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El padre Rupnik explica el sentido de la misericordia en la vida cotidiana

El teológo jesuita ha predicado en el Jubileo de la Curia Romana y las instituciones de la Santa Sede, recordando que la Iglesia se diferencia por una forma de estructurarse, gobernar, dirigir y gestionar que es comunión

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Una Iglesia libre, disponible, generosa y que se abre. Así es la Iglesia definida por el padre Marko Ivan Rupnik, teólogo jesuita, director del Centro Aletti, durante la meditación que realizó esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano, con ocasión del Jubileo de la Curia Romana y los trabajadores de la Santa Sede.
La predicación, en la que también estuvo presente el papa Francisco, abordó el sentido de la misericordia en la vida cotidiana. De este modo, recordó que nuestra fe es “acogida de una vida” y esta es la tarea de la Iglesia: “manifestar de qué gracia, de qué bondad hemos sido destinatarios”. Es decir, hacer ver al mundo qué ha hecho Dios en nosotros, caminando “a través de la humanidad”.
Asimismo, explicó que de alguna manera, no la Curia Romana, sino cualquier Curia, corre el riesgo de la tentación de adquirir un carácter un poco para-estatal, para-imperial, como en el pasado. “Y esta una tentación tremenda: porque esto pone en el corazón la función, la estructura, la institución, el individuo ‘que es en función de…’”, advirtió.  
Por esta razón, el padre Rupnik aseguró que sería un “escándalo” hacer ver al mundo que vivimos el cristianismo como una realidad individual. La Iglesia se diferencia por “una forma de estructurarse, de gobernar, de dirigir, de gestionar” que es comunión, que es inclusión.
La gente se pondrá en camino con una Iglesia que dentro de sus gestos y sus palabras haga “emerger a otro, el Hijo y, todavía más, al Padre”. Así, el hombre –precisó– se podrá convertir en “lugar de la vida, como comunión y misericordia”.
Por otro lado, subrayó que la misión de la Iglesia es “cubrir la distancia entre nosotros y nuestro hombre contemporáneo, herido como nosotros, que sufre como nosotros, probado como nosotros: cuanto más probado seamos como todos los hombres, más seremos misericordiosos, porque esto es el sacerdocio de Cristo. Ha sido probado en todo su ser sacerdote misericordioso. Y así, implicaremos a las personas en un deseo de vida nueva”.
También explicó que el Señor es “el único que puede cubrir la distancia que separa al hombre perdido, pecador, muerto, del Dios viviente”.
El hombre por sí solo no puede hacerlo: tal capacidad de Dios de “alcanzarnos” es la misma identidad de Dios “hacia nosotros y hacia la Creación, es decir la misericordia”.
 

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ZENIT Staff

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