquel hecho singular que se nota en la Iglesia primitiva: los cristianos de entonces, después de haber escuchado estos discursos que también nosotros hemos escuchamos hoy, se ponían tranquilamente a rezar y a invocar: “Maranatha: Ven, Señor Jesús”. ¿Qué hacer? No olvidar que nuestra vida es una peregrinación. Quien peregrina tiene siempre en cuenta, no sólo por dónde va, sino también a dónde se dirige, cuál es la meta de su viaje. Igual que un deportista mira desde el comienzo la meta, o el estudiante, el examen final. ¿Qué hacer? Si nuestra meta es el cielo y la compañía con Dios y los santos, entonces tenemos que vigilar seriamente nuestros pasos, nuestros pensamientos, nuestros afectos, para no perder el rumbo del camino. Debemos tener todo preparado para que el Señor nos encuentre dignos de ser admitidos en su Reino. Debemos mirar con respeto y confianza a ese Cristo glorioso que viene a juzgar a todos. Ese juez es el mismo en quien creemos, a quien escuchamos en la proclamación del evangelio, a quien intentamos seguir, a quien recibimos en la Eucaristía. Estas lecturas no quieren llenarnos de angustia, sino que nos están anunciado la victoria y la salvación.
Para reflexionar: meditemos en estas palabras de San Francisco de Sales: “vivir cada día de nuestra vida como si fuera el último día de nuestra vida en la tierra”. ¿Vivimos así? ¿O más bien evadimos pensar en esa realidad, tan cierta como segura, del final de nuestra existencia –vamos a morir- o del final de los tiempos, -Cristo vendrá-? ¿O tal vez pensamos que luego nos arreglaremos, que mientras tanto mejor es gozar y vivir como nos venga en gana? ¡Nos estamos jugando nada menos que nuestro destino para toda la eternidad!
Para rezar: Hagamos oración esto que nos dice san Pablo: “que el Señor conserve nuestros corazones irreprochables en la santidad ante Dios, nuestro Padre, hasta el día en que venga nuestro Señor Jesús en compañía de todos sus santos” (1 Ts 3, 12-4,2). O lo que nos dice Lucas: “Velen y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del Hombre” (21, 36).
Beata Vincenza María (Luigia) Poloni – 11 de noviembre
«Solidaridad, fe al servicio de los débiles y entrañas de misericordia, llevaron a esta beata, alentada por el beato Carlos Steeb, a fundar un Instituto dirigido al amplio colectivo de desfavorecidos que iba hallando a su paso»
Nació en Verona, Italia, el 26 de enero de 1802. Pertenecía a una familia plenamente comprometida con la fe cristiana; fue heredera de esa riqueza que sus padres, Gaetano y Margherita, le legaron. Ambos habían sido puestos a prueba reiteradamente con la pérdida de gran parte de su numerosa prole. De doce hijos habidos en el matrimonio –Luigia fue la última– solo tres sobrevivieron. Inteligente y capaz, sensible ante las adversidades, supo ser motivo de descanso para su familia. De su padre, integrado en una asociación benéfica, aprendió la riqueza que esconde el desprendimiento, acogiéndolo para sí. Sin duda, las personas que frecuentaran el establecimiento de comestibles y herboristería que regían, tendrían constancia fehaciente de su virtud. Además, Gaetano pertenecía a una asociación volcada en auxiliar a los desfavorecidos.
Tras la muerte de su progenitor se pusieron de manifiesto las cualidades de la beata para conducir los negocios familiares. Discreta y servicial acertaba siempre en el trato dispensado a los clientes; supo custodiar perfectamente los bienes comunes. Fue una persona de inestimable ayuda, dadora de consuelo cuando tuvieron que afrontar los nuevos infortunios que se produjeron en su entorno. Su generosidad hizo que sus propios sobrinos acudieran a ella por considerarla como una madre. Conocía en carne propia el zarpazo del sufrimiento, su valor purificativo, el cúmulo de enseñanzas que conlleva humanas y espirituales, y había adquirido el sentimiento de solidaridad universal que aglutina a quienes han pasado por él. Sus entrañas de misericordia serían manifiestas de forma singular en la obra que le aguardaba y de la que sería artífice.
