El Papa: «Dios es incapaz de estar lejos de sus hijos»
El Santo Padre a los miembros de la Familia Guanella les asegura que el mundo de hoy necesita personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza
“Fiarse, mirar y darse prisa”. Estos son los tres verbos concretos que el papa Francisco ha presentado en su discurso a los participantes de la peregrinación de la Familia Guanelliana, a quienes ha recibido este jueves en el Aula Pablo VI.
“Fiarse”. El Santo Padre ha recordado que la vida de don Guanella tuvo en el centro “la certeza de que Dios es Padre misericordioso y providente”. Tal y como ha observado el Papa “Dios es padre y no logra no amarnos”. Ni siquiera es capaz –ha asegurado- de estar lejos de sus hijos y desea siempre venir a nuestro encuentro. “Dios nos cuida y quiere que nos fiemos de Él”, ha indicado el Papa.
Asimismo ha añadido: “Pienso que al Padre le duele mucho cuando ve que sus hijos no se fían plenamente de Él: quizás creen en un Dios lejano, más bien que en el Padre misericordioso”. A propósito, ha advertido sobre la tentación de “tomar distancia de Dios, intimidados por la sospecha de que su paternidad no sea realmente providente y buena”. Dios es solamente amor, puro amor providente, ha afirmado el Pontífice. “Él nos ama más de lo que nos amamos nosotros mismos y sabe cuál es nuestro verdadero bien”, ha explicado.
El segundo verbo es “mirar”. A propósito, Francisco ha explicado que el Padre suscita la creatividad en los que viven como sus hijos y así “aprenden a mirar el mundo con ojos nuevos, más luminosos por el amor y la esperanza”. Son ojos –ha precisado– que permiten mirarse dentro con verdad y ver lejos en la caridad. Y en esta mirada los otros no aparecen “como obstáculos que necesitamos superar, sino como hermanos y hermanas que debemos recibir” ha indicado. Al respecto, el Santo Padre ha advertido que la carencia más grande en el mundo de hoy es la caridad: “es necesario sobre todo, que existan personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza”.
Asimismo, Francisco ha advertido que nuestra vida espiritual es miope “porque no conseguimos mirar más allá de nuestro yo”. Otras veces no vemos bien de cerca “nos gustar ayudar a quien está lejos, pero no somos capaces de inclinarnos hacia quien vive junto a nosotros”. A veces, sin embargo, “preferimos cerrar los ojos, porque estamos cansados, abrumados por el pesimismo”.
Y finalmente “tener prisa”. El Pontífice ha recordado que “como el Padre es delicado y concreto en lo relacionado con los hijos más pequeños y débiles, así nosotros no podemos hacer esperar a los hermanos y las hermanas en dificultad”. Y del mismo modo que María tuvo prisa por ir a ver a su prima Isabel, “también nosotros escuchamos la invitación del Espíritu Santo para ir en seguida al encuentro de quien necesita nuestros cuidados y nuestro afecto, porque, como enseñaba don Luigi Guanella, un corazón cristiano que cree y que siente no puede pasar delante de las indigencias del pobre sin socorrerlas”.
La inmigración, ‘una oportunidad que es signo de los tiempos’
El Santo Padre pide a los obispos de Eslovaquia profundizar la identidad católica, para poder abrirse hacia los inmigrantes y llevarles el mensaje cristiano
El papa Francisco encontró este martes en el Vaticano a los obispos de Eslovaquia presentes en Roma con motivo de la visita ad límina, en la cual han visitado las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo, renovando así los vínculos de comunión con el Sucesor de Pedro.
El Santo Padre les indicó que las dificultades del momento actual tienen que ser transformadas en “nuevas oportunidades”. Y precisó que “una oportunidad que se ha vuelto signo de los tiempos es el fenómeno de las migraciones”, que tiene que ser enfrentado con “sensibilidad y sentido de justicia”.
“La Iglesia –dijo el Pontífice– está llamada a proclamar y dar testimonio recibiendo a los inmigrantes en espíritu de caridad y de respeto, y de la dignidad de la persona humana”, en el contexto “de una necesaria observancia de la legalidad”.
Y añadió que en la perspectiva de un ambiente multicultural cada vez más extendido “es necesario tener actitudes de recíproco respeto para favorecer el encuentro”.
Todo esto defendiendo “la propia identidad cultural y el patrimonio de valores éticos y espirituales, fuertemente relacionados con su tradición católica”. Porque teniendo esos valores es posible “abrirse a la confrontación en el más amplio horizonte continental y mundial” también en “temas de vital importancia como la dignidad de la vida humana y la función esencial de la familia”.
Y hoy más que nunca es necesario “iluminar el camino de los pueblos con los principios cristianos”, aprovechando las oportunidades que se presentan para “desarrollar una evangelización que, con lenguaje nuevo, vuelva el mensaje de Cristo más comprensible”.
Invitó también a que la Iglesia infunda esperanza, de manera que “los cambios del momento actual se transformen en un encuentro renovado con Cristo”, y que los fieles laicos se sientan “llamados a animar la realidad temporal con fermentos evangélicos”, sin eximirse de trabajar también “en los procesos políticos en favor del bien común”.
El Santo Padre les indicó también que aprecia mucho el trabajo que están realizando a favor de la familia, y les invitó a valorar a los jóvenes, a quienes si se les presenta el auténtico significado de la vida, «no se dejan atemorizar fácilmente por las dificultades”.
Al concluir les pidió “gran atención paterna hacia los sacerdotes”, con formación permanente para que sean testigos de una vida ejemplar. Y para ello hay que «escucharlos y tratarlos con confianza, prestando atención a las dificultades que tantas veces les afligen” dijo.
Les pidió también que lleven adelante la pastoral con los gitanos, y hagan llegar el Evangelio a estas personas que lamentablemente siguen viviendo en una cierta separación.
