Cuando no hay trabajo se pone en riesgo la dignidad, porque la falta de trabajo no solo no te permite llevar el pan a casa, sino que no te hace sentir digno de ganarte la vida. Y hoy muchos jóvenes son víctimas de esto. Esta ha sido la advertencia que el papa Francisco ha hecho durante su discurso en el encuentro con los grupos del “Proyecto Policoro” de la Conferencia Episcopal Italiana, a quienes ha recibido este lunes por la mañana.
A propósito, ha asegurado que muchos jóvenes han dejado de buscar trabajo, resignados por los continuos rechazos o por la indiferencia de una sociedad que premia a los privilegiados habituales –aunque sean corruptos– y se le impide a quien se lo merece. “El premio parece ir a los que están seguros de sí mismo, aunque esta seguridad se haya adquirido en la corrupción. ¡El trabajo no es un don gentilmente concedido a unos pocos recomendados: es un derecho para todos!”, ha exclamado Francisco.
El “Proyecto Policoro” nació hace 20 años con la voluntad de “encontrar respuestas al interrogante existencial de tantos jóvenes que corren el riesgo de pasar de la desocupación del trabajo a la desocupación de la vida”, tal y como ha recordado el Santo Padre. Asimismo ha asegurado que este proyecto representó desde el inicio una gran iniciativa de promoción juvenil, una verdadera ocasión de desarrollo local a dimensión nacional. “Sus ideas-fuerza han marcado su éxito: la formación de los jóvenes, el lanzamiento de cooperativas, la creación de figuras de mediación como los ‘animadores de comunidad’ y una larga serie de gestos concretos, signos visibles del compromiso de estos veinte años de presencia activa”, ha explicado el Pontífice.
Asimismo ha subrayado la importancia de la dignidad que llega a través del trabajo y ha insistido en que “cada trabajador tiene el derecho de verla tutelada, y en particular los jóvenes deben poder cultivar la confianza de que sus esfuerzos, su entusiasmo, la inversión de sus energías y sus recuerdos no serán inútiles”.
Por otro lado, ha observado que a menudo la idea del trabajo como “realización” de la persona se ha confundido con un cierto modelo de riqueza y de bienestar que empuja a ritmos deshumanos. Por eso, ha asegurado que es mejor educar a las jóvenes generaciones a buscar la justa medida. “En la escuela del Evangelio se aprende lo que es verdaderamente necesario, para que nuestra vida no se nos escape de las manos siguiendo a los ídolos de un falso bienestar”, ha indicado el papa Francisco.
Asimismo, ha asegurado que la palabra de Jesús es siempre actual, concreta, viva, capaz de tocar a todo el hombre y a todos los hombres. Y hoy nos habla también a nosotros: “nos exhorta a hacer de nuestras ideas, de nuestros proyectos, de nuestra ganas de hacer, y crear un buena noticia para el mundo”. Por ello, ha indicado a los presentes que su tarea no es simplemente ayudar a los jóvenes a encontrar una ocupación: “es también una responsabilidad de evangelización, a través del valor santificante del trabajo”. Y no un trabajo cualquiera, “no un trabajo que explota, esclaviza, humilla, mortifica, sino un trabajo que hace al hombre verdaderamente libre, según su noble dignidad”.