La autopsia de Wesolowski confirma la muerte por infarto
El exnuncio de la República Dominicana, falleció el pasado 28 de agosto. Estaba pendiente de ser juzgado por el Tribunal Vaticano por delitos de pederastia y posesión de material pornográfico
La cancillería del Tribunal de Primera Instancia del Estado de la Ciudad del Vaticano recibió el 14 de diciembre, el informe de los análisis químicos y toxicológicos efectuados sobre las muestras del cadáver de monseñor Jozef Wesolowski en el curso de la autopsia.
El informe, indica una nota de la oficina de prensa de la Santa Sede, confirma definitivamente el resultado del examen necroscópico, es decir que la muerte fue causada por un evento natural (infarto agudo de miocardio) con exclusión de otras causas exógenas.
Asimismo se explica que “los diversos exámenes han sido llevados a cabo -con el más riguroso respeto de las indicaciones derivadas de las normas y protocolos reconocidos en ámbito internacional- por un colegio de médicos forenses nombrado por el Promotor de Justicia del Estado el día después del fallecimiento imprevisto del prelado”.
Wesołowski, de 67 años, fue encontrado sin vida en el apartamento en el que se encontraba bajo vigilancia en el Vaticano. El mal estado de salud del exnuncio polaco se conoció durante la celebración de la primera audiencia de su juicio, el pasado 11 de julio, cuando el abogado presentó el documento en el que se certificaba que había sido ingresado la noche anterior en un hospital romano después de haber sido atendido por el centro de Urgencias del Vaticano.
Wesołowski estaba acusado de acceder a páginas pornográficas en internet, así como de posesión de material pornográfico tanto en Roma como durante su estancia en la isla caribeña de la que fue nuncio desde 2008 a 2013. También estaba acusado de abuso de menores durante su estancia en la República Dominicana.
El milagro de Madre Teresa
Uno de los peritos de la Congregación de las Causas de los Santos explica la increíble sanación de un ingeniero mecánico brasileño
“Mi experiencia profesional me ha puesto más veces frente a eventos difícilmente explicables desde el punto de vista científico, pero lo que sucedió en 2008 a un ingeniero brasileño es realmente increíble…”
Así lo indica el profesor Carlo Jovine, perito oficial de la Congregación de las Causas de los Santos, neurólogo en el hospital san Juan Bautista de la Orden de Malta.
El profesor Jovine ha formado parte de la consulta médica encargada por el Vaticana para analizar, desde el punto de vista científico, la extraordinaria sanación de Marcilio Haddad Andrino, ingeniero mecánico nacido en Santos, cerca de San Pablo en Brasil.
En diciembre de 2008, con 35 años, el ingeniero Andrino fue ingresado de urgencia. Había enfermado de imprevisto y presentaba grandes trastornos en la esfera neurológica. Los exámenes especializados habían mostrado la presencia de ocho abscesos cerebrales. Es decir, la presencia de ocho puntos en los que se localizan áreas de infección en el cerebro.
Explica el profesor Jovina que el absceso cerebral es un área purulenta de origen bacterial o viral, que determina la destrucción de los tejidos y la producción de pus dentro del encéfalo.
Después del ingreso en urgencias, el TAC confirmó la gravedad de la patología. El paciente entró en coma y, después de algunos días, apareció también un hidrocéfalo obstructivo, es decir, una obstrucción de las vías del líquido cefalorraquídeo del cerebro, que determinó un cuadro de hipertensión endocraneal.
La situación era tan grave que el cirujano, el profesor Cabral, en presencia de un cuadro clínico en continuo deterioro, con el riesgo de muerte inminente, decidió someter al ingeniero a una intervención de urgencia
Pero, a este punto, sucedieron una serie de eventos inexplicables. El paciente, conducido a la sala de operaciones en coma, abrió los ojos, y, entre el estupor de los presentes, preguntó por qué se encontraba allí.
El profesor Cabral, recuperado del estupor y tras constatar la plena lucidez del paciente, decidió no operar y realizar un TAC del encéfalo para entender qué estaba pasando.
