La Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica ha presentado el documento “Identidad y misión del religioso hermano en la Iglesia”. Para ilustrar y dar algunas claves de lectura del texto, el cardenal Joao Braz de Aviz y monseñor José Rodríguez Carballo, prefecto y secretario de dicha Congregación han participado en una rueda de prensa que ha tenido lugar este lunes en el Vaticano.
El cardenal Braz de Aviz ha asegurado que este documento subraya la gran riqueza y actualidad de la vocación de los hermanos. Su contenido –ha precisado– nos parece muy válido e innovador a la luz del Concilio Vaticano II.
Asimismo, ha recordado que “la vocación del religioso hermano es, en primer lugar, la vocación cristiana. Es la llamada del Espíritu a parecerse a Cristo por la gloria del Padre y para contribuir a la edificación del Reino”.
El purpurado ha precisado que el documento indica la identidad y la misión del religioso hermano se resume en la fraternidad entendida como “don que el hermano recibe de Dios Trinidad, comunión de personas”, “don que comparte con sus hermanos en la vida fraterna en comunidad” y “don que ofrece al mundo para la construcción de un mundo de hijos de Dios y de hermanos”.
Al respecto ha indicado que “la fraternidad no es un simple fruto del esfuerzo personal. No se llega a ser hermano según el Evangelio por el solo deseo de serlo o por un impulso individual. La fraternidad es sobre todo un don de Dios”. El religioso hermano –ha añadido– es uno que, seducido por el amor del Padre, se ofrece enteramente a Él, es decir se consagra sin reservas. “Se identifica así con Jesús que en la cruz se entrega totalmente hasta dar la vida por sus hermanos, y con Jesús lava los pies a su discípulos”, ha explicado el cardenal. Asimismo, ha explicado que “el don que el religioso ha recibido se convierte en compartido en la vida fraterna en comunidad”. Y –ha agregado– decir vida fraterna en comunidad equivale a decir relaciones armónicas entre hermanos, conocimiento recíproco, aceptación y amor, diálogo, estima mutua, apoyo mutuo, compartir los talentos, olvidarse de uno mismo, perdón, discernimiento en comunidad de la voluntad de Dios, colaboración en la misión eclesial, apertura a las necesidades de la Iglesia y del mundo, especialmente a los más necesitados.
En tercer lugar, ha indicado que “el don que el religioso hermano recibe y que comparte con sus hermanos se transforma en don que nos entrega a la misión”. Fundado en la experiencia fundamental –ha reconocido– de sentirse con Jesús hijo amado del Padre, el religioso hermano vive en comunión con sus hermanos y proyecta su fraternidad en todas sus relaciones, en todas sus actividades y ocupaciones. Y al respecto ha asegurado que “los hermanos realizan la propia misión de contribuir a la construcción del Reino de fraternidad mediante la oración incesante, el testimonio de vida fraterna y la decisión comunitaria al servicio de la Iglesia y del mundo”.
Por su parte, monseñor Rodríguez Carballo ha querido dar las gracias al papa emérito Benedicto XVI, porque fue él quien en el 2008 dio el primer impulso a la redacción de este documento. Y un agradecimiento también para el papa Francisco, que ya conocía el borrador del documento cuando era cardenal arzobispo de Buenos Aires y miembro de esta Congregación.
A continuación, ha explicado que “el documento tiene como objetivo subrayar la riqueza y las necesidad de todas las vocaciones en la Iglesia, especialmente la vocación a la vida religiosa laical de hombres y mujeres”. El documento –ha precisado– se centra especialmente en lo específico de la vida religiosa laical, o porque le pertenece de forma exclusiva, o porque lo subraya de una forma especial.
El arzobispo ha indicado que en primer lugar, el documento está destinado particular y directamente a los hermanos religiosos de los Institutos laicales, pero se extiende también a las mujeres consagradas, por la gran similitud que existe entre ambas vocaciones, y en parte también a todos los hermanos laicos de los Institutos clericales.
Por otro lado, ha querido recordar que en sus inicios la vida religiosa se proponía como la confirmación a Cristo en una vida fraterna de hermanos y hermanas consagrados especialmente por el servicio de la oración y de la misión. Con el tiempo, ha observado, “el ministerio sacerdotal adquirió cada vez más relevancia en muchos institutos de religiosos hombres, hasta el punto que superaban en número a los religiosos hermanos”. Actualmente, “los religiosos hermanos son, aproximadamente, un quinto del total de los religiosos hombres”, ha asegurado monseñor Rodríguez.
Para concluir, ha manifestado su deseo de que la difusión de este documento “contribuya sensiblemente a un mayor conocimiento de la vocación y misión del religioso hermano, a una mayor valoración de la misma por parte de los mismos religiosos hermanos y de toda la Iglesia; y que los religiosos hermanos, las religiosas y todos los consagrados y consagradas vivan cada vez con más fidelidad su vocación”.