El Papa concluyó confiando las preocupaciones pastorales a la Virgen de los Dolores, patrona de Eslovaquia.
Francisco señala que la eucaristía no es un premio para los buenos sino la fuerza para los pecadores
El papa envía un víedeomensaje al Congreso eucarístico nacional en India y recuerda que la comunión con el Señor nos conduce a la solidaridad con los otros
Ha iniciado hoy en Mumbai, India, el Congreso eucarístico nacional, en el que participan más de 700 delegados de todo el país. Como enviado especial del papa Francisco, participa el cardenal Malcom Ranjith, quien ha presentado un vídeomensaje del Santo Padre para la apertura de los trabajos, bajo el lema “Nutridos por Cristo para nutrir a los otros”.
El Congreso eucarístico es un don de Dios “no solo para los cristianos de India sino para toda la población de un país tan rico en diversidad y espiritualidad”, subraya el Pontífice.
Por otro lado, recuerda que ya Pablo VI tuvo forma de evidenciarlo, durante su viaje a India en 1964, en el discurso dirigido a los fieles de religiones no cristianas. El Papa Montini indicó que Cristo es querido en este país “inspirado de amor y sacrificio de sí mismo” para “millones de personas que lo han conocido y lo aman”.
Francisco exhorta a aprender “que la eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles, para los pecadores. Es el perdón, es el estímulo que nos ayuda a andar, a caminar”. Asimismo, indica que la comunión con el Señor “nos conduce a la solidarida
d con los otros”.
También precisa que “los seres humanos de todo el mundo necesitan nutrirse” no solo “de lo que se necesita para satisfacer el hambre física”.
De aquí, observa el Papa, el llamamiento a todos los que están saciados y nutridos por el Cuerpo y la Sangre de Cristo a no permanecer indiferentes hacia los hermanos y hermanas que sufren hambre, no solo física sino también “de amor, inmortalidad, afecto, atención, perdón, misericordia. Estos tipos de hambre pueden ser satisfechos solo con el pan que viene de lo alto”.
Asimismo, hace otro llamamiento para llevar “la alegría del Evangelio a aquellos que no lo han recibido aún” y “esperanza a aquellos que viven en las tinieblas y en la desesperación”.
Para finalizar el papa Francisco desea que este Congreso sea “presagio de luz para la gente de India”, “presagio de gran alegría y felicidad”, “una ocasión” para “estar unidos en el amor”.
El Papa recuerda que los laicos no son fieles de «segunda»
Mensaje del Santo Padre para la jornada de estudio sobre la Apostolicam Actuositatem organizada por el Pontificio Consejo de Laicos, en colaboración con la Universidad Pontificia de la Santa Cruz
El Concilio Vaticano II no mira a los laicos como si fueran miembros de “segundo orden”, al servicio de la jerarquía y simples ejecutores del “orden de lo alto”, sino como discípulos de Cristo, que en la fuerza de su Bautismo y de su inclusión natural “en el mundo” están llamados a animar todo ambiente, actividad y relación humana según el espíritu evangélico, llevando la luz, la esperanza, la caridad recibida por Cristo en los lugares que, de otra manera, permanecerían ajenos a la acción de Dios y abandonados a la miseria de la condición humana.
Así lo recordó el papa Francisco en el mensaje enviado a los participantes de la Jornada de estudio organizada por el Pontificio Consejo de Laicos, en colaboración con la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, que se realizó el día martes sobre el tema “vocación y misión de los laicos. A 50 años del decreto Apostolicam Actuositatem”.
Tal y como indica Francisco, esta jornada se ubica en el marco del 50º aniversario de la conclusión del Concilio Vaticano II, evento extraordinario de gracia, que como afirmó el beato Pablo VI tuvo el carácter «de un gran y triple acto de amor: hacia Dios, hacia la Iglesia, hacia la humanidad”.
Esta renovada actitud de amor — explica Francisco– que inspiraba a los padres conciliares ha llevado también, entre sus múltiples frutos, a una nueva forma de mirar a la vocación y a la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, que ha encontrado una magnífica expresión sobre todo en las dos grandes Constituciones conciliares la Lumen gentium y Gaudium et spes.
Estos documentos “consideran a los fieles laicos dentro de una visión de conjunto del Pueblo de Dios, al que pertenecen junto a los miembros del orden sagrado y a los religiosos, y que participan en la forma que les es propia, de la función sacerdotal, profética y real de Cristo mismo”. A propósito del documento, asegura que esta enseñanza conciliar ha hecho crecer en la Iglesia la formación de los laicos, que tantos frutos ha dado ya hasta ahora.
Pero el Concilio Vaticano II, como cada Concilio, “interpela a cada generación de pastores y de laicos porque es un don inestimable del Espíritu Santo que va acogido con gratitud y sentido de responsabilidad: todo lo que se nos ha donado por el Espíritu y transmitido por la santa Madre Iglesia va siempre entendido de nuevo, asimilado y bajado a la realidad”, explica el Pontífice en el mensaje.
¿Qué es lo que espera el Papa de los antiguos alumnos jesuitas?
El Santo Padre envía un vídeomensaje al XVI Congreso Latinoamericano de ex alumnos jesuitas que se celebra en Guayaquil del 11 al 13 de noviembre
¿Qué es lo que espera el Papa, la Compañía de Jesús, la Iglesia, de un hombre o de una mujer que estudió en un colegio jesuita o una universidad jesuita? Es la pregunta a la que el papa Francisco responde en el vídeomensaje que ha enviado al XVI Congreso Latinoamericano de ex alumnos jesuitas. “El Papa que mueve el mundo” es el lema elegido para este encuentro que tiene lugar del 11 al 13 de noviembre en la ciudad de Guayaquil, en Ecuador. El objetivo del Congreso es “analizar y aplicar el modelo de liderazgo del Papa Francisco, para lograr resultados estratégicos sin distinción de credo ni religión, teniendo como eje fundamental la espiritualidad ignaciana, que es una espiritualidad de la encarnación y de la acción donde cada persona participa en su entorno para generar cambios positivos, creando un mundo más justo y humilde”.