El examen reveló una modificación radical del cuadro patológico preexistente, con la desaparición del hidrocéfalo y la reducción del 70 por ciento de los abscesos cerebrales.
En pocos días las condiciones de Andrino mejoraron hasta tal punto que el profesor Cabral, constatando las perfectas condiciones clínicas y neurológicas, decidió dar de alta al paciente certificando la ausencia de cualquier rastro de alteraciones precedentes. No había rastro ni de abscesos cerebrales ni del hidrocéfalo.
Pero la cosa más sorprendente era que el paciente no presentaba ninguna secuela de la grave patología que había padecido. En el paso de pocos días –del 13 de diciembre, fecha de la operación prevista, al 23 de diciembre, día en el que fue dado de alta– el ingeniero Andrino estaba sanado de forma definitiva y total.
Marcilio Haddad Andrino actualmente conduce, trabaja, tiene dos hijas, es totalmente autónomo y, sobre todo, no presenta consecuencias negativas de ningún tipo. Una sanación que, en relación con la gravedad, el desarrollo y las graves complicaciones asociadas, se resuelve de forma inexplicable del proceso natural de la enfermedad, así como para el conocimiento de la ciencia médica.
Es necesario subrayar que, también en el hipotético caso de una eventual sanación, hubiera necesitado una intervención quirúrgica, una recuperación lenta y hubiera dejado consecuencias. Sin embargo, la sanación se manifestó espontáneamente sin ninguna intervención médica.
“No hay precedentes –explica Jovine–, de un solo absceso cerebral se puede sanar, pero con ocho abscesos cerebrales y un hidrocéfalo agudo, el porcentaje de las muertes es prácticamente del 100 por ciento. De esta concatenación de hechos y de exámenes clínicos, especialistas y periciales, es necesario concluir que nos encontramos frente a un evento científicamente inexplicable, sucedido de forma decisiva, instantánea, duradero y total. Y esto, para la Iglesia, equivale a decir milagro”.
Un milagro que, por la modalidad con las que se manifestó, reconduce a la intercesión de Madre Teresa, la célebre religiosa albanesa protectora de los últimos que vivió y murió con olor a santidad, confirmando, con su vida ejemplar, el “voxpopuli” que, ya en vida, la quería santa.
Pero, ¿qué tiene que ver la Madre Teresa con la sanación inexplicable de Marcilio Haddad Andrino? La mujer del ingeniero brasileño se llama Fernanda y, precisamente mientras las condiciones de su marido empeoraban dramáticamente, se dirigió al padre Elmiran Ferreira, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Aparecida, San Vicente.
El párroco tenía intención de celebrar una misa de conmemoración con las Misioneras de Madre Teresa. Padre Ferreira escuchó lo sucedido y trató de consolar a Fernanda. La entregó un librito de novenas y le dijo que continuara rezando pidiendo la intercesión de la beata Madre Teresa.
La situación se estaba precipitando. Así, la tarde antes de la intervención quirúrgica, el padre Ferreira fue al hospital junto con Fernanda.
El párroco recitó las oraciones y administró el sacramento de la extremaunción. Después de eso, junto con Fernanda, puso junto a la cabeza de Marcilio un santo y una reliquia de Madre Teresa. Poco después se ma
nifestó la sanación.
El prof. Jovina subraya que, aunque él sea creyente, cuando realiza encargos periciales de esta delicadeza y responsabilidad, tiende deliberadamente a despejar todo tipo de sugestión para concentrarse exclusivamente sobre la objetividad científica del caso a examen.
Así fue en 2011, cuando analizó la sanación de sor Normand que estuvo en el origen de la beatificación de Karol Wojtyla, y así ha sido hoy para la sanación del ingeniero Andrino, de la que surgirá la canonización de Madre Teresa.
Y la conclusión es que la objetividad del análisis, basado en evidencias médicas y documentadas, confirma que la sanación del ingeniero Andrino resulta absolutamente inexplicable desde el punto de vista científico.
Estamos en presencia, por tanto, de un evento increíble, que ha dado una prueba ulterior para la santidad de la Madre Teresa. En base a estas circunstancias, el papa Francisco ha reconocido la existencia del milagro, dando vía libre a la canonización de la monja albanesa.
