El papa Francisco encendió y bendijo este domingo desde Roma, el árbol de Navidad y el pesebre que los frailes instalaron en la plaza de la Basílica inferior de San Francisco en la localidad italiana de Asís.
Para la ocasión, los franciscanos trajeron una barca proveniente de Lampedusa, que salvó la vida de nueve ciudadanos tunecinos. La balsa de casi siete metros pretende ser una representación de todas las embarcaciones que transportan a migrantes y refugiados rumbo a Europa. Ya que, los frailes quieren rendir este año un especial homenaje a todas las personas que huyen de la miseria, el odio, la violencia y la guerra.
“Os invito, en esta Navidad, a abrir el corazón a la misericordia y el perdón. No es fácil perdonar estos estragos”, dijo el Santo Padre de forma improvisada. Un “gracias de corazón” a la Guardia Costera italiana, «mujeres y hombres buenos”, añadió durante la videollamada. “Habéis sido sembradores de esperanza”, destacó.
Además, el Pontífice manifestó su reconocimiento a los que, en esta tierra italiana, acogieron generosamente a los migrantes y refugiados. “El sur de Italia ha sido un ejemplo de solidaridad para todo el mundo”, aseguró.
Tras sus palabras, Francisco encendió una lámpara con una vela, que posteriormente entregó a un religioso que le acompañaba. Este gesto simbólico del Papa sirvió para alumbrar el abeto navideño y el nacimiento de los frailes franciscanos de Asís.
Entre los asistentes a la ceremonia en la ciudad umbra, se encontraban 31 refugiados provenientes de Afganistán, Camerún, Nigeria y Siria, acogidos por Cáritas diocesana de Asís. También participó un coro de cien voces blancas de un colegio de la localidad, que cantó algunos villancicos. Al término del acto, se entregaron regalos y juguetes a los niños de familias necesitadas.
Los orígenes de esta costumbre de reproducir en imágenes el nacimiento de Jesús se remonta al siglo XIII por iniciativa de san Francisco de Asís. Se dice que, mientras predicaba por la campiña de Rieti, en Italia, le sorprendió el crudo invierno al humilde predicador que vestía con harapos. Se refugió en la ermita de Greccio. Era la Navidad del año 1223.
Mientras oraba rodeado de aquella paz del bosque y meditando la lectura del evangelista Lucas, tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús en Belén. Construyó una casita de paja a modo de portal, puso un pesebre en su interior, trajo un buey y un asno de los campesinos del lugar e invitó a un pequeño grupo de ellos a reproducir la escena de la adoración de los pastores.
La idea se propagó por toda Italia, luego a España y el resto de la Europa católica. En Nápoles, hacia finales del siglo XV, reprodujeron en figuras de barro a los actores del gran acontecimiento narrado por san Lucas.