De este modo, el Santo Padre cuenta que cuando alguien le dice que estudió con los jesuitas, le pregunta: “¿Tienes el virus adentro o no, o ya lo perdiste?”
Por ello, les propone para inspiración del modo de actuar de ustedes, “la Contemplación de la Encarnación: el número 101 de los Ejercicios en adelante”. El jesuita –asegura el Papa– y por lo tanto aquel que estudió con el jesuita tiene como su herencia; tiene que estar en tensión, continuamente en tensión. En tensión entre el cielo, la tierra y él. “No puede esconder la cabeza, como hace el avestruz, de la realidad de la tierra. No puede hacerse un mundo aislado con una religiosidad light frente a la realidad de Dios”, advierte. Y no puede vender su conciencia a la mundanidad, precisa.
Francisco les propone tres preguntas para calibrar hasta qué punto la formación que recibieron de la Compañía de Jesús entró o hasta qué punto la tienen guardada en un armario: ¿cómo estoy yo frente a Dios?, ¿cómo estoy frente al mundo?, ¿cómo estoy frente al espíritu mundano que se me propone a cada rato?
Por otro lado, el Pontífice asegura a los destinatarios del vídeo, ex alumnos jesuitas, que “la Iglesia a ustedes los quiere en tensión”. En tensión –precisa– entre la fe que profesan, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; que envía a su Hijo al mundo, y esa fe en tensión con lo que está pasando hoy en el mundo.
A propósito les señala tres cosas: “atención sanitaria, alimentación, educación”. Así, les invita a pensar en estas “tragedias humanas”. Y no dice “tragedias sociales” porque “cada persona es templo de la trinidad”. Y más en concreto les invita a pensar en las tragedias humanas que están pasando en Latinoamérica.
El Papa les advierte de que si no tienen dentro el “virus jesuítico”, tienen que mirar qué le dicen a Dios cuando ven la desigualdad, la explotación de los chicos del trabajo, la explotación de la gente, cuando ven que no se cuida la tierra.
Finalmente, les pide que durante el Congreso se hagan estas preguntas “¿cómo vivo yo como ex alumno de la Compañía de Jesús esto que San Ignacio nos hace ver en el Misterio de la Encarnación?, ¿cómo vivo?, ¿estoy en tensión o no me importa nada?”
SANTA SEDE
El Vaticano investiga a dos periodistas que publicaron documentos reservados
Son Nuzzi y Fittipaldi, autores de los libros ‘Via Crucis’ y ‘Avaricia’
La magistratura del Vaticano ha abierto una investigación por participación en el delito de divulgación de documentos reservados contra los periodistas italianos Gialuigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, autores de los libros ‘Via Crucis’ y ‘Avaricia’, respectivamente.
Lo indicó anoche el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, precisando q
ue la investigación se ha abierto después que la “actividad instructoria” realizada por los fiscales vaticanos “adquirió elementos de evidencia” que demuestran “la participación de los periodistas” en la difusión de documentos reservados. Las personas investigadas podrán ser exoneradas o enviadas a juicio.
Dichos libros salieron a la luz pocos días atrás, haciendo públicos documentos reservados, en particular de la comisión COSEA, instituida por el papa Francisco para poder reformar la Curia Romana. Los documentos presentados en los libros, son generalmente descontextualizados y denuncian un “escándalo” que favorece el éxito editorial.
El domingo pasado el papa Francisco después de rezar la oración del ángelus recordó que robar estos documentos es un delito. “Es un acto deplorable que no ayuda”, y ha explicado que él personalmente “había pedido hacer ese estudio, y esos documentos yo y mis colaboradores ya los conocíamos bien”.
El Pontífice ha precisado que esta reforma económica se está realizando, también con el “apoyo de toda la Iglesia, porque la Iglesia se renueva con la oración y con la santidad cotidiana de cada bautizado”.
El comunicado difundido anoche añade que otras personas que podrían haber colaborado están siendo investigadas.
La magistratura del Vaticano se apoya en la ley n.IX SCV, del 13 de julio de 2013 (art 116 bis c.p.), promulgada ya siendo pontífice Francisco, y después del llamado ‘Vatileaks’ relacionado con las filtraciones de noticias realizadas por del mayordomo Paolo Gabriele, que asistía a Benedicto XVI.
Las personas actualmente sospechosas de haber filtrado documentos son monseñor Vallejo Balda y la relaciones públicas Chaouqui, el primero aún detenido. Ambos tuvieron que responder a los interrogatorios de la magistratura.
Por su parte el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolín en declaraciones a la Radio Vaticano calificó a los ataques de “poco razonados, poco pensados, muy emotivos, por no decir histéricos”.
“No creo -añadió el cardenal- que sean ataques bien intencionados. Son ataques a la Iglesia. Pueden traducirse o transformarse en un bien si los sabemos acoger con el espíritu de conversión y de retorno al Evangelio que el Señor nos pide”.
El cardenal reconoció entretanto que “cambiar las cosas es siempre difícil, porque todos estamos tentados a proseguir en nuestra tranquilidad, en nuestro ritmo cotidiano de cada día”, aunque definir la resistencias como “fisiológicas es poco, definirlas patológicas es demasiado. Son resistencias presentes”.
Leer también: El autor del libro ‘Via Crucis’ acaba reconociendo: “El Papa lleva adelante las reformas”
IGLESIA Y RELIGIÓN
Misiones Salesianas lanza la campaña “Acógelos, Ayúdalos”
Se trata de una iniciativa para hacer frente a la crisis de refugiados. Más de 750 mil personas han cruzado el mar Mediterráneo en lo que va de año huyendo de la guerra y el hambre
Más de 750 mil personas han cruzado el mar Mediterráneo en lo que va de año huyendo de la guerra y el hambre. “Cientos de miles de personas que, como decía hace pocos días un refugiado sirio acogido por los Salesianos, han realizado el camino más peligroso de sus vidas”, explica la portavoz de Misiones Salesianas, Ana Muñoz, en un comunicado.