El Papa pide dejarse envolver por el Jubileo de la Misericordia
En la audiencia del Santo Padre con los trabajadores de las líneas ferroviarias de Italia, recuerda que la misericordia es la primera y verdadera medicina para el hombre
El santo padre Francisco ha recibido esta mañana a los trabajadores de las líneas ferroviarias italianas. Reconociendo la gran labor que realizan, el Papa ha querido recordar a los trabajadores que han perdido la vida en este trabajo y ha pedido que esto, “en lo que depende de nosotros, no suceda nunca más”.
Así, el Santo Padre ha querido hacer referencia a las iniciativas de solidaridad vinculadas a las línas ferroviarias italianas. Help Center, por ejemplo, permite a quien está en dificultad encontrar ayuda, socorro y asistencia. “Todos necesitamos estas antenas, que nos permitan captar las señales de lo que sucede a nuestro alrededor, para conseguir percibir los sufrimientos de los otros, sin permanecer insensibles”, ha observado el Papa. Otra iniciativa que ha mencionado es la del albergue don Luigi Di Liegro en la estación de Termini en Roma, donde este viernes el Santo Padre abrió la Puerta de la Caridad. Este centro, tal y como ha recordado Francisco, ha sido renovado por las líneas ferroviarias en colaboración con cáritas diocesana.
Por ello, el Pontífice ha deseado que el Año Santo nos enseñe “todo esto” y grabe en nuestra mente y en nuestros corazones que la misericordia es la primera y verdadera medicina para el hombre, una medicina de la que cada uno tiene urgente necesidad. Cuántas sanaciones hace una caricia misericordiosa, ha exclamado. Asimismo, ha observado que esta medicina influye de forma continua y sobreabundante en Dios, pero debemos también ser capaces de donarla unos a otros, para que cada uno pueda vivir en plenitud su humanidad.
En esta línea, el Santo Padre ha recordado que quien atraviesa las Puertas Santas con amor, “encontrará perdón y consolación, y será impulsado a donar y donarse con más generosidad, para la propia salvación y la de los hermanos”. Por ello, ha pedido a los presentes dejarse transformar por el paso a través de esta puerta espiritual, de tal forma que marque interiormente nuestra vida. Del mismo modo ha invitado a dejarse envolver por el Jubileo de la Misericordia para renovar “el tejido de toda nuestra sociedad, haciéndola más justa y solidaria, sobre todo en esta ‘tercera guerra mundial’ que ha estallado: ‘por partes’, pero lo estamos viviendo”.
Venezuela: los obispos felicitan al pueblo por su responsabilidad y compromiso en las elecciones
La Conferencia Episcopal publica un comunicado en el que recuerdan que un rechazo a la conformación de la nueva Asamblea Nacional, es un rechazo al pueblo soberano y sus decisiones
La Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana felicita al pueblo de Venezuela por el ejemplo de responsabilidad y compromiso cívicos demostrados en la Jornada Electoral del pasado 6 de diciembre. En un comunicado publicado este viernes, los obispos venezolanos indican que esta Jornada Electoral “puede dar origen a una nueva etapa en el camino político-social del país” aunque son conscientes de que, “la elección de una nueva Asamblea Nacional no producirá un cambio inmediato ni en la economía nacional, bajo el control del Poder Ejecutivo, ni en ciertas actitudes de relacionamiento institucional”.
A ella corresponderá –recuerdan los prelados– designar a los representantes de los poderes públicos y ejercer la función de control, en particular, del gasto público del Gobierno. Hay sin embargo, observan “otros aspectos de la vida social y política que son competencia de la Asamblea Nacional, como la de ser foro idóneo de diálogo e intercambio para mantener el respeto de los derechos de las personas y comunidades y la consecuente elevación moral de la vida pública, no incluyendo en su agenda legislativa propuestas que atenten contra la vida como el aborto y la eutanasia, ni contra la integridad del matrimonio y la familia”.
La Conferencia Episcopal de Venezuela explica en su comunicado que “la situación global del país sigue siendo grave, porque, entre otras razones, unas son las necesidades y expectativas del pueblo y otras, muy diferentes, las opciones políticoeconómicas del Gobierno”. Por eso indican que la reactivación económica tomará su tiempo y requerirá la participación de todos.
