(ZENIT – 27 May. 2017).- «Los valores de trabajo están cambiando muy rápidamente, y muchos de los nuevos valores de las grandes empresas y grandes finanzas, no son valores en línea con la dimensión humana y por lo tanto con el humanismo cristiano».
Lo subrayó este sábado el papa Francisco en su encuentro con los trabajadores de la metalúrgica italiana ILVA, durante su viaje a Génova, al responder a la tercera pregunta, sobre la competición, la carrera y los aspectos económicos.
El Santo Padre puso su acento sobre la competición, asegurando que “además de ser un error antropológico y cristiano, es un error económico, porque se olvida que la empresa es antes de todo cooperación, mutua asistencia, reciprocidad».
Precisó así que cuando una empresa crea científicamente un sistema de incentivos individuales que pone a los trabajadores en competición entre ellos, puede lograr quizás en corto término obtener alguna ventaja, pero rápidamente mina ese tejido de confianza que es el alma de toda organización, y así cuando llega una crisis la empresa de desintegra”.
Aseguró que “esta cultura de competición entre los trabajadores en una empresa es un error, una visión que va cambiada”.
Otro valor –señaló el Pontífice– «que en realidad es un anti-valor, es la tan elogiada meritocracia». “Fascina mucho porque usa una palabra bella, ‘mérito’. Pero la instrumentaliza y usa en modo ideológico, lo que la desnaturaliza y pervierte» aseguró».
Así, la meritocracia esta volviéndose “una legitimación ética de la desigualdad”. El nuevo capitalismo a través de la meritocracia “da una vestidura moral a la desigualdad, porque interpreta el talento no como un don, sino como un mérito». Determinando un sistema de ventajas y desventajas cumulativas.
Otra consecuencia de la meritocracia “es el cambio de la cultura de la pobreza. El pobre es considerado un sin mérito y por lo tanto un culpable”. Y «si la pobreza es una culpa del pobre, los ricos están exonerados de hacer algo por ellos».
El Papa señaló que «la meritocracia del Evangelio la encontramos en la parábola del Hijo Pródigo, que considera que el hermano tiene que ser un fracasado, porque se lo ha merecido, en cambio el padre considera que ningún hijo merece la bellota de los puercos».
Génova, el Papa en el Ilva: la empresa es cooperación, la competición interna es un error
Al responder a la tercera pregunta, señaló que el concepto de meritocracia es desvirtuado ideológicamente