“Estamos viendo la llegada de niños, mujeres… su deambular por toda Europa. Todos los días hay noticias de naufragios y muertes de personas que están tratando de salir del infierno de la guerra… Ante esto, no podemos mirar hacia otro lado”, añade Muñoz.
Por ello, la organización ha querido lanzar la campaña “Acógelos, Ayúdalos”. “Es necesario que, como ciudadanos, demos una repuesta solidaria y un mensaje de acogida a aquellos que llegan sin nada, buscando salvar sus vidas”, indican desde Misiones Salesianas.
Los misioneros salesianos en Turquía, Alemania, Austria, Italia o España ya se han puesto manos a la obra para acoger y ayudar a los refugiados dando especial atención a los menores no acompañados. “En Alemania ya hay 500 jóvenes y menores acogidos en centros salesianos y en Turquía llevamos años trabajando con los refugiados, sobre todo, con los niños y niñas para que puedan ir a la escuela”, explica Muñoz.
“Hoy las necesidades se han multiplicado y necesitamos un verdadero compromiso con aquellos que nos necesitan”. “Y no nos vamos a olvidar de aquellos que aún no han podido o querido dejar Siria. Allí, los misioneros salesianos continúan en Alepo, Damasco y Kafroun atendiendo a menores y jóvenes, a familias necesitadas…”, asegura la portavoz de esta organización eclesial.
“Acógelos, Ayúdalos” es una iniciativa que trabajará en dos áreas: la acogida y la respuesta a las personas que están llegando a Europa, pero sin olvidar que es necesario buscar la paz y ofrecer oportunidades de futuro.
La Puerta Santa de la Catedral de Santiago se abrirá el 13 de diciembre
Con motivo de la conmemoración del Año Jubilar de la Misericordia
La Puerta Santa de la catedral de Santiago de Compostela se abrirá de forma extraordinaria el próximo 13 de diciembre, con motivo de la conmemoración del Año Jubilar de la Misericordia, convocado por el papa Francisco. Así lo ha indicado el arzobispo de la Iglesia Compostelana, monseñor Julián Barrio, en una carta pastoral titulada “Jesucristo, el rostro de la misericordia del Padre”.
En su escrito, monseñor Barrio asegura que esta apertura de la Puerta Santa es “el signo de la Puerta de la Misericordia”, a través de la cual cualquiera que pase por ella “podrá experimentar el amor de Dios que consuela, perdona y ofrece esperanza”.
Asimismo, el arzobispo de Santiago invita a toda la Iglesia diocesana a celebrar el sacramento de la reconciliación y señala que los sacerdotes han de estar siempre disponibles para el que quiera recibirlo.
“Si en toda la Iglesia el Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, como un momento de gracia y renovación, ha de celebrarse con una gran esperanza y gozo, considero que ha de tener un eco especial en nuestra Iglesia diocesana en la que en la celebración de los Años Santos Compostelanos se subraya la motivación de la Gran Perdonanza, tan vinculada a la Misericordia y al amor de Dios que perdona”, indica el prelado.
Por último, monseñor Julián Barrio anima a que todos en la diócesis se fijen como objetivo “las obras de misericordia”, tanto corporales como espirituales, teniendo en cuenta esas periferias que generan su indiferencia e individualismo. “Ello será un modo de despertar nuestra conciencia muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y de entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”, concluye.
La archidiócesis ha decidido festejar el Año Santo extraordinario instituido por el Santo Padre con la apertura de la puerta de la Quintana el tercer domingo de adviento, solo cinco días después de que el Pontífice haga lo mismo con la Puerta Santa de la basílica vaticana de San Pedro.
El Jubileo de la Misericordia comenzará precisamente con este gesto simbólico del Papa durante la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el día 8 de diciembre, y concluirá el 20 de noviembre de 2016 con la celebración de la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Re
y del Universo.
La Puerta Santa del principal templo compostelano está permanentemente cerrada excepto los Años Santos Jacobeos, es decir, cuando el 25 de julio coincide con el domingo. Su apertura no estaba prevista de forma oficial hasta el 2021, cuando se celebrará un nuevo Jacobeo, después del último que tuvo lugar en 2010.
El Camino de Santiago, Primer Itinerario Cultural Europeo y Patrimonio de la Humanidad, es una de las más antiguas y principales vías de peregrinación de la cristiandad. Desde el descubrimiento del sepulcro del apóstol Santiago, innumerables peregrinos se han puesto en camino hacia Compostela, para venerar sus reliquias, conformando así toda una cultura jacobea a lo largo de Europa. A primeros de septiembre, la Oficina de Acogida al Peregrino de la Catedral de Santiago ya había registrado al peregrino número 200 mil en lo que va de año.
MUNDO
Venezuela: comunicado de los obispos sobre las elecciones
Piden que se respeten los principios democráticos con ocasión de las elecciones para la Asamblea Nacional, fijadas para el 6 de diciembre
Los obispos de Venezuela publicaron este martes un comunicado sobre las elecciones que se realizarán el próximo 6 de diciembre, en un país que, no es un secreto, atraviesa una situación muy difícil.
Los obispos piden que la jornada electoral del 6 de diciembre y la campaña que la precede respeten los principios democráticos, como la libertad para elegir sin coacción ni restricciones; la participación libre; la honestidad que implica que los candidatos presenten propuestas reales; la tolerancia y el respeto. También piden que se condenen como tácticas electorales, la violencia política, el miedo y la descalificación personal.
