El papa Francisco, en la homilía de la primera misa del mes de febrero celebrada en Santa Marta, ha subrayado que la humildad es el camino de la santidad. De este modo, el Santo Padre ha reflexionado sobre la historia del rey David que, consciente de su pecado, acepta las humillaciones con espíritu de confianza en el Señor. Asimismo, ha asegurado que Dios perdona el pecado, “pero las heridas de una corrupción difícilmente sanan”.
El Pontífice ha explicado que el rey David “está a un paso de entrar en la corrupción”, pero el profeta Natán, enviado por Dios, le hace entender el mal que ha realizado. Así, el Papa ha recordado que David es pecador pero no corrupto porque “un corrupto no se da cuenta”. Por eso, ha precisado que “es necesaria una gracia especial para cambiar el corazón de un corrupto”. Y David, que tenía el corazón noble aún reconoce su culpa. Y Natán le dice: “el Señor perdona tu pecado, pero la corrupción que has sembrado crecerá. Has matado a un inocente para cubrir un adulterio. La espada no se alejará nunca de su casa’.
Por eso, el Santo Padre ha indicado que “Dios perdona el pecado, David se convierte pero las heridas de una corrupción difícilmente sanan. Lo vemos en muchas partes del mundo”. David debe enfrentar al hijo Absalón, ya corrupto, que le hace la guerra. Pero el rey reúne a los suyos y decide dejar la ciudad y deja volver el Arca, no usa a Dios para defenderse. Se va “para salvar a su pueblo”. Y este –ha precisado– es el camino de santidad que David, después de ese momento en el que había entrado en la corrupción, comienza a hacer.
El Pontífice ha proseguido la homilía recordando que David llorando y con la cabeza cubierta deja la ciudad y hay quien le sigue para insultarlo. Entre estos, Simei le llama “sanguinario”, lo maldice. David acepta esto porque, tal y como ha afirmado el Papa, “si maldice es porque el Señor” se lo ha dicho.
El Papa ha proseguido explicando que “David sabe ver los signos: es el momento de la humillación en el cual él está pagando su culpa”. Y ha añadido: “este es el recorrido de David, desde el momento de la corrupción a este confiarse a las manos del Señor. Y esto es santidad. Esto es humildad”.
Yo –ha observado el Francisco– pienso en cada uno de nosotros, si alguno nos dice algo, algo feo”, “enseguida tratamos de decir que no es verdad”. O hacemos como Simei: “damos una respuesta más fea aún”.
Por otro lado, el Santo Padre ha aclarado que “la humildad solamente puede llegar a un corazón a través de las humillaciones. No hay humildad sin humillaciones y si no eres capaz de llevar algunas humillaciones en tu vida, no eres humilde”.
Finalmente, el Pontífice ha resaltado que “el único camino para la humildad es la humillación. El fin de David, que es la santidad, viene a través de la humillación. El fin de la santidad que Dios regala a sus hijos, regala a la Iglesia, viene a través de la humillación de su Hijo, que se deja insultar, que se deja llevar a la Cruz, injustamente”. Y este Hijo de Dios que se humilla –ha concluido– es el camino de la santidad. Y David, con su actitud, profetiza esta humillación de Jesús”.
El Obispo de Roma ha invitado hoy a pedir la gracia, para cada uno de nosotros, para toda la Iglesia, la gracia de la humildad, pero también la gracia de entender que no es posible ser humildes sin humillación.
La misa de hoy en Santa Marta (Fto copyrigth Osservatore Romano)
El Papa en Sta. Marta: 'No hay humildad sin humillaciones'
En la homilía de este lunes, el Santo Padre reflexiona sobre el camino hacia la santidad del rey David