El papa Francisco ha celebrado este jueves por la noche en el Vaticano la misa de Nochebuena, en la basílica de San Pedro, donde dos semanas atrás abrió la Puerta Santa con motivo del Jubileo de la Misericordia.
El Santo Padre entró en la basílica iluminada 'a giorno' mientras el Coro de la Capilla Sixtina cantaba el Gloria in Excelsis Deo, para dar inicio a la ceremonia con el canto de la Kalenda, que anuncia el nacimiento de Jesús. Así el Papa descubrió e inciensó la figura del Niño situado a los pies del altar, mientas repicaban las campanas.
En la misa solemne concelebraron cardenales, obispos y sacerdotes, quienes vestían paramentos color crema y dorado, mientras que el Pontífice los llevaba blancos con marrón y dorado, así como el palio de lana blanca con cruces negras.
Francisco se ha preparado estos días para su tercera Navidad en el Vaticano, en el silencio, roto solo con el tuit de hoy en el que señaló: “Dios está enamorado de nosotros. Se hace pequeño para ayudarnos a responder a su amor”.
En la misa, la oración de los fieles fue en diversos idiomas: en árabe se rezó por los evangelizadores para que “enamorados del Verbo de Dios hecho carne, anuncien con franqueza la verdad”.
En Francés se pidió para que los gobernantes “iluminados por la novedad de la Navidad, respeten la dignidad de cada persona y por la paz entre los pueblos”.
En chino se rezó por los pobres y los últimos, para que “consolados por la alegría de Belén encuentren en el Niño Jesús, esperanza y fuerza”.
En Aramaico fue la oración pidiendo por los incrédulos y pecadores, para que “alcanzados por la luz de la verdad adhieran al Señor en sus pensamientos y obras”.
En su homilía el Santo Padre indicó que en esta Navidad «el gozo y la alegría nos aseguran que el mensaje contenido en el misterio de esta noche viene verdaderamente de Dios. No hay lugar para la duda; dejémosla a los escépticos que, interrogando sólo a la razón, no encuentran nunca la verdad».
«Este Niño nos enseña –prosiguió Francisco– en una sociedad «ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo», lo que es «verdaderamente importante en nuestra vida» y nos invita a «tener un comportamiento sobrio».
El Pontífice recordó también que en un mundo, «a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y poner en práctica la voluntad de Dios». Y que «ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia» la cual debemos extraer «cada día del pozo de la oración».
Después de la bendición final de la misa, el Santo Padre se acercó a la imagen del Niño Jesús que estaba a los pies del baldaquino del Bernini, y le cargó en sus brazos hasta el pesebre situado en el ingreso de la basílica, acompañado en cortejo por varios niños que cargaban flores, seguidos por los obispos y sacerdotes que concelebraron en la misa de Nochebuena.
Mañana viernes, al medio día, el Papa desde la logia central de la basílica de San Pedro, dará su mensaje navideño e impartirá la bendición “Urbi et Orbi”.
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