(ZENIT – Roma).- La esposa de un pastor protestante no oficial murió el 14 de marzo pasado en la provincia de Henan, al ser sepultada viva cuando estaba tratando de evitar que su iglesia fuera demolida. El marido logró sobrevivir, pero ahora está en pésimas condiciones. La policía abrió una investigación y arrestó a dos miembros de la escuadra de demolición, aunque los agentes no han revelado detalles del caso.
Lo indicó la agencia de noticias Asia News, citando a China Aid, una ONG que monitorea la situación de los cristianos en China. Un inversor local había hecho una oferta a las autoridades por dicho terreno, pero quería que éste fuera vaciado.
Uno de los miembros de la escuadra de demolición habría incitado a los operarios: “Sepúltenlos vivos por mí, no se preocupen. Me asumo totalmente la responsabilidad por sus vidas”.
Una excavadora los habría arrojado entonces a un pozo ya excavado, que luego rellenó con tierra. Llorando y pidiendo ayuda, Li logró excavar una vía de escape. Pero Ding murió ahogada antes de que su marido pudiera socorrerla.
Los cristianos de la zona denuncian la lentitud con que se prestó socorro a las víctimas, además de la actitud de la policía, que parece no tener intenciones de revelar los detalles del caso.
Desde el 2013 tan sólo en la provincia meridional de Zhejiang ya han sido destruidas al menos 1.700 cruces, y han sido demolidas decenas de iglesias en otras provincias, entre ellas, en Hebei, Hubei y Henan. La campaña fue promovida por Xia Baolong, secretario del Partido de Zhejiang. Los fieles sospechan que el verdadero motivo que mueve dicha campaña es reducir el impacto y la influencia de las comunidades cristianas, tanto oficiales como clandestinas, en la sociedad china, que asiste a un vertiginoso incremento de conversiones.