Solicitan también que se dé a los aspirantes el acceso igualitario a los medios de comunicación y propaganda. Concluyen pidiendo a todos los párrocos y rectores de iglesias, que el domingo 29 de noviembre, realicen una Jornada de Oración por las elecciones. E invocan la protección de Ntra. Sra. de Coromoto, patrona de Venezuela.
Comunicado de la CEV “con ocasión de las Elecciones para la Asamblea Nacional”
Caracas, 10 de noviembre de 2015
1. Los Arzobispos y Obispos de Venezuela nos dirigimos a todos los venezolanos, como pastores de la Iglesia Católica y como ciudadanos, para invitarles a reflexionar sobre la particular importancia que tiene la jornada electoral del 6 de diciembre de 2015, en la que más de diecinueve millones de electores son convocados para elegir los diputados y diputadas a la Asamblea Nacional. Ésta cumple una función fundamental dentro la organización del Poder Público Nacional y sus decisiones tienen importantes consecuencias en la vida de todos los que habitamos en Venezuela.
2. Es necesario que los ciudadanos tomemos conciencia de la seria responsabilidad de participar en estos comicios. El voto de cada uno tendrá un peso fundamental para la construcción de una sociedad más democrática y pacífica. Todos deberíamos sentirnos llamados a ejercer un derecho inalienable y cumplir con un deber moral de gran trascendencia para el presente y el futuro del país.
3. La jornada electoral del 6 de diciembre y la campaña que la precede deben ser una expresión clara de los valores ciudadanos y democráticos en los que aspiramos vivir la inmensa mayoría de los venezolanos. Entre estos valores están: la justicia, que nos exige respetar los derechos de toda persona, aun del que piensa distinto, y establecer relaciones de armonía en la promoción del bien común; la libertad para elegir sin coacción ni restricciones; la participación libre como factor esencial para el fortalecimiento de la democracia; la honestidad, que implica que los candidatos presenten propuestas reales que respondan a las grandes necesidades e intereses del pueblo, especialmente de los más necesitados y vulnerables, evitando promesas falsas con fines meramente electorales; la tolerancia y el respeto, que exige se condenen como tácticas electorales, la violencia política, el miedo y la descalificación personal; la equidad, por la que se garantiza a todos los aspirantes el acceso igualitario a los medios de comunicación y propaganda; la prudencia, que nos dispone a discernir el verdadero bien y a elegir los medios para realizarlo.
4. El Consejo Nacional Electoral tiene una tarea fundamental en todo este proceso. De acuerdo a las facultades que le otorga la Constitución es el supremo responsable y garante de la transparencia del proceso y del clima de confianza que debe acompañarlo. Debe asegurar el cumplimiento de las leyes y normas electorales, el respeto a la opción del elector y al secreto del voto, y facilitar el ejercicio de sus derechos. Consideramos que la presencia de observadores internacionales ayudará a fortalecer la confianza y la transparencia del proceso.
5. Los organismos del Estado deben garantizar el clima de seguridad ciudadana y el equilibrio en el uso de los recursos electorales. En particular, los integrantes del Plan República son los encargados por oficio de velar por el desarrollo seguro, pacífico y confiable del evento comicial.
6. Los miembros y los testigos de las mesas de votación deben propiciar un sano ambiente de convivencia y de trabajo en los Centros Electorales que facilite el sufragio, fomente el respeto mutuo y promueva la colaboración entre todos. Cada Centro Electoral, cada mesa, debe ser un lugar en que se haga patente el valor de la democracia, el ejercicio de la ciudadanía y la aceptación de la diversidad de opciones y opiniones.
7. Auspiciamos que las elecciones del 6 de diciembre se desarrollen pacíficamente, con amplia libertad, respeto y la mayor participación posible, y que los diputados electos procedan con libertad de conciencia, buscando el bien de sus regiones y de la nación, y no sólo de los partidos políticos que los apoyan. Los resultados deben contribuir a favorecer el equilibrio democrático, por encima de los intereses particulares y partidistas.
8. Invitamos a los creyentes a que elevemos nuestras oraciones a Dios, Señor de la historia, por el éxito del proceso electoral y la paz social de Venezuela (Cf. 1 Tim, 2, 1-8). Bendecimos las diversas propuestas de oración que desde grupos de fieles y parroquias se han venido realizando, a favor de un proceso electoral democrático, transparente y pacífico. Pedimos a todos los Párrocos y Rectores de Iglesias, que el domingo 29 de Noviembre, realicen una Jornada de Oración por las elecciones, implorando que el Espíritu Santo nos conceda la sabiduría e inteligencia espiritual que necesitamos para construir una patria donde se conviva pacíficamente en la tolerancia y el respeto mutuo. Invocamos la protección de Ntra. Sra. de Coromoto, Patrona de Venezuela, e impartimos con afecto nuestra bendición a todos los habitantes del país.
ESPIRITUALIDAD Y ORACION
La verdad sobre el hombre comienza en la familia
Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. ‘La vida humana surge de dos laderas: padre y madre’
«La verdad sobre el hombre comienza en la familia» es el título de la nueva carta semanal del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra. A continuación, publicamos el texto íntegro de la misma:
En este mes de noviembre, cuando hemos recordado a tantas personas que tuvieron un protagonismo especial en nuestra vida y después de haber vivido el Sínodo de la Familia, se me impone en lo más profundo del corazón hablar de la familia, de esa familia en la que yo personalmente experimenté y aprendí lo mejor de mi vida. No puedo olvidar a la familia que es la estructura fundamental presente en todas las culturas y en todos los tiempos. En la historia de mi vida ha sido clave el contemplar la Familia de Nazaret, en
la que Dios mismo vivió y a través de la cual se hizo presente en este mundo, revelándonos el rostro humano que, si queremos vivir y construir la cultura del encuentro, todos hemos de tener. Doy gracias a Dios por haberse acercado a nuestra vida de esa manera. Dios se hizo hombre: «El Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros» (Jn 1, 14). En Jesucristo vemos al hombre: cómo puede ser y cómo Dios quiere que sea. Es en la familia donde comienza a desarrollarse la verdad sobre el hombre. Y cuando se somete a la institución familiar a presiones de diverso tipo para acomodarla a conveniencias y no a la verdad, esto no puede llamarse progreso de la humanidad, sino mentira instaurada en la civilización. La historia no es simplemente un progreso necesario hacia lo mejor, sino más bien un acontecimiento de libertad o un combate entre libertades que se oponen; como decía San Agustín, un conflicto entre dos amores: el amor de Dios llevado hasta el desprecio de sí mismo, y el amor de sí mismo llevado hasta el desprecio de Dios.
