(ZENIT – Roma).- El vuelo Alitalia A321 que lleva al papa Francisco a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud, partió a las 14:05 del aeropuerto Fiumicino/Leonardo da Vinci y ha llegado en dos horas a Cracovia en un el viaje de 1.100 kilómetros en el cual cruzó los espacios aéreos de Italia, Croacia, Eslovenia, Austria, Eslovaquia y Polonia.
El Papa señalo que «desde hace tiempo el mundo está en una guerra a trozos, pero es una guerra». Y explicó que no es una guerra comparable a la Primera o la Segunda Mundial, «esta no es una guerra declarada, pero sí organizada. Es una guerra».
Recordó así a «este sacerdote santo que murió justo cuando ofrecía una plegaria por toda la Iglesia». Pero invitó a pensar también en países como Nigeria, aunque mucha gente diga «¡Ah, pero eso es en África!» e hizo referencia a «tantos cristianos, tantos inocentes, tantos niños» que sufren las consecuencias de la guerra. Finalmente aseguró que «no es una guerra de religiones, es una guerra de intereses, por dinero, por los recursos de la naturaleza, por el dominio de los pueblos. Pero no es una guerra de religiones, porque todas las religiones quieren paz».
El Papa agradeció entonces el trabajo de los periodistas en esta jornada de la juventud, «la juventud nos dice esperanza, esperemos que los jóvenes nos digan algo y nos dé esperanza en este momento» dijo.
Como es habitual cada vez que el Santo Padre viaja fuera de Italia, envió un telegrama para saludar al presidente del país, Sergio Mattarella, en el que califica la Jornada Mundial de la Juventud como “una significativa manifestación en el signo de la fe y la fraternidad”.
Por su parte el presidente italiano respondió expresando que “en un período marcado por grandes incertidumbres y eventos dramáticos, el último de los cuales ha golpeado trágicamente a la Iglesia católica en Francia, su mensaje de esperanza y confianza es particularmente esperado”. En su mensaje considera que Francisco logrará inspirar en los jóvenes del mundo “valores de solidaridad y de paz, oponiéndose a todas las expresiones de intolerancia, prepotencia y violencia”.
A su llegada a Polonia, en el aeropuerto internacional Juan Pablo II de Cracovia a las 15:50 hora local, recibió a bordo del avión el saludo del nuncio apostólico. Al bajar la escalera del avión, le esperaban el presidente de la República Andrzej Duda y su esposa, junto al cardenal Stanislaw Dziwisz y a dos niños vestidos con trajes regionales.
Allí, la banda militar interpretó el himno del Vaticano y el de Polonia. Después de los honores militares, el Papa se dirige en coche hasta el Wawel, complejo arquitectónico donde se encuentran el Castillo Real, la catedral y el vicariato.