(Osservatore © Romano)

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El Papa: 'Dios no quiere nuestra condenación sino nuestra felicidad eterna'

En la audiencia general de este miércoles, el Santo Padre explica que Dios es misericordia infinita pero también justicia perfecta

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El papa Francisco  ha celebrado, un miércoles más, la audiencia general en presencia de miles de personas en la plaza de San Pedro. Venidos de todas las partes del mundo, familias, jóvenes, ancianos y niños, todos han recibido al Santo Padre con alegría y entusiasmo. Al llegar a la plaza, ha recorrido los pasillos con el papamóvil para así poder saludar de cerca a los peregrinos.
Prosiguiendo con las catequesis sobre la misericordia, en el resumen hecho en español, el Papa ha explicado que “la Sagrada Escritura nos presenta a Dios como misericordia infinita, pero también como justicia perfecta. Parecerían dos realidades que se contraponen”. Pero no es así,  ha indicado, “porque la misericordia de Dios es lo que hace que se cumpla la verdadera justicia. La justicia humana solamente limita el mal, no lo vence, no lo hace desaparecer.” Asimismo, el Santo Padre ha asegurado que “la justicia divina, en cambio, supera el mal contraponiéndolo al bien”.
Por otro lado, el Pontífice ha observado que “el camino privilegiado que la Biblia nos señala para alcanzar una auténtica justicia es aquel en el que la víctima, sin recurrir al tribunal, se dirige directamente al culpable, apelando a su conciencia, para que comprenda que está realizando el mal y pueda convertirse”. Sólo así, ha advertido “el culpable, reconociendo su culpa, puede abrirse al perdón que la parte ofendida le ofrece”. Esta es la manera –ha afirmado Francisco– de resolver los problemas y contrastes en la familia, entre esposos o entre padres e hijos. El ofendido ama al culpable, no quiere perderlo, sino recuperar la relación desgarrada.
Finalmente, el Papa ha indicado que “Dios actúa con nosotros, pecadores, de la misma manera. Nos ofrece continuamente su perdón, nos ayuda a acogerlo y tomar conciencia de nuestro mal, para poder liberarnos de él y salvarnos, porque no quiere nuestra condenación sino nuestra felicidad eterna”.
A continuación, el Santo Padre ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Y así, ha deseado “que el Señor Jesús, rostro misericordioso del Padre, nos conceda, con su fuerza salvadora, acoger el perdón divino y aprender a perdonar a nuestros hermanos”.
Antes de dar por concluidos los saludos en las distintas lenguas un grupo de chicos y chicas del American Circus han ofrecido un espectáculo de acrobacias al Santo Padre. Cuando han terminado, el Papa ha recordado que estos espectáculos generan belleza y que «esto no se improvisa, hay horas, horas, horas de entrenamiento. El entrenamiento fastidia». Por eso, Francisco ha explicado que tal y como nos dice san Pablo,  para llegar al final hay que entrenar para vencer. Y esto es un ejemplo para todos nosotros, porque «encontrar un buen fin sin esfuerzo es una tentación».  De este modo, el Papa les ha dado las gracias por su ejemplo. Además ha saludado a los participantes del seminario promovido por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y a los alumnos del Colegio Suizo de Roma.
Finalmente, el Pontífice ha dedicado también unas palabras especiales para los enfermos, los jóvenes y los recién casados. Por ello ha recordado que hoy celebramos a san Blás, mártir de Armenia. Este santo obispo –ha explicado– nos recuerda el compromiso de anunciar el Evangelio también en condiciones difíciles. Por eso, ha deseado a los jóvenes que sean “valientes testigos de vuestra fe”. También ha invitado a los enfermos a ofrecer “vuestra cruz cotidiana para la conversión de los alejados de la luz de Cristo”. Para concluir, ha pedido a los recién casados que sean “anunciadores de su amor a partir de vuestra familia”.

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Rocío Lancho García

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