Matrimonio y familia están unidos con la dignidad personal del hombre. Estos no se derivan del instinto y de la pasión, ni exclusivamente del sentimiento; se derivan, ante todo, de una decisión libre de la voluntad, de un amor personal, por el cual los esposos se hacen una sola carne y también un solo corazón y una sola alma. El matrimonio está orientado al futuro, es el único lugar idóneo para la generación y para la educación de los hijos, por eso también en su misma esencia está orientado hacia la fecundidad, a crear la cultura de la vida como colaboradores del amor creador de Dios. Hay que respetar la regla establecida para los procesos de vida. No se puede calificar a una sociedad de progresista y moderna si no respeta estos procesos. Así haremos una sociedad que vive cerrando la mirada hacia el futuro. No respetar estos procesos que tiene la vida en su misma esencia es llevar a la instauración de la cultura de la muerte, con procesos parecidos e incluso más disimulados, como hemos vivido en nuestro mundo en épocas recientes en Europa.
La familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas: del hombre y de la mujer esposos, de los padres y de los hijos. Remontarse al principio, al gesto creador de Dios, es una necesidad para la familia, si quiere conocerse y realizarse según la verdad interior de su ser y de su actuación histórica. Tres afirmaciones quiero hacer al contemplar ese gesto creador de Dios:
1. Creo en la familia: Sí, creo en esta comunidad de personas. La vida humana surge de dos laderas: padre y madre. Negar una de estas laderas es negar la vida. Todo hombre nace de padre y madre y cada uno de ellos es una ladera indivisible del único ser que somos. No se puede surgir físicamente sin padre y madre. Son principios físicos de existencia, principios personales de constitución y principios simbólicos y psicológicos de identificación del ser humano como ser con sentido en el mundo. Dos palabras sagradas para el ser humano –padre y madre– con un contenido especial. Sacar de la existencia, promover la cultura de la vida, al margen o negando o diluyendo padre y madre, se convierte en un ataque a la esencia misma de la vida.
2. Espero en la familia: Sí, en la familia que ha recibido la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor. Como nos dijo san Juan Pablo II, «el hombre no puede vivir sin amor. Permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido, si no le es revelado el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y no lo hace propio, si no participa de él vivamente» (RH 10). El Papa Francisco nos ha insistido en que este amor tiene su realización más profunda en el amor del hombre y la mujer en el matrimonio y, de forma más amplia, entre los miembros de la misma familia. El cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida con lo que está promoviendo, instaurando y sirviendo a la cultura de la vida. El matrimonio formado por el hombre y la mujer, inicio singular de la familia, es la esencia misma de la cultura de la vida y, por tanto, del futuro de la humanidad.
3. Amor a la familia: ¿Cómo no amar a la familia si en ella y de ella hemos recibido lo mejor que tenemos, que es la vida misma? «Dios con la creación del hombre y de la mujer a su imagen y semejanza, corona y lleva a la perfección la obra de sus manos; los llama a una especial participación en su amor y al mismo tiempo en su poder de Creador y Padre, mediante su cooperación libre y responsable en la transmisión del don de la vida» (FC 28). Afrontar el camino de la vocación matrimonial y familiar significa aprender el amor conyugal día a día, año tras año, el amor en alma y cuerpo, el amor que es «paciente y bondadoso, no busca su interés […] no tiene miedo al mal». El amor «encuentra su alegría en la verdad», el amor que «todo lo soporta» (1ª Cor 13). No dejemos que se nos robe y arrebate la riqueza de la familia. No incluyamos en nuestro proyecto de vida un contenido deformado, empobrecido y falseado, el «amor se alegra con la verdad». Busquemos la verdad del matrimonio y de la familia allí donde se encuentra; cada uno de nosotros somos verificación de esa verdad. Estar dispuestos a ir buscando la verdad de la familia desde el amor misericordioso que, con tanta fuerza, nos ha revelado Jesucristo ha de ser nuestra pasión. Y no meternos en la corriente de las opiniones en las que se obvia el amor mismo de Cristo, que es misericordioso y siempre instaura cauces para defender la verdad del hombre que tiene también su revelación en la familia. Esto es convertir el amor en un amor verdadero.
En la Familia de Nazaret encontramos los argumentos necesarios para decir que la familia es una realidad sagrada. Y que padre y madre son las palabras más hermosas porque hablan de la verdad del hombre y de la mujer que generan vida y prolongan el amor de Dios. Nosotros, surgidos a la vida necesariamente por un padre y una madre, no hemos sido un añadido desde fuera al mutuo amor de nuestros padres, sino que hemos brotado del corazón mismo de su donación recíproca, siendo su fruto y su cumplimiento. Creed en la familia. Como en otras ocasiones os he dicho, la familia es la escuela de Bellas Artes más importante en la vida del ser humano y en la que la belleza más hermosa se revela al hombre.
