(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Bajo una intensa lluvia, la plaza de San Pedro ha quedado cubierta por miles de paraguas de colores, para proteger a los peregrinos venidos de todos las partes del mundo para asistir a la audiencia jubilar del sábado con el papa Francisco. Aunque el mal tiempo no ha impedido que los fieles demostraran su alegría y entusiasmo ante el paso del Pontífice en el jeep cubierto antes de comenzar la audiencia.
A causa de la lluvia, los enfermos han seguido la audiencia desde el Aula Pablo VI, hasta donde el Papa se ha dirigido antes de salir a la plaza. Saludando a los allí presentes, les ha pedido que recen por él.
Antes de comenzar la catequesis en la plaza, el Santo Padre ha querido agradecer a los presentes su presencia a pesar del mal tiempo. Asimismo, ha pedido un aplauso para los enfermos que siguen la audiencia gracias a las pantallas gigantes colocadas en al Aula Pablo VI. “Es difícil aplaudir con el paraguas en la mano”, ha bromeado.
En el resumen hecho en español de la catequesis, el Pontífice ha explicado que “uno de los aspectos de la misericordia consiste en apiadarse de los que sufren”. La pietas –ha indicado– es un concepto que, en el mundo greco-romano, indicaba la devoción debida a los dioses, así como el respeto de los hijos hacia sus padres. Por eso ha reconocido que “hoy se debe estar atentos a no confundir la piedad con el pietismo, que consiste solo en una emoción superficial, que no se preocupa del otro”. Del mismo modo ha aseverado que tampoco se puede confundir con “la compasión hacia los animales, que exagera el interés hacia ellos, mientras deja indiferente el sufrimiento del prójimo”.
La piedad verdadera –ha asegurado Francisco– es manifestación de la misericordia de Dios y uno de los siete dones del Espíritu Santo, que el Señor da a sus discípulos para que sean dóciles y sigan sus inspiraciones divinas.
El Papa ha recordado que en los Evangelios encontramos el grito espontáneo que muchas personas enfermas, endemoniadas, pobres o afligidas dirigían a Jesús, expresando su fe en Él, “porque veían en su persona el amor salvador del mismo Dios”. Jesús –ha añadido– respondía a todos con la mirada de la misericordia y con el consuelo de su presencia, invitándolos a confiar en Él y en su Palabra, porque, para Cristo, apiadarse del otro es compartir su tristeza para convertirla en júbilo y alegría, sanándolo del mal.
A continuación ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. “Que la Virgen Santa, Madre de Piedad y Misericordia, interceda por nosotros ante el Señor Jesús, para que nos conceda apiadarse y compadecernos amorosamente del prójimo y nos libre de la esclavitud de las cosas materiales”, ha deseado.
Después de los saludos en las distintas lenguas, ha dirigido unas palabras especiales para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Así, ha recordado que hoy es la fiesta de San Matías, el último de los apóstoles que entró a formar parte de los doce. Por eso ha pedido que “su vigor espiritual” estimule a los jóvenes a “ser coherentes con vuestra fe”. A los enfermos ha deseado que “su abandono en Cristo Resucitado” les sostenga en los momentos de mayor dificultad. Finalmente, ha exhortado a los recién casados a que “su dedicación misionera” les recuerde «que el amor es el fundamento insustituible de la familia”.
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Audiencia Jubilar - Osservatore Romano
El Papa: 'No se puede sentir compasión por los animales e indiferencia por el prójimo'
El Santo Padre, en la audiencia jubilar de este sábado, pide no confundir la piedad con el pietismo, que consiste solo en una emoción superficial