Del mismo modo aseguran que es responsabilidad de los distintos poderes del Estado, principalmente el Ejecutivo, “propiciar éticamente los cambios necesarios y pertinentes en la economía, la seguridad ciudadana, los programas sociales y los servicios de atención a las comunidades en salud, alimentación, vivienda y educación, asignándole los recursos necesarios para su funcionamiento en pro del bienestar de la población”.
Por otro lado, los obispos precisan que “todos los cristianos tenemos responsabilidad ética en la solución de los problemas del país, cada uno a su nivel de influencia; no basta con el voto, sino que hay que ir más allá: al compromiso permanente por el bien común”.
Finalmente advierten de que “un rechazo a la conformación de la nueva Asamblea Nacional, es un rechazo al pueblo soberano y sus decisiones”. Inventar figuras de gestión que no están enmarcadas en el texto constitucional es –observan– un desafuero y un signo de impotencia y angustia ante el futuro. Ante esta grave actitud, los obispos de Venezuela recuerdan que la Constitución Nacional exige el respeto real y efectivo a los resultados electorales. Por eso indican que “no se puede entrabar ni mucho menos impedir la instalación y funcionamiento de la nueva Asamblea”.
El árbol y el pesebre de la plaza de San Pedro ya están iluminados
El viernes por la mañana el Santo Padre recibió a las delegaciones que los han regalado
Músicas y cantos navideños para la ceremonia de iluminación del pesebre y el árbol de Navidad de la plaza de San Pedro, que tuvo lugar este viernes por la tarde. Por la mañana, el Santo Padre recibió a las delegaciones que este año han regalado ambos presentes.
Fueron dos hermanos de la región italiana de Bolzano, Sara y Gabriele, quienes activaron simbólicamente la luz del pesebre, cuenta una nota de Radio Vaticano. El Belén ha sido regalado este año por la provincia y arquidiócesis de Trento y realizado p
or la Asociación “Amigos del Pesebre”.
El cardenal Giuseppe Bertello, presidente de la Gobernación del Vaticano, indicó durante el acto que “la obra, después de la festividad, será transportada y expuesta en la Basílica de la Natividad de Belén por deseo del Santo Padre”.
También se iluminó el árbol de Navidad, un abeto rojo de dos puntas de 25 metros de alto, llegado desde Baviera. El árbol, ha sido decorado con bolas realizadas por niños ingresados en oncología en algunos hospitales italianos.
La música y los cantos navideños fueron interpretados por la banda de la Gendarmería Vaticana, por el coro “Cima Tosa” y de la Musikzug der Stradt Hirschau.
Santo Domingo de Silos
«El nombre de este gran monje español está unido a uno de los monasterios benedictinos más conocidos; aún conserva el esplendor que él le confirió. Hizo refulgir en numerosas vías el carisma legado por su fundador, san Benito»
El inicio del siglo XI trajo a este mundo a otro de los grandes monjes que ha habido en la Iglesia. Une a su nombre una de las abadías más reconocidas no solo en España sino en el resto del mundo: la de Silos.
Nació el año 1000 en Cañas, La Rioja, España, localidad integrada entonces en el reino de Navarra, en una familia de rancio abolengo en sus raíces, aunque no poseían bienes materiales significativos. Acerca de sus progenitores los biógrafos subrayan la fe del padre; no de la madre. Fue un niño sensible, inteligente y maduro que ya a temprana edad crecía ávido de impregnarse del amor divino. Participaba con inmenso fervor en la liturgia y albergaba la idea de consagrar su vida. Pero en la adolescencia tuvo que dejar aparcados sus estudios y ponerse a trabajar como pastor. Mientras cuidaba del ganado, elevaba su espíritu a Dios en oración y ejercitaba su caridad con los peregrinos y pobres que transitaban por allí camino de Santiago de Compostela; Dios bendecía sus rasgos de generosidad con extraordinarios prodigios.