Con gran afecto, os bendice,
+ Carlos, arzobispo de Madrid
En espera y esperanza
XXXIII Domingo Ordinario
Daniel 12, 1-3: “Entonces se salvará el pueblo”
Salmo 15: “Enséñanos, Señor, el camino de la vida”
Hebreos 10, 11-14. 18: “Con una sola ofrenda Cristo hizo perfectos para siempre a los que ha santificado”
San Marcos 13, 24-32: “Congregará a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales”
La valiente denuncia que el Papa Francisco hace en su encíclica “Laudato Si”, sobre la situación angustiosa de nuestro planeta ha sorprendido a muchos. Nos dice que “las predicciones catastróficas ya no pueden ser miradas con desprecio e ironía. A las próximas generaciones podríamos dejarles demasiados escombros, desiertos y suciedad. El ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en diversas regiones”. Y nos obliga a hacernos preguntas serias: “¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo? ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?”. De ninguna manera pretende el Papa provocar pánico y angustia, pero si quiere que con responsabilidad y verdad reflexionemos en la vida que estamos llevando.
Hablar del fin del mundo en
nuestros días produce muy diferentes reacciones. Hay quienes adoptan una actitud catastrófica y terrorífica. Basándose en supuestas revelaciones o profecías, o bien ateniéndose a los datos que van arrojando los graves deterioros que el hombre causa a la naturaleza, se aventuran a predecir fechas cercanas y auguran situaciones insostenibles de la vida en nuestro planeta. En cambio a otros les da igual. Perciben su vida como un breve momento en un inimaginable devenir de historia, no se preocupan ni de dónde vienen ni a dónde van, solamente les interesa el momento presente, vivirlo, disfrutarlo y no perturbarse porque lo que vendrá después. Si ya de por sí la vida es difícil ¿para qué cuestionarnos y preocuparnos por el mañana o peor aún, por el futuro de la humanidad? Hay que vivir el momento presente sin angustias, es su afirmación. Ya en tiempos de Jesús y sus discípulos existía esta misma inquietud y, aunque en otros términos y con otras expresiones, se cuestionaban seriamente por el mundo futuro y por la venida definitiva del Mesías.
La Palabra de Dios en este domingo nos conduce por caminos de responsabilidad, autocrítica y esperanza. Para quienes angustiados por el crecimiento del mal adoptan actitudes pesimistas, el profeta Daniel nos recuerda la presencia de Dios en medio de su pueblo con la victoria del Arcángel Miguel. “¿Cuándo y cómo?”, algunos se preguntan con preocupación. El pasaje de San Marcos nos ofrece una parte de la respuesta que Jesús da a sus discípulos sobre cuándo sucederá, lo que a tantos nos inquieta, porque quisiéramos saber todo sobre la venida del Hijo del Hombre, o del encuentro definitivo con Dios o del fin del mundo. Quisiéramos que al menos nos diera una señal para estar preparados. Pero Jesús no indica ni el día ni la hora, es más afirma: “Nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solamente el Padre”. Y esto nos coloca en una actitud de espera frente a la sorprendente venida del Señor. No podemos angustiarnos con cada fecha que a uno u otro “inspirado” se le ocurre, pero tampoco podemos sentarnos con indiferencia a ver pasar el tiempo inútilmente.
La respuesta de Jesús nos lleva primeramente a una actitud de atención a los signos de los tiempos. Las hojas de la higuera para el necio no tienen ningún sentido, para el sabio campesino implican el tiempo de ponerse a trabajar y a la búsqueda de instrumentos para aprovechar el tiempo propicio. Para el necio la Palabra de Dios en la historia pasa desapercibida, para el discípulo cada instante es un momento de gracia y de presencia de Dios encarnada en la vida del hombre, que lo reta y lo alienta, que le descubre su amor y lo lanza en su seguimiento. Los cambios climáticos, los terribles desastres, la contaminación ambiental, para unos serán señal de alerta y un llamado a la conversión; para otros, pasarán indiferentes y continuarán apáticos ante las señales de un mundo que se despedaza.
Lejos de la angustia, el reflexionar de dónde vengo y hacia dónde voy, qué hay en el más allá, nos debe suscitar una actitud de espera y de esperanza: de espera activa y dinámica, construyendo en compañía de Jesús; de esperanza viva, sabiendo que aquí y ahora se hace realidad la vida del Reino, que hay pequeños brotes que no pueden ser ahogados ni por la violencia ni por las tinieblas de la oscuridad. Pensar en nuestro encuentro definitivo con Dios despierta en nosotros el deseo de descubrir y acoger semillas y razones para esperar, y debemos recibir esas semillas, guardarlas en nuestro corazón y hacerlas fecundas. Cuando no se reconoce el propio origen ni se quiere mirar hacia la meta final, se camina en la oscuridad, a tientas y dando tumbos. Se pierde la noción de peregrinar, se cae en sin sentidos y se aferra la persona a los bienes materiales y a las glorias del mundo. Se destruye la naturaleza y se desprecia la dignidad humana tanto propia como la de los demás. Todo torna absurdo.
Si miramos de dónde venimos y a dónde vamos, si nos reconocemos como hijos e imagen de Dios y nos sentimos llamados a vivir participando de su misma vida, si estamos en búsqueda de una mayor identificación y participación divina, nuestro actuar de cada día se llenará de entusiasmo y de esperanza a pesar de los nubarrones que turban y esconden esa semejanza con Dios. Cada acción nuestra tendrá el ideal trinitario y comunitario al cual debe tender la humanidad y miraremos nuestro mundo como la casa común, signo de la casa celestial. Estaremos construyendo con nuestras pequeñas vidas, aparentemente insignificantes, la imagen de nuestro Dios Amor. Que hoy queden en nuestro corazón esas preguntas para responderlas en diálogo confidente con Dios: ¿Qué pienso de mis orígenes? ¿Qué pienso de mi final? ¿Cómo influyen en mi vida diaria? ¿Cómo construyo, cuido y comparto?
Padre Bueno, que has inscrito en el corazón de la humanidad la imagen Trinitaria como origen y destino, concédenos la sabiduría de vivir en la espera y en la esperanza de la participación de tu vida divina. Amén.
