(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Por primera vez en los 70 años de historia de las Naciones Unidas, su secretario General, Ban Ki-moon, ha convocado una Cumbre Humanitaria Mundial. Este encuentro se celebra en Estambul del 23 al 24 de mayo y hasta allí ha viajado una delegación vaticana, para representar a la Santa Sede. El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y cabeza de dicha delegación, ha leído esta tarde un mensaje de parte del Santo Padre.
Así, Francisco lanza un reto a los asistentes a la Cumbre: “Escuchemos el grito de las víctimas y los que sufren. Dejemos que ellos nos enseñen una lección de humanidad. Cambiemos nuestro modo de vida, la política, las opciones económicas, las conductas y actitudes de superioridad cultural”. Del mismo modo, asegura que aprendiendo de las víctimas y los que sufren, “seremos capaces de construir un mundo más humano”.
En el mensaje, el Pontífice manifiesta su deseo de que este encuentro pueda “contribuir de una forma real a aliviar los sufrimientos” de millones de personas, y que los frutos de la Cumbre “se puedan demostrar a través de una sincera solidaridad y respeto verdadero y profundo por los derechos y la dignidad de las personas que sufren debido a los conflictos, la violencia, la persecución y los desastres naturales”. En este contexto, precisa Francisco, “las víctimas son aquellos que son más vulnerables, aquellos que viven en condiciones de miseria y explotación”.
El papa Francisco saluda a los allí presentes, reunidos en esta ocasión para ser “un punto de inflexión en la vida de millones de personas que necesitan protección, atención y asistencia, y que buscan un futuro digno”.
Por otro lado, el Santo Padre asegura que no podemos negar que hoy en día muchos intereses impiden soluciones a los conflictos, y estas estrategias militares, económicas y geopolíticas desplazan a personas y pueblos e “imponen al dios dinero”, al “dios poder”. Al mismo tiempo, precisa que “los esfuerzos humanitarios son frecuentemente condicionados por limitaciones comerciales e ideológicas”.
El Papa argentino explica que lo que se necesita hoy en día es un compromiso renovado de proteger “a cada persona en su vida diaria” y “su dignidad y sus derechos humanos, su seguridad y sus necesidades integrales”. También es necesario –prosigue Francisco– preservar la libertad y la identidad social y cultural de los pueblos; sin que ello implique casos de aislamiento, sino que se favorezca la cooperación, el diálogo, y sobre todo la paz.
E insiste una vez más: no debe haber ninguna familia sin un hogar, ningún refugiado sin una bienvenida, ninguna persona sin dignidad, ninguna persona herida sin cuidado, ningún niño sin infancia, ningún hombre o una mujer joven sin futuro, ninguna persona anciana sin vejez digna. Que esta sea también la ocasión, exhorta el Pontífice, para reconocer la labor de aquellos que sirven a sus vecinos y contribuyen a consolar “los sufrimientos de las víctimas de la guerra y la calamidad, de los desplazados y refugiados, y de los que se preocupan por la sociedad”, especialmente a través de opciones valientes en favor de la paz, el respeto, el cuidado y el perdón.
Para concluir, el Santo Padre precisa que nadie ama a un concepto o a una idea sino que amamos a las personas. Por eso, asegura que “el auto-sacrificio, el verdadero don de sí”, brota del amor “hacia los hombres y las mujeres, los niños y los ancianos, los pueblos y las comunidades”.
Apertura Cumbre Humanitaria Mundial - Foto de @ONU_es
Francisco pide cambiar el estilo de vida de 'superioridad cultural'
El Papa pide escuchar ‘el grito de las víctimas y los que sufren’ en su mensaje a la Cumbre Humanitaria Mundial celebrada en Estambul, convocada por el secretario general de las Naciones Unidas