Permaneció ocupado en el pastoreo durante cuatro años. Después, seguramente repuesta la economía familiar, con la venia de sus padres comenzó a asistir al párroco y con él adquirió una valiosa formación de gran ayuda posterior en su vida sacerdotal. Culminados sus estudios eclesiásticos, y aunque ni siquiera había cumplido 26 años, el obispo de Nájera, don Sancho, lo ordenó sacerdote porque sin duda calibraría sus excelsas virtudes de las que ya se hacían eco en muchos lugares. Después de difundir el evangelio predicando con ardor, y de consolar y socorrer a enfermos y necesitados, buscó cobijo a sus anhelos contemplativos, y eligió como morada lugares inhóspitos en los que la huella del hombre no se prodigaba.
Partió sin conocimiento de los suyos. Su liviano equipaje estaba compuesto por textos de temática religiosa. Y durante año y medio vivió experiencias que nunca confió a nadie, pero que debieron marcar profundamente su espíritu. Era un gran asceta, dado a la penitencia y a las mortificaciones; lidió ardua batalla contra tendencias que surgían de su interior y también hizo frente a las externas, todo lo cual acentuó su unión mística con Dios.
Tras su paso por este desierto, en 1030 recaló en el monasterio benedictino de San Millán de la Cogolla (La Rioja) se cree que buscando una mayor perfección espiritual, vinculado por el voto de obediencia. El ora et labora néctar de la regla otorgada por san Benito impregnaba intensas jornadas en las que iba creciendo, formándose a conciencia. El códice de San Millán era una de las obras principales que consultaba, y a través de él se familiarizó con los textos conciliares. Fue estudioso del monje Esmaragdo, compañero de san Benito y autor de su biografía. Ejemplar en su vivencia del carisma benedictino, Domingo fue designado «maestro de jóvenes», y las nacientes vocaciones tuvieron en él un testimonio vivo del amor a Cristo y a su Iglesia. Ejercitó la prudencia, la caridad, la humildad y obediencia, entre otras virtudes, que suscitaron la estima de la mayoría de sus hermanos. Otros –los menos– le envidiaban y efectuaban comentarios maliciosos que ponían en duda su virtud; restaban valor a su obediencia juzgando que estaba condicionada por los honores y reconocimientos que recibía.
El abad le envió a Santa María de Cañas en calidad de prior. Y Domingo convirtió aquel lugar ruinoso y desamparado en un admirable monasterio, que fue rentable desde el punto de vista económico y cultural, así como de incuestionable riqueza espiritual; trajo consigo numerosas vocaciones. Una trama de ambiciones e intereses, en la que se mezcló la debilidad de un nuevo abad, don García, plegado a las exigencias del monarca, hizo que este monasterio se encaminase a la deriva. Domingo defendió con brío su religioso feudo, y ello supuso su destierro, pero no venció su espíritu. «Puedes matar el cuerpo y a la carne hacer sufrir, pero sobre el alma no tienes ningún poder. El Evangelio me lo ha dicho, y a él debo creer que solo al que al infierno puede echar el alma, a ese debo temer», respondió al rey de Navarra.
En 1041 el rey don Fernando le concedió retirarse a una ermita. Cerca estaba el monasterio de San Sebastián de Silos, que se hallaba prácticamente abandonado. La restauración que hizo Domingo, a petición del monarca que se lo confió con la anuencia del Cid Campeador, fue excepcional. De este lugar que iba a quedar vinculado a su nombre, fue nombrado abad. Cuidó de sus hermanos con exquisita caridad en sus necesidades espirituales y materiales, atendiendo también las carencias de las gentes del entorno.
En 1056 inició las obras de restauración del que sería uno de los máximos exponentes del románico castellano, y simultáneamente impulsó la biblioteca, creó una escuela monástica y otra de miniaturistas y copistas, tuteló la liturgia, etc. Confirió al monasterio un esplendor que aún perdura, y todo en medio de muchas pruebas ante las que actuó con serenidad, prudencia y templanza, confiando siempre en Dios. A su paso brotaban las vocaciones. Fue un gran embajador y amigo de reyes. Recibió, entre otros, los dones de profecía y milagros. Murió el 20 de diciembre de 1073. Fue canonizado en 1234 por Gregorio IX.