Beata María Teresa de Jesús (María Scrilli) – 13 de noviembre
«Fundadora del Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo, gran contemplativa, mística de la Pasión. El anticlericalismo se cebó con su fundación, perseveró confiada en la divina Providencia y volvió a ponerla en marcha»
En esta beata se cumple maravillosamente el dicho de san Juan de la Cruz: «Donde no hay amor, pon amor, y recibirás amor».
Vino al mundo el 15 de mayo de 1825 en Montevarchi, Toscana, Italia, siendo objeto de decepción para sus padres desde el mismo instante en el que vio la luz. Las consecuencias de su desencanto al ver que en lugar de un varón tenían otra hija podían haber sido devastadoras para María, que creció desnuda de caricias y sin hallar eco maternal para su desdicha. Esa «espina que atravesaba su corazón», como ella misma relató en su Autobiografía, fue un compendio de dislates que estuvieron presentes ya en su bautismo y se mantuvieron vivas el resto de sus días. Aprendió a huir para no afrentar a su madre con su presencia, pero el perdón corría ya por sus venas y las delicadas atenciones que recibía su hermana no envenenaron su espíritu con sentimientos de animadversión, rivalidad, celos y envidia hacia ella. Sufría por la ausencia de amor, y éste lo halló en la Virgen María, a la que tomó como auténtica Madre.
Casi dos años tuvo que permanecer postrada por una extraña enfermedad, de la que sanó súbitamente en 1841 gracias a la intercesión de san Fiorenzo. Fue en esa época cuando se perfiló en el horizonte de su vida la consagración religiosa. Vivía sumida en profundas reflexiones: «Me comparaba a mí misma, entregada a Dios, con el oro en manos de un orfebre y con la cera en manos de quien la modela, dispuesta a tomar cualquier forma que le agradara a él». Movida por estos sentimientos, en 1846 ingresó en el monasterio de Santa María Magdalena de Pazzi, en Florencia, pero sólo permaneció en él dos meses convencida de que Dios le pedía atender al prójimo. Como siempre, todo lo que acontecía estaba en manos de Él. Y salió pertrechada con hondas determinaciones que habría de cumplir hasta el fin de sus días: «Pureza, pureza de intención. Buscar en todo complacer a Dios, hacer bien a los demás (esto también en Dios), y la abnegación de uno mismo. Todo basta para hacer un santo».
La sociedad en la que se movía daba la espalda a la religión, y estaba anegada de miserias y carencias que, como siempre sucede, son particularmente dolorosas e intensas para los menos pudientes. Ver a su alrededor tanta incultura y pobreza le movió a actuar. Y en 1849, después de convertirse en terciaria carmelita, en su propio domicilio creó un ambiente propicio para formar a las niñas que no tenían más morada que la calle.
Las primeras privilegiadas fueron una docena de ascuas encendidas que alumbraban la esperanza de la futura fundadora, y tres idealistas y generosas profesoras que se unieron a su encomiable labor: Edvige Sacconi, Ersilia Betti y Teresa del Bigio. Las normas que estableció al principio eran comunicaciones verbales. Y así, en 1854, con toda sencillez, nació con ellas el Pío Instituto de Pobres Hermanitas del Corazón de María, que fue aprobado por el prelado de Fiesole. Entonces María llevaba ya dos años dirigiendo la Escuela Normal de Montevarchi. Las reglas que escribió para la Orden estaban impregnadas del carisma carmelita. Luego la obra cambiaría de nombre.
La devoción por la Eucaristía y por la Virgen caracterizaron a esta gran mujer, que sentía profundo anhelo de purificarse. Éste iba acompañado de un sentimiento purgante colmado de aflicción por los pecados del mundo y los alejados de la fe. Por ello no dudó en ofrecer sus sacrificios, reclamando la cruz inducida por ferviente oración. De hecho se la ha considerado una «mística de la Pasión».
La fundadora tuvo un encuentro tangencial con el papa Pío IX. Era el mes de agosto de 1857 cuando, en una visita a Florencia, el pontífice puso su mano sobre la cabeza de la beata, mientras ella permanecía arrodillada a sus pies. En su corazón tomó ese instante como signo de su aprobación. Poco antes había escrito en las reglas: «No estamos en esta tierra más que para cumplir la voluntad de Dios y llevar almas a él». Su lema fue un sencillo «fiat» que cumplió en todo momento. En junio de 1859 las tropas del Piamonte arrasaron el convento y en noviembre fue suprimida la fundación. Las religiosas se dispersaron al ser secularizadas.
María no se desmoronó. Sabía que era obra de Dios y en 1878 nuevamente la puso en pie con el amparo del arzobispo de Florencia, monseñor Cecconi. Pero el futuro era oscuro como la noche. Se produjeron fallecimientos, abandonos y no florecía ni una sola vocación. Por si fuera poco, su brazo derecho, Clementina Mosca, se fue a un convento de dominicas. Pero el amor que profesaba la beata a Dios y a María no tenía medida, y abrazada a la cruz se ofreció como víctima propiciatoria por la fundación. Dios le tomó la palabra: enfermó de gravedad y voló al cielo el 14 de noviembre de 1889.
El Instituto quedó en manos de tres religiosas en condiciones hartamente difíciles: una anciana, otra casi paralítica y una novicia. Parecía el fin. Y entonces regresó Clementina, que tomó el nombre de María de Jesús, y fue considerada cofundadora de la Orden; con ella renació la obra como el ave Fénix, alumbrada desde el cielo por su mártir fundadora. En 1929 el Instituto fue reconocido de derecho diocesano por el cardenal Mastrangelo, y acogido en la Orden carmelita por el prior general, Elías Magennis, denominándose la obra Instituto de Nuestra Señora del Monte Carmelo. María fue beatificada el 8 de octubre de 2006 por el cardenal Saraiva, como Delegado de Benedicto XVI.