(ZENIT – Roma).- El papa Francisco ha visitado este jueves por la mañana el santuario mariano de Jasna Góra, en Częstochowa, uno de los centros de culto católico más importante de Polonia. Se calcula que cada año peregrinan hasta este lugar más de 4 millones de personas. En Jasna Góra (Monte claro) está el icono de la Virgen de Częstochowa, conocida también como la Virgen Negra, tan querida y representativa del pueblo polaco.
El lugar fue fundado por Luis I de Hungría y el príncipe Ladislao de Opole y el santuario está al cuidado, desde entonces, de la orden húngara de los paulinos. Según la tradición, esta imagen de la Virgen fue pintada por san Lucas el Evangelista. Aunque las investigaciones la datan en la época bizantina.
Así, cuenta la tradición que la imagen fue llevada por el emperador Constantino de Jerusalén a Constantinopla y fue depositada en el templo local. Seis siglos más tarde, el príncipe Ruteno Lev, encantado por la belleza de Nuestra Señora, quiso llevar la pintura a su país. Por ello, el emperador le regaló la pintura que desde entonces fue venerada en Rusia. Durante las guerras en Rusia protagonizadas por Casimiro el Grande, después continuadas por Luis de Hungría, la pintura fue escondida en el castillo de Bełż, Ucrania. Finalmente, en 1382 la pintura fue encontrada por el príncipe Ladislao de Opole, quien al haber vencido al enemigo la llevó a Częstochowa, para dejarla al cuidado de los monjes paulinos.
Fue en 1430, cuando durante la guerra de los Husitas, el icono fue profanado a golpe de espada, tanto que a día de hoy son todavía visibles las marcas en su rostro. En las primeras décadas del siglo XVII, para proteger el monasterio, se construyó una fortaleza. En 1655 resistió durante dos meses al asedio del ejército sueco. En los años 1770 y 1771 fue invadida por tropas rusas y en 1809 resistió al asedio de los austriacos, pero cuatro años más tarde fue ocupado por el ejército ruso. En este periodo de guerras e invasiones en Europa, Polonia fue dividida por primera vez. Después de la segunda partición en 1793, Częstochowa fue tomada por los prusianos. En 1795, cuando Polonia fue partida por tercera vez entre tres invasores – Austria, Prusia y Rusia- Polonia desapareció del mapa de Europa por más de 120 años.
Y en este período tan trágico para la nación, Jasna Góra cumplió el papel de eslabón entre las tres partes separadas del país.
El 27 de julio de 1920, enfrentando la invasión del ejército bolchevique, el episcopado polaco reunido en Jasna Góra, proclamó a la Virgen María, Reina de Polonia. Cuando el ejército ruso se acercó a Varsovia en su victoriosa marcha, miles de polacos visitaron a su Reina para pedirle la victoria denominada como «el Milagro en el Río Vístula» que fue atribuido a la intervención de Santa María.
De este modo, este lugar se ha convertido en centro de devoción para todo los polacos, incluido, como no podía ser de otra manera, el papa polaco. Un joven Karol Wojtyła, en 1936, partió de Cracovia en peregrinación hasta Jasna Góra junto con una multitud de más de 20.000 estudiantes universitarios, en la que clamaban su deseo de construir una nueva Polonia con la ayuda de la Virgen María.
El 4 de junio de 1979, ya como Juan Pablo II, el primer papa polaco en la historia de la Iglesia, llegó a Jasna Góra nombrándola «santuario de Gran Esperanza». Wojtyła, durante su pontificado, viajó a Polonia en 7 ocasiones, aunque no en todas ellas visitó el santuario.
También acudió a Częstochowa Benedicto XVI, en mayo del 2006, donde se reunió en el santuario con religiosos, religiosas, seminaristas y representes de los movimientos y de la vida consagrada. Ahora, 10 años más tarde, la Virgen Negra ha recibido nuevamente la visita del sucesor de Pedro. El papa Francisco ha celebrado la misa, en presencia de unas 300 mil personas, con ocasión del 1050º aniversario del Bautismo de Polonia.
Santuario de Czestochowa (Wiki commons - Jerzy Strzelecki cc )
Częstochowa, santuario de gran esperanza
Este lugar de culto mariano, dedicado a la Virgen Negra y de larga tradición, ha recibido la visita de los tres últimos Pontífices