La Dra. Enoc del hospital pediátrico Bambino Gesú

La Dra. Enoc del hospital pediátrico Bambino Gesú (Foto © Osservatore Romano)

El Santo Padre ensalza la labor de las enfermeras en los hospitales

El Santo Padre ha recibido a la comunidad del hospital pediátrico Bambino Gesù y les recuerda que el cáncer más fuerte para un hospital es la corrupción

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(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Un encuentro emotivo, pero alegre a la vez, es que el que ha mantenido el Santo Padre con la comunidad del hospital pediátrico Bambino Gesù de Roma. En el encuentro han participado 150 niños y padres atendidos en esta estructura sanitaria. Entre ellos, había un grupo de niños extranjeros procedentes de las “periferias del mundo” donde están activas las intervenciones de cooperación internacional del Bambino Gesù. También había un grupo de 15 niños procedentes de Bangui, en la República Centroafricana, junto al arzobispo de la ciudad, el cardenal Dieudonné Nzapalainga. En los 7 mil puestos del Aula Pablo VI, estaba presente toda la comunidad del hospital: el personal, los colaboradores, los voluntarios, las asociaciones, las familias, los pacientes y los estudiantes.
Tras el saludo de la presidenta, el doctora Mariella Enoc, y los testimonios de algunos representantes, el Santo Padre ha preferido improvisar su discurso. Respondiendo a la pregunta sobre por qué sufren los niños, el Pontífice ha observado que es una cuestión “grande y difícil”. No tengo respuesta, ha afirmado con sinceridad el Papa. Y creo que –ha precisado– es bueno que esta pregunta permanezca abierta. Ni siquiera Jesús dio una respuesta de palabra, ha observado. Frente algunos casos de inocentes que habían sufrido en circunstancias trágicas, Jesús no hizo una predicación, un discurso teórico. Jesús “nos ha mostrado el camino para dar sentido también a esta experiencia humana: no ha explicado por qué se sufre, pero soportando con amor el sufrimiento nos ha mostrado por quién se ofrece”, ha explicado el Papa.
Por eso, el Santo Padre ha propuesto “ternura, caricias, cercanía, llanto” junto al niño que sufre. Cuando se sufre, no se habla, “se llora y se reza en silencio”. De este modo, ha asegurado que las enfermeras en los hospitales son muy importantes. Son ellas –ha asegurado– las que están cercanas a los sufrimientos, entienden los sufrimientos. Y saben cómo gestionar y acompañar. A propósito, ha recordado la historia de cuando él tuvo una pulmonía gravísima con 21 años y tuvieron que quitarle mucho líquido del pulmón. Aunque el médico recomendó unas cantidades precisas de medicamento, la enfermera que además era religiosa propuso otras cantidades porque “intuía la situación”. Pero, ha bromeado, “no hablo mal de los médicos, eh”. Las enfermeras, por esa cercanía, tienen una capacidad especial. Dando las gracias a las enfermeras y enfermeros por lo que hacen, ha reconocido que tienen una enfermedad, “sufren”, “no pueden ser escépticas”.
Un “medicamento” propuesto por el Pontífice para las personas que están en contacto con el sufrimiento es “decir gracias”. Decir gracias “alimenta la esperanza” esa esperanza en la cual, estamos salvados. La esperanza –ha indicado el Papa– es la gasolina de la vida cristiana, que nos hace ir adelante cada día.
Respondiendo a otra pregunta, Francisco ha reflexionado sobre la importancia de las “pequeñas cosas”. En la mayor parte de estos trabajos, de estas pequeñas cosas, “no se ven los resultados”. Los resultados, ha aseverado, se verán allí arriba. Así se ha referido a la santidad de las pequeñas cosas, de la vida cotidiana. “La clase media de la santidad”, como decía un autor francés, ha indicado el Pontífice.
Finalmente, el Santo Padre ha explicado cuál debe ser “la marca de fábrica” del hospital. “Son los niños”, ha afirmado con rotundidad. A este punto, ha lamentado las épocas “no buenas” que ha atravesado el hospital Bambino Gesù. Así, Francisco ha hecho referencia a la tentación de hacer “negocios” con la salud y las enfermedades de la gente. La marca de fábrica tiene que ser “estar cansado, sudado, sucio, también con ganas de irse a casa pero a la vez querer quedarse”. Es decir, “dar la vida allí”. Pero, el Santo Padre les ha pedido “tener miedo de la corrupción”. El cáncer más fuerte de un hospital como este, ha advertido, es la corrupción. Y la corrupción no viene de un día al otro. Tal y como ha explicado Francisco se empieza con un pequeño soborno, una recomendación… y lentamente, sin darse cuenta, “se termina en la corrupción”.
El mejor sueldo –ha concluido– es ver el resultado de vuestro trabajo en los niños.

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Rocío Lancho García

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