Poco a poco hechos diversos fueron conduciéndola a la entrega definitiva a Dios. La oración sostenía su intensa dedicación a paliar las necesidades ajenas y a administrar la economía familiar. En ese cuidar a los demás se incluía su labor como voluntaria en el asilo de ancianos de su ciudad natal. Fue Carlos Steeb, su director espiritual, quien se percató de la grandeza humana y virtudes de la joven, su abnegación y el desasimiento de todo lo que no fuese su prójimo, precisamente porque era una mujer orante. Él entrevió la misión a la que estaba destinada. Atento a los signos, como es propio de los grandes apóstoles, la alentaba a seguir el sendero de la perfección a la espera de que se manifestase la voluntad divina sobre ella.
Entre tanto, la entrega de Luigia a los necesitados crecía. Durante la epidemia de cólera fue evidente que la acción de la futura fundadora no era un acto solidario, sino que iba acompañada de un cariz de ternura con los damnificados en el que latía el amor divino. Era una persona apreciada por su talento, agudeza, discreción y espíritu de servicio, entre otras virtudes. Carlos Steeb la abordó un día, diciéndole: «Hija mía, el Señor la quiere fundadora de un Instituto de Hermanas de la Misericordia, ninguna dificultad la atemorice o la detenga, para Dios nada es imposible». A lo que ella replicó humildemente: «Yo soy la más incapaz de todos pero el Señor se sirve, a veces, de los instrumentos más débiles para llevar a cabo sus designios: que se cumpla su voluntad». Y el 2 de noviembre de 1840, junto a otras tres mujeres, emprendió la fundación del Instituto, animada y asistida por el padre Steeb, con el carisma de servir a Cristo dirigiéndose a ese amplio colectivo que carece de afecto y de bienes: ancianos, pobres, niños, jóvenes,
personas privadas de la libertad, etc., con un extenso programa de acciones llevadas a cabo en parroquias, hospitales, escuelas, asilos, centros médicos de primeros auxilios y prisiones, entre otros.
Al profesar en 1848 Luigia tomó el nombre de Vincenza en honor de san Vicente de Paúl. Y realmente se dejó guiar por el espíritu de este santo, porque los abandonados y los enfermos afectados por lesiones contagiosas tuvieron en ella otro ángel tutelar. Fueron quince años de intensa acción, en la que incluyó la formación de jóvenes adolescentes y de niñas, siempre con el afán de que pudieran conocer y experimentar el amor misericordioso de Dios. Extendió sus caritativos brazos a través de las religiosas, y así fueron abriéndose nuevas fundaciones hasta que un cáncer de mama, que inicialmente ocultó a los miembros de su comunidad y que después de ser intervenido no se erradicó, acabó con su vida el 11 de noviembre de 1855.
En su testamento había encomendado a sus hijas que viviesen la caridad, que reinara entre ellas el respeto, que no alentasen malos entendidos ni resentimientos. Hizo notar que si algo tormentoso se cernía en el horizonte, que no caminasen ni una hora con el peso de esa amargura, sino que inmediatamente debían buscar la reconciliación. Con toda claridad les había recordado la responsabilidad que tenían: Si mantenían viva la caridad entre todas, preservarían indemne el Instituto; de lo contrario, desaparecería. Quería pensar, y así lo expresó, que eso no sucedería jamás. Una vez les hubo asegurado que las asistiría desde el cielo, finalizó diciendo: «La caridad sobrevive a la muerte; esa, no lo dudéis, nos unirá en el Señor eternamente». Después de su deceso, el beato padre Steeb no dejó abandonadas a las religiosas sino que sostuvo la obra hasta su muerte. Luigia fue beatificada por Benedicto XVI el 21 de septiembre de 2008.