La palabra misericordia se define como una disposición de los trabajos y miseria ajenas. Se manifiesta en amabilidad y asistencia al necesitado, especialmente en el perdón y la reconciliación.
En el cristianismo es uno de los principales atributos divinos.
La misericordia es también un sentimiento de pena o compasión por los que sufren, que impulsa a ser benévolo en el juicio o castigo.
En su etimología la palabra misericordia proviene del latín mísere (miseria, necesidad), cor, cordia (corazón) e ia (hacia los demás), significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad.
Tradicionalmente la religión cristiana ha enseñado divina llevar a cabo esta actitud tanto espiritual como corporal.
El papa Francisco nos dice que: “la misericordia de Dios acaricia nuestros pecados. Nos habla de la misericordia divina como una gran luz de amor y ternura, es la caricia de Dios sobre las heridas de nuestros pecados”.
El papa Francisco explicó el significado de la misericordia de Dios a partir del episodio en que los fariseos y los escribas llevan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio y le preguntan qué hacer de ella, teniendo en cuenta que la ley de Moisés preveía la lapidación por tratarse de un pecado considerado muy grave.
La misericordia va más allá, nos dice el Papa Francisco, y hace la vida de una persona de tal modo que el pecado es arrinconado. Es como el cielo, nosotros miramos tantas estrellas pero cuando sale el sol por la mañana con tanta luz las estrellas no se ven. Y así es la misericordia de Dios, una gran luz de amor de ternura, Dios perdona pero no con un decreto, sino con una caricia, acariciando nuestras heridas del pecado.
Por: Pilar Aguilar